La única autopista para llegar a Bojayá es el río Atrato. Desde Quibdó, la capital del Chocó, son 210 kilómetros río arriba. Es la misma distancia que hay desde Bogotá a Ibagué. Al partir de la capital chocoana hacia el olvidado Bojayá, un pueblo de gente pobre, al que se lo han intentado tragar la guerrilla, los paras, el Ejército y el abandono del Estado, el recorrido se hace en tres horas y media. La única opción que tienen los hombres y mujeres en esa selva es montarse en una lancha que anda a 60 kilómetros por hora o en una panga –una embarcación de madera de al menos seis metros de larga— que hace el mismo viaje en 14 horas.
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El pasado 17 de mayo, en medio de la algarabía de un pueblo negro mezclado con unos cuantos indígenas emberá, que también viven en La Loma de Bojayá, un corregimiento de 150 casas, la mayoría hechas con madera y bareque, el presidente Gustavo Petro, inauguró uno de los proyectos banderas de su gobierno bautizado con el nombre Comunidades energéticas.
Desde una tarima de madera puesta en la cancha de microfútbol del colegio Agrícola La Loma, reconstruido hace un par de meses, el Presidente junto a los ministros de energía, Andrés Camacho y Educación, Aurora Vergara Figueroa, les explicó a los bojayaceños cómo con paneles llegará la energía a colegios, hospitales y pueblos pequeños que carecen de electricidad.
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El objetivo del programa es que las mismas comunidades sean las dueñas de la energía; que sean los pobladores quienes administren, operen y mantengan la propia infraestructura para generar electricidad.
Cómo estudian y viven en La Loma sin electricidad
El Colegio de la Loma es el mástil del corregimiento. Es el orgullo de los lomeños. Es el espacio social de niños y niñas afrodescendientes y los pocos indígenas que viven allí. Nunca en la historia de aquel colegio, habían podido estudiar con electricidad durante sus clases, las cuales transcurrían en medio del calor que, para ellos, aunque acostumbrados al clima, muchas veces era insoportable.
Los portátiles que programas como Computadores para Educar les llevaron en su momento, por ejemplo, al igual que los televisores que tenían, eran solo un adorno. Se usaban únicamente en horarios extracadémicos. La planta del pueblo que funciona con Acpm solo se enciende por orden local, y para que aguante el combustible, a partir de las 3 de la tarde.
Los paneles que transforman la vida y llegaron para quedarse
Los paneles que le entregan energía al colegio Agrícola 24 horas llegaron a La Loma después de una visita que hizo la vicepresidenta Francia Márquez a la Institución Educativa dirigida por Ludy Luciel Mena, una negra lomeña, de 51 años, que hizo carrera como profesora por fuera de su pueblo, al que regresó para dirigir el colegio donde se formó siendo una niña.
La Loma, está a orillas del río del mismo nombre, un brazo del gigante Atrato, el río más caudaloso de Colombia que nace en el cerro de Caramanta, entre en los Altos de la Concordia y los Farallones de Citará, una montaña chocoana y antioqueña, a unos 4.000 metros sobre el nivel del mar y desemboca en el Golfo de Urabá en el mar Caribe.
La vicepresidenta Francia Márquez visitó la Loma de Bojayá el 10 de junio de 2023. Allá llegó con el ministro de las TICs, Mauricio Lizcano y con funcionarios de los ministerios de Minas, de Educación, Agricultura, Ciencias y Defensa y prometió, entre otras cosas, energía para el colegio.
En ese momento, el colegio del pueblo fue puesto en la lista de Instituciones que serían convertidas en Comunidades académicas energéticas. Esto significa que fue priorizada por el Fondo de Energías no Convencionales y Gestión Eficiente de la Energía (Fenoge), entidad adscrita al Ministerio de Minas que empezó su trabajo en el colegio.
Fenoge y el Ipse, entidades de MinMinas, tienen la tarea de planear y decidir dónde, cómo y cuándo se les llevará electricidad a las comunidades seleccionadas. Un par de meses después de esa visita, un par de ingenieros eléctricos estaban montados en el techo del colegio instalando 40 paneles solares y 6 baterías de almacenamiento de energía.
Así se hizo la luz en La Loma
Llegaron a Quibdó desde Bogotá. Ya en la capital chocoana subieron los paneles en la panga de madera que, por el peso, tardó casi 20 horas en llegar a La Loma, que es el corregimiento más importante de Bojayá, después de Bellavista, su cabecera municipal y que vive principalmente de cultivar piña, caña, plátano y también de la pesca.
El trabajo de instalación y los demás dispositivos que convierten la energía solar almacenada en los paneles en energía eléctrica, tardó un poco más de tres meses. Lo mismo han hecho ya en 22 colegios más del Pacífico.
Si llevar los paneles no fue fácil, tampoco lo fue llevar al presidente Petro, quien por poco no va, aunque es el primer mandatario que, en más de 200 años de vida republicana del país, que se aparece en La Loma.
Con la visita del Presidente para ver los paneles instalados en el colegio y constatar cómo los estudiantes podrán aprender más ahora que tienen luz durante 24 horas al día, quedó formalmente conformada la primera Comunidad energética.
Así, aquel pueblo fundado a comienzos del siglo XX que hace parte de la Colombia metida en medio de la selva, vio cómo el Estado pagaba una deuda histórica con el Chocó y específicamente con Bojayá porque los bojayaceños necesitaban reafirmar que no son un pueblo olvidado y dejado a su suerte. La presencia de Gustavo Petro en la tarima de madera puesta en la nueva cancha de baloncesto los hizo sentir acompañados.
Entre los testigos de este momento histórico para los pobladores de Bojayá había personas que se salvaron de morir en la tragedia de mayo de 2002 y también familiares de aquellos 79 muertos que dejó el estallido de un cilindro bomba lanzado por las extintas Farc a la iglesia del pueblo en medio de una batalla contra una cuadrilla de paramilitares.
La alegría de los 498 niños del colegio, los profesores y del pequeño pueblo de 150 casas cuando arrancó el sistema y pudieron prender desde tempranas horas de la mañana los computadores, los televisores, los ventiladores y dedicarles tiempo a los proyectos de ciencia y tecnología, hace parte de aquella reconstrucción que exige y se le debe a un pueblo que ha sido golpeado y masacrado.