La burguesía transnacionalizada - los Sarmiento Angulo, Santodomingos, Ardilas Lulles, etc. - apoyan a Santos pero pueden aceptar a Peñalosa.
Los latifundistas reaccionarios (“uribistas”) tienen dos candidatos Zuluaga y Martha Lucía Ramírez, ahora no ven bien a Peñalosa quien se comprometió con el Proceso de Paz pero podrían darle su apoyo para vengarse de Santos y tratar de influir en el próximo gobierno.
La burguesía burocrática (los Samper, Serpa, Yepes Alzate) son santistas a morir y ven a Peñalosa como su principal enemigo (les puede cortar el chorro de la “mermelada”).
Los empresarios medios (llamados por algunos como “burguesía nacional”) se van a ir plegando a Peñalosa, son muy medrosos y conservadores para arrimarse al Polo y a la UP.
Las clases medias urbanas se reparten entre todos los candidatos alineándose ante los más opcionados. Es el sector más maleable y al final, decisivo.
Los trabajadores del Estado, algunos sectores campesinos y el pueblo más consciente están con la dupla Polo-UP.
Una gran parte del pueblo condicionado por el chantaje estatal (familias en acción y demás) van con el presidente de turno (Santos) pero poco a poco se van liberando de esa presión.
Otra gran parte del pueblo vota en blanco, lo anula o se abstiene. No cree en la democracia representativa y está esperando otra cosa.
Así, Peñalosa puede ser la “sorpresa” electoral y sin querer – como lo hizo Mockus y él mismo en Bogotá – preparar la pista para un gobierno de izquierda en Colombia en el 2018.