¿Cómo votar el domingo?

¿Cómo votar el domingo?

Una guía útil para las elecciones del Congreso

Por: Camilo Osorio Vásquez
marzo 07, 2014
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
¿Cómo votar el domingo?

Antes de empezar a leer este texto es importante que el lector conozca que se escribe y comparte con un ánimo reflexivo, no para dar por sentados conceptos sino para poner en consideración algunas posiciones políticas, las cuales vale la pena abordar y debatir antes de las elecciones del 9 de marzo de 2014 al Congreso de la República.

I. Importancia del Voto:

Hay diversas formas en que las personas pueden participar de las decisiones que las afectan, desde la protesta social, los poco desarrollados mecanismos de participación ciudadana, el voto, etc. Cada una tiene sus implicaciones y efectos si se legitiman en la medida en que se utilizan como limite a las mayorías electorales y como instrumentos de control al poder de la clase dominante.

Si bien las instituciones en Colombia se encuentran sumamente desprestigiadas en el contexto actual hay un consenso, incluso con los sectores de la izquierda que históricamente han planteado la combinación de las formas de lucha, en “jugar a la democracia”. Esto se observa en la transformación del discurso así como en la apropiación de las figuras normativas, antes desdeñadas, para buscar acceder al poder en medio de la necesidad de un país en el cual la justicia social se materialice.

En una Colombia desfalcada por la clase dominante y los Estados hegemónicos, y en la cual se está pactando la dejación de las armas -para superar un conflicto armado sumamente arraigado y dar paso a la contienda política-, es en la que se hace pertinente cuestionar la importancia del voto.

Es de público conocimiento que el 9 de marzo de 2014 se realizarán las elecciones al Congreso de la República, institución sumamente desprestigiada, pero en la cual hay personajes que le han dado sentido a su función de control político sentando posturas, proponiendo y dejando constancias que van más allá del mero discurso y se tornan en contrapeso al poder abrumador de la derecha oligarca.

Es cierto que existen otros mecanismos legítimos para controlar a los gestores de la inequidad y la miseria, sin embargo, no se puede dejar de lado el debate electoral pues fuera de lo ya manifestado es claro que el Senado y la Cámara de representantes son determinantes para la vida nacional pues sus decisiones, así como sus carencias, afectan a cada una de las personas que habita el país.

Es por esto que el voto del 9 de marzo, mediante el cual se va a elegir el legislativo del próximo cuatrienio, es un asunto de suma importancia y no puede ser tratado como un tema de poca monta.

II. Del Voto en Blanco:

El voto en blanco es una interesante figura y en abstracto no se puede descartar, no obstante, frente a las elecciones del 9 de marzo, es necesario hacer un análisis concreto para fijar una postura coherente frente a las implicaciones jurídico-políticas de este.

Normativamente –resulta necesario citar, para mayor claridad–, el parágrafo primero del artículo 258 de la Constitución de 1991, modificado y adicionado por los Actos Legislativos 01 de 2003 y 01 de 2009, expresa, con relación al voto en blanco, lo siguiente:

“ARTICULO 258. . (...)

Parágrafo 1. Deberá repetirse por una sola vez la votación para elegir miembros de una Corporación Pública, Gobernador, Alcalde o la primera vuelta en las elecciones presidenciales, cuando del total de votos válidos, los votos en blanco constituyan la mayoría. Tratándose de elecciones unipersonales no podrán presentarse los mismos candidatos, mientras en las de Corporaciones Públicas no se podrán presentar a las nuevas elecciones las listas que no hayan alcanzado el umbral.

(…)”

Al desglosar el aparte citado y contrastarlo con el artículo 263 de la Carta se puede concluir lo siguiente:

1. Si el voto en blanco logra la mayoría de entre todos los votos válidos –esto en otras palabras es la mayoría absoluta–, se tiene como consecuencia jurídica la repetición de las elecciones, por una sola vez.

2. Si el voto en blanco logra la mayoría absoluta en elecciones unipersonales –primera vuelta presidencial, alcaldes, gobernadores–, la consecuencia jurídica es que se repiten las elecciones sin la participación de los mismos candidatos.

3. Si el voto en blanco es mayoría absoluta en elecciones plurinominales –a corporaciones públicas como el Congreso, las Asambleas Departamentales y los Concejos Municipales–, la consecuencia jurídica es que se repiten las elecciones sin la participación de las listas que no superaron el umbral del 3%.

