En muchos debates académicos, políticos, de bar y de redes sociales, es muy común escuchar a los más arraigados críticos del libre mercado referirse de manera peyorativa a la competencia entre empresas, con argumentos que rozan profundamente la moralidad, la exageración y los burlescos ejemplos que se suscitan para desprestigiar esta escuela de pensamiento, pues en el fondo algunos dudan, y con razón, de la capacidad una microempresa de hacerse un espacio en el mercado cuando debe competir contra las grandes empresas o los monopolios más antiguos en una economía libre de restricciones.
En días anteriores se presentó en la bolsa de valores de EE. UU. un suceso anómalo en ese mercado, las acciones GameStop, una empresa de videojuegos cuyo precio caía en picada, se vio impulsado de manera significativa por un grupo de inversionistas jóvenes que se contactaron a través de WallstreetBets, una plataforma digital descentralizada en donde se discute el comercio de acciones. El problema radica en que Melvin Capital, uno de los fondos de inversión libre más importantes de Wall Street, tenía inversiones en corto con esta empresa de videojuegos, es decir, este fondo pidió prestadas o alquiló acciones de GameStop cuando tenían un precio de 10 dólares el año pasado para pagarlas en el futuro cuando las acciones valieran menos de 10 dólares y de esta forma generar una ganancia con la diferencia, la semana pasada las acciones alcanzaron los 220 dólares.
En este orden de ideas, uno de los fondos más importantes del mundo perdió más de la mitad de su patrimonio en menos de una semana a causa de pequeños inversionistas que impulsaron el precio de una acción. En los acontecimientos de los últimos días se evidenció en la práctica lo que en la teoría se veía tan utópico, el argumento flojo de los más fervientes defensores del libre mercado de “en una economía sin restricciones económicas impuestas por los gobiernos una empresa pequeña puede competir con Coca-Cola” terminó siendo factible la semana pasada.
Este fenómeno parece ser más usual de lo que se piensa, pues si revisamos el top 5 de Forbes de las personas más ricas del planeta, en rangos muy cortos de tiempo se presentan cambios muy fuertes en su composición, tanto así que todos los nombres de la lista se ven alternados varias veces en menos de diez años; con la excepción del magnate de las inversiones (Warren Buffett) y el filántropo y empresario informático (Bill Gates), quien incluso ha perdido el trono del hombre más rico del mundo en varias oportunidades.
No. | 2000 | 2005 | 2010 | 2017 | 2020 |
1. | Bill Gates (Microsoft) | Bill Gates (Microsoft) | Carlos Slim (Telmex) | Bill Gates (Microsoft) | Jeff Bezos (Amazon) |
2. |
Larry Ellison (Oracle), | Warren Buffett (B.H.) | Bill Gates (Microsoft) | Warren Buffett (B.H.) | Bill Gates (Microsoft) |
3. |
Paul Allen (Microsoft), | Lakshimi Mittal (Mittal Steel Company) | Warren Buffett (B.H.) | Jeff Bezos (Amazon) | Warren Buffett (B.H.) |
4. |
Warren Buffett (Berkshire Hathaway) | Carlos Slim (Telmex, Grupo Carso, Otros). | Makesh Ambani (Reliance Industry) | Amancio Ortega (Inditex) | Bernard Arnault (Louis Vuitton) |
5. |
Karl y Theo Albrecht (Aldi Süd).
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Príncipe Al Waleed (Kingdom Holding Company) | Lakshimi Mittal (Arcelor Mittal) | Mark Zuckerberg (Facebook) | Carlos Slim (América Móvil, Grupo Carso) |
Fuente: Elaboración propia con datos de Forbes
Con estos ejemplos se plantea una duda sobre la capacidad de los pequeños empresarios a la hora de abrirse un espacio en el complicado y poco agradecido mundo de los negocios, sin embargo, muchos casos de empresas o personas que han alcanzo un alto nivel patrimonial han empezado con poco o nada, es decir, han logrado permear bajo las mareas monopolísticas de algunas multinacionales para gestionarse un merecido lugar bajo el cual muchos pequeños ahora quieren penetrar compitiendo como iguales.