Comprar vivienda es, quizá, una de las experiencias más placenteras que se pueda experimentar. Se conjuga en ello la satisfacción de llevar a los suyos la tranquilidad de un hogar y la tranquilidad de saberlos protegidos y felices. Las expectativas de cada uno de los miembros de la familia parecen confluir en esa charla cotidiana de cuándo entregaran ese espacio que permitirá compartir vivencias, sonrisas, alegrías y también tristezas. La familia entera se prepara para ese gran momento en que una puerta se abrirá y los temores se alejarán para siempre. Todos los esfuerzos familiares, los ahorros, las abstinencias de esos pequeños y gratos gustos se verán compensados por la posesión de una vivienda que abrigará sueños y esperanzas.
Tal el caso de la familia Enríquez que después de muchos años lograron hacer realidad su anhelo. Escoger sitio, precios, estilo y modelo, dimensiones, características y un sinnúmero de etcéteras al fin se volvería una realidad. La espera se hacía interminable, las conversaciones giraban en la manera en que adecuarían cada espacio de ese apartamento y hasta la forma como se distribuirían los cuartos y las tareas.
En sus distintas conversaciones con el constructor formulaban las preguntas de rigor: color, dimensiones, marcas, modelos… etc., y éste siempre y una vez más les ofrecía una respuesta que los dejaba satisfechos y contentos. Hasta que llegó el gran día y las sonrisas se transformaron en pequeños signos de decepción: las dimensiones del apartamento no eran las acordadas, los colores ofrecidos no siquiera se acercaban a lo pactado, las marcas de los accesorios (sanitarios, lavamanos, duchas, etc.) no correspondían a lo publicitado y ofrecido. Lejos se encontraban de imaginar que en poco tiempo las paredes se deteriorarían al extremo de dejar su vivienda sin valor comercial. Lo único que se conservaría sería la cuota bancaria que sin importar la nueva realidad familiar continuaría acechando mes tras mes la tranquilidad de cada uno de los miembros de la familia Enríquez.
Esta historia seguramente es la de muchos, varían algunos elementos pero en esencia es la misma. Y es que comprar vivienda en planos se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza para muchos que al poco tiempo empiezan a palpar la decepción de lo ofrecido o pactado y lo recibido. Pululan los constructores inescrupulosos que no tienen pudor alguno en entregar una vivienda que en nada o muy poco corresponde a lo ofrecido en planos, expertos en argucias y en triquiñuelas truecan diseños, accesorios, instalaciones y hasta materiales de construcción.
Seguramente la familia Enríquez tendrá que iniciar un tortuoso camino para denunciar los atropellos de los cuales fue víctima y buscar una compensación a su frustración económica y emocional. Por fortuna hoy las leyes son ágiles y permiten obtener resultados rápidos y concretos. Pero es importante que usted guarde plegables, publicidad, ofrecimientos y todo tipo de pruebas que permitan demostrar el fraude o engaño del constructor. Sobre todo perder el miedo y enfrentar y afrontar al inescrupuloso que sin pudor alguno timó los anhelos familiares.
Existen algunas precauciones que se deben tener al comprar una vivienda sobre planos, una de ellas, una vez terminado el proyecto es “una vez finaliza la construcción de la casa, antes de firmar la escritura de compraventa, hay que comprobar que la obra se ha ajustado a la memoria de calidades, que hay un seguro que cubra daños o desperfectos en la vivienda y que existe un certificado de fin de obra y licencia de primera ocupación, sin la cual no podemos entrar a vivir en ella”. Sin este requisito se expondrá, como la familia Enríquez, a todo tipo de timos y engaños.
En la segunda entrega de esta crónica analizaremos aspectos legales, normas, procedimientos de reclamo y las formas de lograr para usted y su familia una protección patrimonial y el respeto de lo pactado con el constructor. Si le ofrecieron, por ejemplo, sanitarios o lavamanos de una marca, por ningún motivo debe permitir que sean reemplazados sin su consentimiento, esto, por sí solo, es una clara muestra de incumplimiento de contrato y usted puede hacer el respectivo reclamo y buscar una indemnización. Que la alegría de un nuevo hogar no se vea empañado por la frustración y el desengaño de recibir algo totalmente ajeno a lo ofrecido.