En síntesis, para que el voto en blanco gane y tenga efectos jurídicos en las elecciones al Senado y a la Cámara de Representantes es necesario que se cuente con la mitad más uno del total de los votos válidos depositados en las urnas, para la corporación respectiva. De presentarse esto, la consecuencia necesaria es la repetición de las elecciones para la corporación en la que esto ocurra, pero sin la presencia de las listas de candidatos que no superen el 3% de votos válidos, es decir, el umbral electoral.

Estas conclusiones de carácter jurídico son absolutamente personales y parten de una interpretación sistemática de la Constitución, lo cual debe quedar claro, pues hay una posición que está tomando fuerza en medio de la coyuntura, la cual es asumida por diversos sectores de la derecha, así como personajes que se han identificado con la izquierda política, como el exmagistrado de la Corte Constitucional, Jaime Araujo Rentería, el cual, desde una interpretación en esencia finalista, manifiesta que:

1. Para que gane el voto en blanco no se requiere una mayoría absoluta sino una mayoría simple; 2. Al repetirse las elecciones a la corporación pública no se pueden presentar las listas que no pasen el umbral electoral del 3%; 3. Las listas que pasen el umbral electoral para la repetición de las elecciones, las deben conformar los partidos con candidatos diferentes; y 4. El voto en blanco se torna una manifestación de rechazo a la clase política que le da pie a la Asamblea Nacional Constituyente.

Las consideraciones de Araujo numeradas con 1, 2 y 3 son de orden eminentemente jurídico, mientras que la 4 es de naturaleza política. La consideración 2 coincide con la interpretación ya realizada del artículo 258 y 263 de la Constitución; sin embargo, hay diferencias sustanciales con las demás, para lo cual se abordaran en primer término las jurídicas.

Sostiene el jurista que para que gane el voto en blanco se requiere de una mayoría simple, es decir, que sean más los votos en blanco que los votos por el congresista que más obtenga en la determinada elección, manifestando que este es el sentido que le imparte a la Carta Política el Acto Legislativo 01 de 2009. Esta postura no se comparte, básicamente porqué Araujo llega a su conclusión a partir de una interpretación finalística, sin tener presente que el texto constitucional tiene como requisito que el voto en blanco obtenga la mayoría “del total de votos válidos”, siendo clara la exigencia normativa de la mayoría absoluta. Es aquí cuando se hace necesario recordar un principio de la hermenéutica, el cual dice que, cuando la norma es concreta, no le es posible al intérprete comprenderla en un sentido distinto, lo cual pretende hacer el constitucionalista nombrado, de una manera poco clara.

Así mismo, dice el exmagistrado que las listas que se presenten para repetir las elecciones, deben estar conformadas por candidatos diferentes de los partidos cuyas listas pasaron el umbral, lo cual sustenta al comprender el voto en blanco como una sanción, que en el caso de las elecciones plurinominales se aplica a los candidatos, incluso, de las listas que pasaron el umbral. Como la anterior, esta postura, si bien es lógica, no es común a lo expresado en este escrito. Al tomar el texto del artículo 258, se tiene como antecedente condicionante el que gane el voto en blanco con mayoría absoluta, y como consecuencia condicionada la prohibición de presentar, en la repetición de las elecciones, “las listas que no hayan alcanzado el umbral”. Lo que quiere decir esto es que no hay una sanción expresa para las listas que si alcancen el umbral electoral del 3%, por lo que, con base en el principio de legalidad, se debe concluir que no es dable al interprete crear y pretender que se aplique una sanción que no se encuentra explicita en la norma mencionada, por lo que el argumento que sostiene Jaime Araujo resulta algo más que reforzado.

Realizado el análisis jurídico de las implicaciones del voto en blanco, es necesario hacer consideraciones no tan técnicas y de orden político, pues se debe observar más allá de la interpretación de la ley en sentido material, para hacer un análisis de contexto.

El voto en blanco, en medio de esta coyuntura, ha sido impulsado por personas de diferentes sectores políticos, desde periodistas que trabajan para la industria de las comunicaciones, hasta líderes políticos que se reconocen como de izquierda.

