La Negra, sentada a mi izquierda en una de las más de mil sillas blancas ordenadas cuidadosamente en el recinto del pabellón de Corferias, me comentó en voz baja y emocionada, que la mujer que habían llamado a ubicarse al frente en la tarima donde se hallaban los integrantes de las listas a Senado y Cámara por Comunes era una antigua guerrillera del Bloque José María Córdoba. Se llamaba Gloria, y había perdido muchos familiares durante la guerra.
Uno tras otro habían muerto en acción, ocasionándole repetidas angustias y pesares. Todos habían sido combatientes, y sólo ella había logrado sobrevivir. Ahora su nombre figuraba en la lista al Senado para las elecciones de 2022. Seguramente no alcanzaría a ser elegida, pero le estaban haciendo un reconocimiento muy justo. A la gente le hacen olvidar que los guerrilleros fueron revolucionarios honestos, que lo entregaron todo por su pueblo.
Y que la cruenta guerra generó violencias que no hallan explicación razonable por fuera de ella. Durante el acto vi pasar de un lado a otro a un hombre con rostro familiar, al que sin embargo no pude precisar en mis recuerdos. Rondaba los treinta años, y le faltaba por completo el brazo derecho. No quise preguntarle, pues me dije que le reviviría momentos de un pasado amargo. De un bombardeo, de una ráfaga de punto 50, de una esquirla de mortero.
De algún penoso accidente con explosivos. Había por lo menos dos mil personas en el pabellón. Siguiendo por las pantallas gigantes ubicadas a derecha e izquierda de la tarima, los detalles que por la distancia no alcanzaban a apreciar en ella. Aunque también podían dirigir sus miradas al escenario. Allí se presentó el grupo llanero que acompaña a Anderson, un muchacho que desde sus tiempos en filas se distinguió por su habilidad artística para el canto.
Recuerdo que años atrás el Mono Jojoy se refirió a él en una reunión de mandos. Dijo que por problemas de salud había sido enviado a tratamiento médico afuera, y que en realidad había que descartarlo como combatiente, no volvería más a filas. Se equivocó, Anderson regresó y estuvo en filas hasta la dejación de armas. Hoy milita con mucho fervor en Comunes. Y se ha convertido en un intérprete excelso del folclor llanero. Además compone canciones muy bellas.
Hizo parte de la columna de bachilleres creada en las Farc durante la zona de despeje del Caguán. La conformaban unos 150 combatientes, entre mujeres y hombres, integrados en tres compañías que se ocupaban al tiempo en actividades de orden público y capacitación en distintas especialidades. Es uno del puñado de sobrevivientes de aquella experiencia. En el acto político cultural de presentación de listas al Congreso vi a varios de ellos.
Y recordé muchas cosas. De los bachilleres hizo parte una muchacha Natalia, que venía del Frente 42 y la llamaban la avispa por su silueta perfecta. Su belleza sin par fue arrollada por la guerra. Alguna vez conseguí una fotografía suya y la escogí como carátula de mi novela Algún día será, publicada en 2018. Me dolió saber que su madre había visto esa portada y que clamaba con agudo sufrimiento por conocer el lugar donde había sido sepultada su hija.
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Me pregunto por qué los exguerrilleros fueron excluidos de su condición de víctimas del conflicto, cuando muchos de ellos llegaron a las Farc huyendo de la violencia criminal que asolaba sus veredas y pueblos
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Me pregunto por qué los exguerrilleros fueron excluidos de su condición de víctimas del conflicto, cuando muchos de ellos llegaron a las Farc huyendo de la violencia criminal que asolaba sus veredas y pueblos. Cuando perdieron la vida en combates contra las tropas de un Estado que agenciaba la muerte y el terror en las regiones. Cuando sus familias fueron destrozadas y perseguidas. Hay demasiada unilateralidad en esa decisión absurda.
Igual que de Anderson, el Mono también expresó algo semejante de Lucas Urueta, equivocándose también en su juicio. Ahora Lucas es candidato a la Cámara por Atlántico. Y será parlamentario sin duda. Como lo será por Antioquia Pedro Baracutao, sobreviviente también de aquella columna de bachilleres, a la vez que del acoso de todo tipo que sufrió el ETCR de Vidrí, en el Atrato. Comunes presenta listas que suman años de lucha y sacrificio.
La presentación de las listas de Comunes fue una fiesta, después de años de esfuerzo
Como los de Imelda Daza, única concejal de la Unión Patriótica elegida en el Cesar en los años ochenta, que sobrevivió a la operación de exterminio contra ese partido, y que se vio obligada al exilio durante 26 años en Suecia. Una vallenata confinada a Escandinavia, hay que saber cuánto duele eso. También vi en la lista al Congreso a Rosiris, sobreviviente del bombardeo a Raúl Reyes en Sucumbíos, refugiada y estudiando en Nicaragua durante muchos años.
Verlos a todas y todos en la tarima con el escudo gigante de Comunes al fondo, confirma que no se pueden matar las ideas, que los sueños pueden hacerse realidad, que por largo que sea el camino, aquellos que perseveran terminarán por llegar.
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