Hay muchas teorías sobre la efectividad en comunicación de masas de los grandes estudiosos. Sin embargo, estos no contaban con lo que vendría, “el poder de las redes sociales”, las cuales se pusieron sobre el tapete para lograr el impacto ante una sociedad que en ese entonces estaba en silencio obligatorio por la falta de herramientas o canales de expresión libre que le permitiera manifestarse sobre la situación que estaba viviendo o la que le inquietaba de su realidad, su país y su calidad de vida. Ahora las cosas son distintas porque se hace más evidente el desenfoque de la sociedad civil a través de sus propios canales como Twitter, Facebook, YouTube, Instagram entre otros.
Los tiempos han cambiado y por ende los discursos y las estrategias de los líderes que pretenden conquistar a una comunidad a través de la comunicación. Todos ellos se han visto incrustados en detectar cómo llegar y utilizar con habilidad y creatividad la influencia y el poder del mundo virtual, que se ha tomado el eje de la opinión en medio de sus defectos, debilidades, confusión y contaminación de mensajes que se viven y crece cada vez más en su universo… pero el meollo está ahí.
Ahora bien, ¿por qué considero que la fuerza en la comunicación es mayor en Trump que en Biden?, ¿por qué a pesar de que Biden tiene a su favor los medios convencionales de los Estados Unidos adeptos a él y a su partido, si se va a medir impacto en la comunicación no le alcanzará para llegar a convencer al mayor número de votantes? Muy sencillo, porque Trump ha sido un genio en el manejo de la psicología de masas, independientemente de su color político, resultados frente a la pandemia o personalidad particular demostrada para comandar la primera potencia mundial:
1. Todos los días es polémico en sus declaraciones y acapara la atención.
2. El efecto de lo que dice, sea bueno o malo, logra invadir los contenidos editoriales, los medios audiovisuales de opinión todos los días.
3. La marca Trump está cien por ciento vigente, de moda y entra por los oídos, por los ojos y por el sentimiento americano, ya sea para criticarlo o para alabarlo.
4. Es auténtico, no le tiene temor al oso público (ejemplo: el primer debate con Biden no dio chance a la exposición clara y contundente de su adversario), así le lluevan críticas y aparentemente reacciones negativas ante el mundo votante.
5. Su nombre es fuerte en redes sociales, dinamiza y confronta incrementando la polémica y una polarización nunca antes vista en los Estados Unidos.
6. Los medios editoriales amigos de Biden han logrado un efecto contrario, al tratar de denunciar hechos pasados de Trump y algunos tan delicados como sus cuentas fiscales personales para llevarlo al abismo, pero al contrario lo que han ocasionado es una reacción a su favor, pues el ciudadano de a pie en los Estados Unidos, muchos latinos entre ellos, consideran que esas denuncias, escándalos de faldas, etc. son solo producto de puñaladas traperas y no entran en el juego de reconocerlas como debilidades del hoy presidente y candidato.
Habría quizás otras razones estratégicas que lo conducen a que sea fuerte en su marca, así en su gobierno tenga puntos débiles de gestión que motivan censura en grande editoriales. Solo el tiempo de aquí a noviembre lo dirá. Sin embargo, el impacto que logra Trump para expertos neutrales es tan grande que pareciera que existiera en el mundo virtual y en el mundo tradicional de las comunicaciones un solo candidato del que hay que criticar, polemizar, acabar, elogiar… pero al fin y al cabo, del que hay que hablar… ha invadido con la ayuda de adeptos y opositores el imaginario político y eso es un tesoro a la hora de decidir en las urnas.
Amanecerá y veremos si Donald Trump gana y es reelegido, no porque sea necesariamente el mejor, sino el que más hábilmente manejó sus herramientas de comunicación y las utilizó ubicándolo como el más popular, “el que estuvo vivo y existió en una compleja contienda electoral”.