El apóstol San Pablo en la Primera Epístola a los Corintios 15:55 pregunta: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?”. La referencia la hacemos a raíz de la consigna comunista con la que se desgañitan los marxistas, proclamando la frase del Che Guevara, quien en la última carta al tirano cubano Fidel Castro le expresó: “Hasta la victoria siempre, patria o muerte”. Esto demuestra que el comunismo es sinónimo de muerte, tragedia y dolor, como se ha demostrado en sus 160 años de existencia, convirtiéndose en la organización que más ha cometido crímenes en toda la historia: con 150 millones de asesinatos, ejecutados principalmente por sus figuras más emblemáticas.
El fracaso del comunismo ha sido permanente e histórico, pero cabalgando sobre la ignorancia, el atraso, la violencia y la mentira es que ha logrado sobrevivir hasta nuestros días, haciéndole mucho daño a varias naciones, como sucede actualmente en la hermana república de Venezuela. Allá la pandilla de Nicolás Maduro pretende llevar al pueblo a una masacre sin precedentes, porque el poder para los parásitos comunista es su dios, sin importarles para nada la legitimidad ni el sufrimiento del pueblo, ya que el comunismo se fundamenta en llevar a las masas a la más absoluta miseria para que la elite marxista se perpetúe el poder mediante la represión, sin preocuparle en lo más mínimo las calamidades de la ciudadanía.
Las “bondades” de chavismo en 20 años se sintetizan en el asesinato por parte del régimen de 300 mil personas, con el agregado de que la pobreza actualmente frisa el 90%, con lo que se puede afirmar que esa es la “gran victoria” del comunismo en Venezuela, por lo que extirparlo es una misión loable para el futuro de Latinoamérica, y apoyar el gobierno de Juan Guaidó es cuestión de humanidad, para sacar del infierno al vilipendiado y escarnecido pueblo venezolano.
La bestialidad marxista se fundamenta en la irracionalidad y el delirio, pues desde que apareció el manifiesto comunista en 1848 se sublimó a la violencia como la partera de la historia, la cual según esa acromegalia hay que practicar porque otros la han utilizada en el pasado, invitando a los seguidores de esa corriente cruel a asumir el salvajismo, en donde la razón desaparece. Toda esa perversión es para alcanzar el poder político y someter a los pueblos a la dictadura.
El comunismo totalitario o marxismo, con personajes siniestros como Lenin y el Che Guevara, hacían exaltación al terrorismo para esclavizar a los demás seres humanos. El primero rechazaba el terrorismo individual, aunque lo justificaba cuando lo ejecutaba el partido, llamándolo “guerra revolucionaria”. El segundo, por su parte, defendía el terrorismo diciendo: “un revolucionario tiene que convertirse en una fría máquina de matar” y además afirmaba “tenemos que crear la pedagogía de los paredones de fusilamiento y no necesitamos pruebas para matar a un hombre”. Así mismo, invitaba a poner bombas en cualquier lugar donde se encontraran los enemigos, sin importar quién sea la víctima, como ocurrió hace algunos días en la Escuela General Santander en Bogotá (en donde murieron 22 personas, por la acción terrorista de la banda armada narcomarxista del ELN). Siendo otros destacados terroristas del marxismo en la historia a nivel universal: Pol Pot, Stalin, Mao Zedong, Kim Il Sung, Ho chi Minh y Fidel Castro, entre otros.
“La moral revolucionaria” que practican grupos terroristas marxistas, no tiene nada que ver con la verdadera moral humanista, que enseña a no hacerle a los demás lo que no quieras para ti, o hacer el bien y evitar el mal, pues esa falsa moral del comunismo totalitario desprecia la vida, la ética y la razón, tomando las supersticiones de la revolución y el socialismo como sus patentes de corso para infringirle dolor y sufrimiento a otros, porque su aspiración máxima es la toma del poder y por eso el resto de seres humanos son simples herramientas para lograr ese fin.
En algunas ocasiones hemos mencionado que Antonio Gramsci, comunista italiano, le hacía alabanzas a la irracionalidad, despreciando la lógica y la moral para afirmar que no se necesita de la razón, sino que lo importante era ganarse mediante el engaño a los sectores más ignorantes y atrasados de la sociedad para conquistar el poder y perpetuarse en él. De la misma manera, hace algún tiempo el cura brasileño Frei Betto, quien representa a la teología de la liberación, confirmaba las afirmaciones de Gramsci, diciendo que no se necesitaba de la razón, quedando patentado que tanto en el comunismo totalitario tradicional como en el marxismo cultural la razón no tiene cabida.
Comunistas totalitarios, ante su desnudez teórica para dar el debate en defensa de sus dogmas fundamentados en la sinrazón, acuden al argentino Ernesto Laclau(1935-2014) considerado un postmarxista, para tener un nuevo disfraz tomando una supuesta democracia radical basada en el hegemonismo de la cúpula marxista, en donde la opresión en contra de las masas sigue siendo la premisa fundamental, pero mencionando un pluralismo agonístico, teniendo siempre como estrategia el socialismo o sea que eso continua siendo el mismo tóxico con diferente presentación.
El cristianismo católico, a quienes muchos consideran como oscurantista, en la encíclica magistral Fides et Ratio(fe y razón) del 14 de septiembre de 1998 promulgada por el papa San Juan Pablo ll, expone con meridiana claridad cómo la fe debe ser sustentada en la razón y la lógica, mientras que la fauna marxista sigue insistiendo en la brutalidad y el salvajismo, eso sí cambiando únicamente de etiqueta para continuar con la violencia y la mentira. Por ello es indiscutible que la razón fundamentada en la realidad y la verdad prevalece ante las acechanzas del comunismo totalitario, resaltando además que la razón siempre va de la mano de la verdad, siendo la savia de la civilización occidental.
La batalla ideológica la tiene perdida el marxismo-leninismo, ya que se fundamenta en la barbarie. Sin embargo, su perversidad es proverbial, por ello hay que estar atentos a su accionar, porque el prolongado conflicto que ha vivido Colombia, en donde las Farc y el ELN lograron sobrevivir a la debacle comunista con caída del muro de Berlín y al derrumbe de la URSS, se debió a que los demócratas no arreciaron la lucha ideológica en aquellos años en contra del marxismo-leninismo y, además, el narcotráfico (como forma de lucha) sirvió para fortalecer a esas bandas armadas, con el agregado de que el atraso en los sectores rurales del país también ha servido de caldo de cultivo para las intenciones totalitarias del marxismo-leninismo.