En el año 2000 descubrí a Jackson Pollock, gracias a la película dirigida y protagonizada por Ed Harris. Un retrato preciso y conmovedor del artista que creó, un estilo único de la pintura abstracta en movimiento.
Pollock nació el 28 de enero de 1912, el menor de 5 hermanos. Desde su juventud se destacó por su carácter rebelde, aislado y volátil que con los años se vería plasmado en su obra.
En 1941 conoció a la artista Lee Krasner, quien se convertiría en su esposa y en el polo a tierra que lo incentivó a pintar y a encontrar el éxito y una estabilidad que duró muy poco, cuando vivían en una casa de campo a las afueras de Nueva York.
Su afición por el alcohol, lo llevó a tener una vida caótica y llena de altibajos, sin embargo alguna vez dijo “El alcohol libera el inconsciente si eres capaz de controlarlo”. Y él pensaba que lo controlaba, de hecho la pintura le ayudaba a que fuera así, pues él pintaba desde sus vísceras y de cierta manera podía desfogar toda esa complejidad de su ser.
Sus cuadros de gran formato, reflejan la confusión, tristeza e ira de una persona que cargaba un montón de sentimientos difíciles de expresar verbalmente y la de un alma que percibía la belleza de la naturaleza y de los animales, a los cuales él protegía y sacaban lo más hermoso de su complicado ser.
Pollock se fundía con el lienzo (prefería pintar sobre el suelo que en el caballete). El pincel danzaba dirigido por su majestuosa mano, mientras la pintura acariciaba poéticamente la tela. Y para él, terminar un cuadro era como llegar al orgasmo.
Nunca trabajó con dibujos ni con bocetos, su pintura era directa, inmediata, espontánea, apasionante y orgásmica.
Lamentablemente su alcoholismo, alimentó ese carácter volcánico e impulsivo, y en 1955 dejó de producir. Su extrema sensibilidad, y dificultad para encajar en el mundo, lo llevaron a un aislamiento que hizo que el alcohol terminara controlando su vida.
A causa de su alcoholismo murió en un accidente automovilístico en 1956, iba acompañado por su amante Ruth Kilman, (la única que sobrevivió), y la amiga de ésta Edith Metizge.
Su inconsciente jamás se liberó por completo de esos fantasmas que lo atormentaban y su escapismo etílico terminó derrumbándolo.
Ed Harris logró inmortalizarlo en su película “Pollock”, la cual nos permite ver al artista más allá de sus vicios y decadente vida. Una cinta que revela el encanto de la obra de Jackson y la belleza de un alma corroída por la tristeza.