Un compañero de control interno casi me mata
Expedición Avina -

Un compañero de control interno casi me mata

Por:
noviembre 29, 2014
Un compañero de control interno casi me mata
Álvaro Lozada Gaitán. Foto: Camilo Rozo

-He sido motorista, chofer, panadero, fotógrafo, profesor. Sé arreglar un arpón, una atarraya, soy mecánico, hablo un poquito de coreguaje, witoto e inglés. Desde hace 3 años trabajo en la administración municipal del municipio de Solano Caquetá en la coordinación de asuntos indígenas.

-¿Y qué es lo más difícil de tu trabajo?

-Mira, Solano es uno de los municipios menos poblados y de mayor extensión del país: 41.600 kilómetros cuadrados que debo atenderlos yo solo, y con muy pocos recursos.  Hace poco tuvimos que hacer una visita junto con la Personería a un resguardo en Aracuara para restituir los derechos a una comunidad indígena desplazada. El sólo transporte hasta allá cuesta 11 millones de pesos. No tengo un computador decente, imprimo oficios en la impresora de mi casa. Pero las limitaciones son poco comparadas con el problema del mal manejo de los recursos que llegan a las comunidades. Lo más difícil es la corrupción, la mafia que hay alrededor de unos recursos con los que estas comunidades deben asegurarse el agua potable, los cultivos, la educación, la salud.

-¿Se la roban?

-Pasan muchas cosas. A veces se dejan de gestionar los dineros, a veces se quedan en el camino, otras veces los mismos indígenas la despilfarran. Hace poco un representante de un resguardo recibió 17 millones de pesos para hacer una casa-cabildo y se bebió la plata. Lo mataron por eso.

-¿Y tu mayor orgullo en estos tres años de trabajo?

Saber que en este tiempo les he ayudado a hacer sus proyectos, gestionar los recursos que les corresponden sin cobrarles ni un peso.  Por eso inclusive tuve un problema grande.

-¿Cuál?

-Un compañero de la oficina de control interno le cobraba a los indígenas por hacer los trámites que eran su obligación. Como yo les di la orden de que no volvieran a pagar prebendas casi me mata. Me golpeó de tal manera que me tuvieron que remitir a otro hospital de la zona.

-¿Y qué pasó con él?

-Se fue. Y no le tengo ningún resentimiento.

 

Álvaro Lozada Gaitán.
Solano, Caquetá.

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