Cuando los peores dictadores que ha conocido la humanidad en los últimos siglos han buscado el poder para perpetuarse en el mismo han utilizado como estrategia el odio y la mentira, en donde la calumnia también ha sido otro método predilecto para hacer apología de la “crisis” y crear desazón en la ciudadanía. Esas patrañas las practicaron Hitler y Mussolini, aunque los campeones en esas actuaciones despreciables sean los comunistas, que le dan un carácter “sobrenatural” al Estado, debido a que si los gobiernos son sus adversarios políticos deben de responder por lo “divino y humano” que ocurra en una nación; sin importar los fracasos catastróficos y los millones de crímenes que le han acarreado a la humanidad las diferentes versiones del marxismo-leninismo.
Con eso claro, durante el gobierno del presidente Iván Duque, sectores de lo que llaman izquierda se han dado a la tarea de señalar a la actual administración de ejercer una violencia generalizada, lo cual es un exabrupto, porque aquí en Colombia no se ha perdido ningún paraíso, parafraseando a la obra de John Milton, pues la violencia comunista acompaña al país desde hace más seis décadas, cuando seguidores de la doctrina marxista-leninista, estimulados por los gobiernos de Cuba y la URSS, desarrollaron la estrategia de la violencia guerrillera para la toma del poder; por lo que habrá que recordar el adagio popular que dice: “aquellos polvos traen estos lodos”.
Pero los mamertos se hacen los de la vista gorda cuando se trata de analizar un tema como el narcotráfico y le echan la culpa al “régimen” de los asesinatos que suceden frecuentemente en zonas de cultivos ilícitos, desconociendo por ejemplo que las mafias del narcotráfico en México asesinaron a 30.000 personas en el 2019, y que esos mismos carteles tienen socios en Colombia. Sin embargo, al oportunismo marxista con sus diferentes motes lo que le interesa es alcanzar en el país el poder político sin importar el odio y las mentiras que tenga que fabricar, con el agregado de que a los llamado grandes medios de comunicación poco les importa mencionar el tema.
De manera farisea, mamertos y personajes proclives al totalitarismo hablan de un supuesto “odio” porque algunos ciudadanos adversos a sus intereses espurios los cuestionan. Y eso si es el mundo al revés, ya que la estafa comunista del marxismo-leninismo, que es seguida por las bandas narcoterroristas de las Farc y el Eln, es en los últimos 103 años para la humanidad la madre del odio, la mentira y el crimen, pues no hay que olvidar que el comunismo es responsable de más de 140 millones de asesinatos perpetrados por los marxistas más conspicuos como son: Pol Pot, Stalin, Lenin, Ho Chimink, Mao Zedong, Kim Il Sung y Fidel Castro. Aunque desde luego a las bandas armadas marxistas en Colombia les toca su parte de responsabilidad en esa calamidad, recalcando que el principio marxista de la lucha de clases es ni más ni menos que una vendetta, cuya práctica es igual a la de cualquier mafia.
El odio es el común denominador de la secta marxista-leninista, de ahí la consigna que ha enseñado el comunismo totalitario a sectores ignorantes y atrasados que ha influenciado acerca de que para ser un buen revolucionario “hay que amar al pueblo y odiar a su enemigo”, ¿pero cuál pueblo? Si la fauna comunista tiene su propia semántica, y al término pueblo le colocan un significado diferente del que conocemos el resto de mortales. Indiscutiblemente el odio es un patrimonio inamovible del marxismo, por ello no se explica en la lógica las posturas hipocráticas de los miembros de ese engendro, ya que para que exista la lucha de clases debe haber un odio inmenso.
Hasta donde se sabe, ni las Farc ni el Eln piensan abjurar de la lucha de clases, tampoco el resto de mamertería que abraza el esperpento marxista, pues la diabólica lucha de clases, según las entelequias totalitarias, es el motor de la historia. Entonces, la batalla de ideas se tiene que poner al orden del día para frenar las intenciones hegemónicas comunistas que buscan avasallar al verdadero pueblo colombiano, y por ello no hay que confundir la lucha de clases con la lucha social.
En el Manifiesto Comunista de 1848 se invita a la lucha de clases como un ajuste de cuentas o vendetta, en donde supuestamente se pretenden vengar las injusticias cometidas en toda la historia. Para ello los seguidores de la banda marxista en sus diferentes presentaciones por la concepción mágica de ese engendro se creen iluminados para dominar a sus semejantes, creando dictaduras a perpetuidad con ejemplos claros en Cuba, Venezuela, Norcorea, China y Vietnam (sin olvidar que en el resto de Latinoamérica quieren imponer la misma fórmula con el socialismo del siglo XXI y el Foro de Sao Paulo). Desde luego Colombia hace parte del proyecto totalitario, y de ahí que se continúa con la combinación de todas las formas de lucha, en donde las bandas narcoterroristas de las Farc(disidencias) y el Eln son parte importante del entramado.
De la misma manera que el marxismo-leninismo en una forma mendaz dice luchar a favor de los pobres y en contra del capitalismo (que tiene diferentes acepciones), el nazismo y el fascismo también manejaban esa prédica falaz, ya que tanto Hitler como Mussolini hablaban a favor de las masas necesitadas antes de llegar al poder, lo que significa que desde la visión del marxismo-leninismo este par de genocidas podrían aparecer también como “padres del proletariado”.