¿Se ha preguntado usted qué ha llevado a los estudiantes colombianos a marchar en repetidas ocasiones por las calles de las ciudades del país? ¿Se ha preguntado usted por qué las universidades públicas han entrado en un cese de actividades que ya se acerca a los dos meses? Quizá es que son simples vándalos drogadictos que todo lo quieren gratis y disfrutan haciendo sufrir al honesto trabajador citadino votante de derecha, al que nada le han regalado, y por ello interrumpen el tráfico y paralizan las ciudades. O son solo pobres víctimas, alienadas y adoctrinadas por la insidiosa izquierda colombiana en su plan de establecer en Colombia una dictadura asesina, al mejor estilo de los Jemeres Rojos en Camboya.
Puede ser que sí, o puede que las respuesta sea más compleja, revisemos algunas cifras relativas a la educación superior en Colombia para aclarar el panorama, comparándolas con otros países de la OCDE, aprovechando nuestro ingreso a este selecto club de países de avanzada:
En Colombia, el gasto por estudiante es uno de los más bajos entre los países de la OCDE. Mientras que en Colombia el gasto por estudiante es de 3245 USD, en México es de 3703 USD, en Brasil es de 5610 USD, en Chile es de 5135 USD y en Argentina es de 4240. En Estados de bienestar europeos, como España o Noruega, el gasto por estudiante es de 8752 USD y 15510 USD respectivamente, siendo el promedio de la OCDE de 13.958 USD.
Paralelamente, la proporción de recursos propios con los que se financia la educación universitaria es ostensiblemente mayor en Colombia que en la Unión Europea y la mayoría de los países americanos. Los hogares y estudiantes colombianos aportaron en el 2017, un 32% del costo educativo total, similar a los aportes realizados por los estudiantes y hogares chilenos (36%), estadounidenses (33%) e ingleses (29%), lo cual constituye aportes considerablemente mayores que los hechos por los hogares y estudiantes mexicanos (21%), españoles (18%), argentinos y franceses (13%), suecos (3%) y noruegos (1%).
En materia de educación superior, el gasto público se ejecuta principalmente a través de transferencias directas hechas a las IES (47%), transferencias al Sena (18%) y del presupuesto asignado al Icetex para la expedición de créditos educativos (20%). A partir de cálculos hechos utilizando los datos del SNIES, para el año 2017 la oferta de educación universitaria se encontraba compuesta por un 53.8% de IES privadas y un 47.2 % de IES públicas, siendo la proporción de estudiantes de universidades privadas superior al promedio de la OCDE estimado en un 31%. Si bien los costos de las matrículas de las IES privadas varían dependiendo de la institución, se estima que el costo promedio de las matrículas de las instituciones de carácter privado es seis veces mayor que el de las instituciones oficiales.
Adicionalmente, en tanto la participación de las IES privadas ha aumentado en la oferta de educación superior, los incrementos en los precios de las matrículas hacen que los estudiantes colombianos dependan cada vez más de recursos propios y del acceso a crédito educativo, factores que explican parcialmente el elevado gasto individual o del hogar destinado al financiamiento de la educación expuesto previamente.
Para el año 2018, el Icetex contaba con un presupuesto cercano a los 850 mil millones de pesos para la adjudicación de créditos educativos en sus distintas modalidades contando para el mismo año con 4.100.000 usuarios activos, de los cuales el 87.5% estudian en instituciones privadas y el 12.5% en universidades públicas. De los 4.100.000 usuarios, 60.000 tienen la cartera vencida y 39.000 de estos tenían una mora de 90 días o más. La cartera total del Icetex asciende a los 3.9 billones de pesos, y la cartera vencida es de aproximadamente 260 mil millones de pesos, lo cual implica que uno de cada diez usuarios de los servicios de crédito del Icetex se encuentra en mora.
Teniendo en cuenta que en Colombia, la proporción de gasto del hogar o individual en el financiamiento de la educación superior es considerablemente alto, como se evidenció previamente, el incremento sostenido de los costos de matrícula y la dependencia al crédito educativo afecta principalmente a los estudiantes que provienen de hogares de menores ingresos, lo cual constituye un factor explicativo importante de la deserción escolar universitaria en tanto los costos de matrícula se convierten en cargas económicas insostenibles para el estudiante o su familia.
No sé ustedes, pero en lo personal, estas razones me parecen más convincentes para entender las decisiones que han tomado los estudiantes colombianos en los últimos dos meses, en vez de las simplificaciones prejuiciosas e indolentes que atentan contra la dignidad de los estudiantes colombianos y que gente como María Fernanda Cabal no se cansa de escupir en los micrófonos.
¡Todos a apoyar la educación pública, gratuita y de calidad!