Los animalistas y los ecologistas, que en ocasiones se alían o hacen parte de movimientos que pertenecen a la secta del marxismo- leninismo, deben de saber que el comunismo en su aplicación práctica determinó en Corea del Norte, cuyo régimen es el de la monarquía de los Kim, confiscar a todos los perros, alegando que estas mascotas representan la “decadencia de occidente” y son un “capricho burgués”. Se teme que el objetivo es que las mascotas terminen como menú principal en la mesa de alguien por cuenta de la escasez de alimento que se está dando en ese país.
Cuando la camarilla comunista de Norcorea, que dirige Kim Jong-un, habla de “capricho burgués”, por el hecho de tener una mascota, se denota con toda claridad lo que representan los sofismas de una doctrina irracional, que no solo le ha hecho daño a los seres humanos, sino también al planeta en su conjunto, en donde por supuesto se incluyen la fauna y la flora. De hecho, China, liderada por el partido comunista, probablemente es el país más contaminador de la atmósfera, a lo que hay que agregarle el “regalo” del COVID-19, que ha sido una gran calamidad para la especie humana. Así pues, indiscutiblemente, el comunismo es una maldición en la tierra, por lo que podríamos asimilarlo a la bestia apocalíptica, sin olvidar que el engendro marxista hace presencia en Colombia con varios grupos y partidos políticos que en otras oportunidades ya hemos mencionado.
No podemos pasar por alto que en nuestro país los sectores del marxismo-leninismo son fervientes admiradores de la dictadura norcoreana, en razón de que tienen la misma doctrina y desde luego los mismos fines; lo que significa que no se vale la excusa acerca de que el marxismo ha sido mal aplicado o mal interpretado, sino que el comunismo como una gran perversión astutamente sabe timar a personas inquietas, que fácilmente son dúctiles para un proyecto totalitario marxista, así con el tiempo se arrepientan (aunque en la mayoría de los casos lo hacen demasiado tarde).
Ahora bien, no solo el régimen de Corea del Norte persigue la vida animal atacando a las mascotas, sino que históricamente el comunismo ha sido antivida, como lo demuestra los millones de asesinatos cometidos en múltiples genocidios, en donde no solamente han sido víctimas los seres humanos, sino también la naturaleza; situación que deberían comprender los verdaderos ecologistas que no están motivados por el programa político de la llamada izquierda, para que abandonen cualquier alianza con la mamertada.
Al observar la maldad marxista en los países con dictaduras comunistas, como es el caso de Norcorea, China, Cuba, Venezuela, Nicaragua o Vietnam, hay que ser enfáticos en la defensa de la vida, pues de lo contrario estamos en el riesgo de caer en una hecatombe planetaria, de la cual solo nos salvaremos si las naciones amantes de la democracia y la libertad se unen en contra del totalitarismo, en vista de que a los comunistas solo les importa el poder, así sea sobre las cenizas.
Así que las ONG que en Colombia fungen como ecologistas o animalistas deben de mostrar su verdadero carácter ambientalista, comenzando por no aliarse con los movimientos que abrazan la ideología totalitaria marxista, que artificiosamente usa varias máscaras, pero cuya prosapia e intenciones son fáciles de reconocer. Simplemente basta observar cuando los grupos terroristas atacan los oleoductos y perjudican la biodiversidad.
En fin, la persecución a las mascotas en Corea del Norte por parte de la tiranía marxista-leninista, con el cuento de que tenerlas es un “capricho burgués”, es solo una parte del desprecio que el comunismo tiene por los sentimientos humanos, en donde busca que las masas se comporten como zombis, para manejarlas al antojo de la banda comunista; por lo que Colombia no estaría exenta a futuro de una situación como la de Norcorea si se monta en el poder político una cáfila comunista, que buscaría atacar los valores humanos para perpetuarse en el poder. En ese escenario la vida dependería únicamente del régimen comunista, que decidiría quién vive y quién muere, debido a que al comunismo no le interesa que su teoría sea criminal sino que se cumpla en la práctica.