La principal bandera que alzan los promotores del voto en blanco es la de la indignación, resaltando el desprestigio que recae sobre el Congreso de la República, generalizándolo con expresiones como “rechazamos a los políticos”, e incluso, tomándolo como antesala a una propuesta de Asamblea Nacional Constituyente –orientada, por supuesto, al hecho político de los diálogos de paz–.

Hay diversas manifestaciones que se pueden hacer con relación a las motivaciones políticas, pero hay algo de lo que se debe partir, y es la viabilidad táctica del voto en blanco.

Como ya se ha enfatizado, un determinado instrumento jurídico se legitima en la medida que responda a los intereses de quien lo utiliza. Por lo que, al tocar este tema, se debe observar lo que buscan las facciones políticas que lo impulsan y las posibles consecuencias de su aplicación.

Si se mira con atención, desde la Constitución Política de 1991 el país se ha derechizado, no solo por las deleznables prácticas políticas, sino también por mecanismos más sutiles que realizan control social, como la escuela, la iglesia, el sistema de salud y los medios de comunicación.

Este giro a la diestra política se hace palpable al observar la proporción de las bancadas en el Senado y en la Cámara de Representantes de personas que tienen raíces en los partidos tradicionales, así como al ver la carrera neoliberal que se formalizó hace más de 20 años y la nefasta complicidad de varios congresistas con los grupos paramilitares –cuerpos de seguridad privados de grandes terratenientes, industriales y narcotraficantes–.

Proponer el voto en blanco, en un Estado en el cual los partidos con más número de curules hacen parte de la coalición de gobierno –la Unidad Nacional–, y en el que existe una facción de la derecha con un caudal electoral apreciable –el mal llamado Centro Democrático–, más que inconveniente es nocivo, de lo cual se hablará a continuación.

Una democracia, más que el apabullamiento de las minorías electorales por parte de las mayorías, debe brindar garantías a estas últimas para ser escuchadas y para aspirar de manera verosímil a ser mayoría. En Colombia estas garantías han sido negadas sistemáticamente desde la fundación de la república, pues siempre ha existido una clase dominante, que aunque inferiores en población, han sido superiores en capital y poder. Esto ha permitido el marginamiento y exterminio de las fuerzas políticas que han intentado oponerse al estado de cosas propendiendo por la justicia social y la inclusión.

Es por lo anterior, que se hace necesario rescatar las expresiones políticas alternativas, para apartarlas de la generalización en que se constituye la aparente actitud de los promotores del voto en blanco, y buscar que otras expresiones emergentes puedan aspirar a ejercer el poder de manera cierta y viable.

Actualmente, es sumamente complejo encontrar un partido político con una plataforma ideológica que se siga al pie de la letra, sin embargo, hay colectividades que se han agrupado en partidos políticos, para balancear un poco la correlación de fuerzas y poder ser un contrapeso político y electoral. Dentro de las expresiones alternativas que se están postulando a las elecciones del 9 de marzo, se encuentran colectividades como la Alianza Verde –un hibrido entre el Partido Verde, la Unión Patriótica y Progresistas– y el Polo Democrático –una colectividad conformada por diferentes sub-partidos y movimientos de izquierda–.

Estas colectividades tienen por lo menos dos cosas en común, en cuanto a lo electoral. Por un lado, el voto que reciben, en buena parte, viene del “voto de opinión”, es decir, del sufragio de personas que reconocen sus figuras políticas y se identifican con estas e incluso con su plataforma ideológica, sin mediar para esto propuestas corruptas ni clientelistas. Por otro lado, estos partidos y movimientos están luchando actualmente por superar el umbral electoral, no solo para obtener escaños en el Congreso de la República, sino para subsistir como partido, pues la contienda es compleja, dado que los partidos tradicionales han enfilado toda su maquinaria y no les interesa contar con posturas diferentes dentro de los escenarios en los que se ejerce poder.

Si bien, existen y ha habido personajes nefastos dentro de las colectividades mencionadas, no se puede caer en la generalización y pretender hacer ver que no hay personas con proyectos políticos coherentes, que buscan controlar el poder de la derecha política y propenden por la justicia social de los colombianos.

Es a partir del invisibilizar las figuras políticas de estas colectividades, alineándolas a todas en la categoría de “corruptas”, y propendiendo de manera irreflexiva por el voto en blanco, que poco a poco se allana el camino a un Estado sin disidencia.

