Francia y Colombia son dos lugares del mundo en los que hoy las protestas sociales en contra de los gobiernos de turno son solo un común denominador. Sin embargo, comparar las movilizaciones de ambos países es como relacionar un Renault 4 con un Ferrari.
Colombia vendría siendo el Renault 4. En materia de equidad, por ejemplo, cabe decir que tiene 9,6 millones de personas que viven en la pobreza, casi el doble de Francia, y donde 10,8 millones de personas que trabajan en la informalidad tienen pocas posibilidades de vivir dignamente. A eso se le suma el hecho de que en un futuro, más específicamente en su vejez, no cambie la situación, pues cotizar seguridad social hace que el dinero no les alcance para las prioridades que tienen en su bolsillo.
Y eso no es todo, toca aguantar tres o más meses para poder obtener una cita con un médico especialista en el sistema de salud y a eso súmele los miles de jóvenes frustrados que no pueden ingresar a la universidad pública por falta de cupos, quienes cuentan con esa única opción para ser profesionales.
Aún hay más, no se puede olvidar el asesinato de 700 líderes sociales desde la firma del acuerdo de paz, ni la reforma tributaria que busca reducir los impuestos a las grandes empresas. Estos son solo algunos de los alarmantes motivos por los que miles de colombianos han decidido movilizarse en el paro nacional.
Por otro lado, Francia vendría siendo un Ferrari. Es uno de los estados que más invierte socialmente en la población y cuenta con muchas garantías de equidad, además de un índice de pobreza del 21%. Aunque da la impresión de que ellos no tendrían por qué parar, ni movilizarse, ya que tienen numerosos beneficios, aun así paralizan casi todo el país por una reforma pensional.
Mientras tanto aquí, en el supuesto país más feliz del mundo, con altos índices de inequidad , pobreza y desempleo, donde todavía 1700 municipios no tienen acceso al servicio eléctrico y gran parte de la zona rural no cuenta con agua potable, hay detractores de la movilización.
Consignas como "yo no paro, yo produzco", "estoy mamado del paro" y "dejen trabajar" son las que acompañan el discurso de los opositores del paro nacional, que sienten que no son suficientes las razones del descontento popular. Algo difícil de creer, pero cierto, pues algunas personas se han acostumbrado a estar felices mientras viven en medio de la injusticia, la inequidad y la pobreza del país.