Compartir la vida con animales no humanos

Compartir la vida con animales no humanos

"El sentimiento hacia estos maravillosos seres crece día a día y mi única intención es acompañarlos, brindarles todo el cuidado y el amor posible"

Por: Ehyder Mario Barbosa Pérez
febrero 22, 2021
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Compartir la vida con animales no humanos
Foto: Hippopx

No había tenido la oportunidad de compartir mi vida con animales no humanos, animales de compañía, mascotas. Nací en la ciudad y en mi niñez no hubo posibilidad de la compañía de animales, situación que en las zonas rurales es más común por las características propias de los territorios y las idiosincrasias del campo.

La relación con los animales está marcada por sesgos ideológicos impuestos por una sociedad que los concibe como objetos para uso y goce del humano. Cada año miles de millones de seres inocentes (se habla de 70.000 millones de animales sacrificados al año) son dispuestos para la alimentación de los más de 7.500 millones de humanos que poblamos el planeta. De entrada, el conflicto ético es ineludible, para mí el principal punto de la relación con los animales, para no mencionar las nefastas consecuencias que la ganadería industrial trae para el ambiente y el planeta representando, además, la causa principal del calentamiento global.

En los últimos años, y gracias a la lectura de varios libros que cambiaron radicalmente mi forma de concebir a los animales no humanos (pienso en La Puta de Babilonia, de Fernando Vallejo; Comer animales, de Jonathan Safran Foer; Decadencia, de Michel Onfray) comprendí que son nuestros compañeros en el tránsito por la vida, que son seres inocentes que solo merecen nuestro amor y compasión y que no deberíamos actuar para causarle daño, ninguno. Son nuestro prójimo y deberíamos actuar para ser la voz de seres sin voz.

Vivo solo y tenía la idea de la compañía de un animal, pensaba en un gato por la posibilidad que brinda para adaptarse a un espacio como lo puede ser un apartamento en Bogotá. Y pensaba en la adopción como la única estrategia para llegar a él (a ella, quería la compañía de una hembra felina). Comprar animales nunca sería una opción porque no son objetos y es un mercado que degrada de manera infame la vida de las hembras.

A finales de 2020 inicié la búsqueda. Con la ayuda de un primo se dieron varias posibilidades que no se concretaron. No es fácil llegar a un animal para adoptar a pesar de que cada vez es más frecuente encontrar páginas e información para la adopción responsable. La demanda es alta, aspecto que celebro, y la espera continuaba. Las dificultades de concretar la adopción me llevaron a descartar por unos días el proceso y continuarlo a principios del 2021.

Pero llegó la posibilidad. Mi primo me escribió contándome acerca de unos gatos en una casa de campo que estaban disponibles para adopción: tres felinos hermanos de una misma camada. Una señora se quedaba con uno de ellos por lo que quedaban dos, un macho y una hembra, de mes y medio cada uno. Mi idea inicial era adoptar una gata, no había pensado en que fueran dos. Sin embargo, para no separar a los hermanos, se me consultó si me animaba a adoptar los dos y acepté. Pensaba “¿en qué me metí? Nunca he convivido con animales y ahora serán dos” Dudas que se esfumaron tan pronto llegaron al apartamento Gaia y Horus, nombres pensados con anterioridad para los nuevos habitantes. Y fue la mejor decisión: dos gatos, o una gata y un gato en este caso, se hacen compañía, juegan, se buscan, podría decir que se necesitan el uno al otro, situación que ha facilitado la adaptación de estos bellos seres a su nuevo entorno.

Han pasado dos meses desde su adopción y estoy absolutamente enamorado de estos bellos e inocentes seres. Hay una frase de la cual desconozco su autoría que dice algo así como: “Un ser humano no está completo si no ha amado a un animal”. Y puedo decir que es cierto. El sentimiento hacia estos maravillosos seres crece día a día y mi única intención es acompañarlos, brindarles todo el cuidado posible y todo el amor para que el tránsito por la vida sea el mejor para ellos.

Muchos de estos seres están esperando la oportunidad para ser parte de hogares amorosos. Por favor, adopten, no compren animales pues no son mercancía y el proceso es degradante para ellos al ser concebidos como objetos de compra venta con graves consecuencias para la salud de las hembras.

Gaia y Horus han llegado a mi vida para compartir un tramo de la vida. Y celebro su vida y su compañía con estas palabras que no tienen otro propósito que honrar a los animales del planeta, nuestros compañeros, nuestros prójimos.

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