En síntesis, los partidos y movimientos políticos alternativos son los que en este momento se encuentran en vilo por el umbral electoral del 3%, pues al ser minorías políticas históricamente han sido opacados por la derecha, por tanto, el traslado del voto de opinión del caudal electoral de estos partidos al voto en blanco, tiene el efecto de poner en riesgo la existencia de colectividades que, de un modo u otro, han realizado control político y tienen dentro de su proyecto ponerle limite al poder de la clase dominante para propiciar la equidad. Esto sin entrar a fondo en la irresponsabilidad de pretender usar las elecciones legislativas como termómetro de una eventual constituyente, lo cual, más que fortalecer una iniciativa legitima, lanza al vacío a un electorado que de manera indirecta podría dejar al Congreso con un unánimismo sepulcral.

Es por todo lo anterior que, para las elecciones legislativas que se avecinan, el voto en blanco no resulta táctico, pues no solo pone en riesgo la democracia, sino que anula candidatos interesantes, que representan intereses de las personas empobrecidas y tienen proyectos políticos que propenden por mejorar los niveles de justicia.

III. ¿Cómo escoger un candidato?

Si usted decide votar y además decide no votar en blanco, sino por alguno de los candidatos de los diferentes partidos políticos, es importante reflexionar sobre el modo de escoger a la persona por la cual va a sufragar, para luego no llevarse sorpresas y no tener ese sinsabor que muchas veces lleva a decir que “todos son iguales”.

Lo primero que se debe tener presente es que en una sociedad, quienes actúan, toman decisiones y las padecen son seres humanos, quienes tienen intereses particulares, sin excepción. Estos intereses lo tienen todos los electores y candidatos, pues son personas con emociones y necesidades.

Es por esto que, al momento de elegir, se debe buscar que los intereses de quien emite el voto coincidan –por lo menos en lo esencial– con los del candidato que favorece.

La ausencia de esta coincidencia es la que se presta para restar credibilidad a los postulados a obtener escaños en las Corporaciones Públicas, pues para nadie es un secreto que el voto independiente –el que no está condicionado por una dadiva o compromiso burocrático– cada vez es más complejo de encontrar. Esto se debe a la grave crisis social que afronta Colombia, y al provecho que de esto sacan los que históricamente han ejercido el poder, para sumar votos a sus corruptas candidaturas.

Por esto es que se hace indispensable votar a conciencia, es decir, preferir a personas que representen los intereses que se tienen como elector.

Sin embargo, aquí no para el camino para escoger un candidato. Si bien, es indispensable que el postulado tenga un proyecto político que coincida con los intereses propios, es absolutamente necesario dejar de lado el egoísmo y ponerse en los zapatos de las personas que definitivamente padecen condiciones sociales sumamente lamentables.

Con lo anterior, la referencia es clara, y lo que se demanda de un elector consciente, no es solo una decisión en favor propio, sino que refleje una postura de respeto por el otro. Lo que se quiere enfatizar es que en Colombia se padece una crisis social que da lugar a la indiferencia de muchas personas frente a los padecimientos de otras, lo que refleja una ausencia de solidaridad y empatía.

Imagínese un momento que usted no es la persona que está leyendo cómodamente este texto desde su equipo, sino que es una persona que ha sido discriminada y ha sufrido por no tener recursos económicos, ser afro, indígena, homosexual o por ser mujer. Realmente, el estar marginado por el hecho de no gozar de un derecho, de haber nacido en una determina etnia, y/o haber escogido una orientación sexual y/o identidad de género determinada, no es nada agradable, de hecho, es un suplicio que much@s viven a diario, y que hace parte de las causas que dan lugar al conflicto social, político y cultural que vive en este momento Colombia.

En resumen, un elector consciente no solo es el que identifica sus intereses con los de su candidato, sino también el que decide teniendo como principio rector el respeto por el otro, basando sus acciones en la máxima de la solidaridad y propendiendo por la empatía. Es por esto que una persona debe informarse y ser sumamente crítica, no solo con los hechos políticos que ocurren a diario, sino con los protagonistas de los mismos, pues finalmente, es este sujeto el que se ve afectado por lo que hace y deja de hacer, y quien padece el contexto que ha ayudado a construir.

Es ese rol de sujeto político responsable el que se debe asumir, si lo que se busca es construir un país en el que la justicia social y la inclusión se materialicen. Por tanto, para apropiarse de ese rol, en el contexto de las elecciones del 9 de marzo de 2014, al Congreso de la Republica, es ineludible informarse sobre los candidatos a las corporaciones públicas, pero esto no puede hacerse de manera acrítica.

Este texto no pretende dar una respuesta concreta a la pregunta de “¿por quién debo votar?”, pero si busca sugerir unas pautas para escoger a las personas que conformarán el Congreso de la Republica en el próximo cuatrienio, no de manera tan grafica como lo hace el perfilador de candidatos del portal lasillavacia.com, pero si a partir de ciertas consideraciones que debería evaluar todo elector que se asuma responsable de sus actos.

Al buscar un candidato y mirar lo que puede esperar de este, fíjese por lo menos en: 1. Si es una persona consciente y respetuosa de la diferencia; 2. Sus propuestas, es decir, su proyecto político; 3. El programa político de la colectividad por la cual se postula, así como la posición del candidato frente a las posturas de su partido; 4. Su hoja de vida, es decir, la trayectoria del postulado en la política, como fuera de esta; y 5. El modo en que financia su campaña.

En primer lugar, la observancia de si el candidato es respetuoso de la diferencia y consciente del otro parte de la búsqueda de una persona con intereses similares a los propios. Con esto se hace referencia a que, si para ser un elector responsable se exige ser consciente y respetuoso, como mínimo se debe pedir esto de los personajes que se apoyen, pues de lo contrario habría un conflicto de intereses. Para esto, es recomendable evitar los candidatos que evaden el debate, aquellos que son ambiguos en su discurso y tienden a esbozarlo con matices demagógicos. Así mismo, hay que apartar de las posibilidades a aquellos que, por sus comportamientos y posturas, dan a entender que no respetan al elector, intentando comprar su voto y consciencia, traficando influencias y siendo inconsecuentes entre lo que dicen y hacen.

En segundo lugar, las propuestas del candidato ayudan a tener claridad sobre su proyecto político. Estas son muy importantes, pues, en el mejor de los casos, permiten anticipar posturas en temas cruciales de la política nacional, así como conocer el talante y coherencia de la persona por la cual se va a votar. Hay que leer con atención y leer entre líneas, pues de nada sirve un proyecto político muy esperanzador, cuando el candidato no es respetuoso de la diferencia y enmascara políticas perniciosas en propuestas que parecen decentes.

En tercer lugar, es importante observar el partido al cual pertenece el candidato, su historia y proyecto político, así como la actitud del postulado frente al programa de su colectividad. Conocer las personas que rodean al candidato, así como lo que piensan y el cómo actúan, dan idea de cómo puede llegar a ser este, de un lado porque con esto se evidencian las afinidades del mismo, y de otro porque con esto se puede conocer la orientación de sus decisiones, de acuerdo con la ley de bancadas.

En cuarto lugar, la hoja de vida y trayectoria del candidato. Si se trata de un candidato que actualmente es congresista, es importante mirar su trayectoria, el modo en que ha votado, los debates que ha dado, las posiciones que ha adoptado frente a temas trascendentales, su cercanía con determinadas organizaciones y movimientos sociales, y si realmente se presta al dialogo y al control del elector –propendiendo por la formación política de este y promoviendo las rendiciones de cuentas–, solo haciendo este control político a los mismos congresistas es posible depurar instituciones tan desprestigiadas como el Congreso. Si por otra parte, se trata de una persona que no es congresista y no ha ocupado cargos de elección popular, el mirar su hoja de vida resulta ser muy importante, pues así se puede tener idea de su formación política, sus nexos ideológicos y laborales, así como la afinidad con determinados movimientos sociales, lo que dejaría anticipar un poco las posturas que asumiría como congresista.

Finalmente y en quinto lugar, es ineludible informarse sobre el modo en que un determinado candidato financia su campaña política. Esto porque los congresistas no solo obedecen a sus convicciones y a su disciplina de partido, sino que tienen deudas económicas y políticas con aquellos que los apoyan para llegar a una determinada posición de poder. Por decirlo de otro modo, no es lo mismo pedir un crédito en un banco y pagarlo por cuotas con intereses, a que una EPS o una empresa minera giren fondos a través de terceros para una determinada campaña política. Al momento de tomar decisiones cruciales, serán palpables las deudas del congresista, pues todos las deben pagar para mantenerse en el cargo, por lo que varios lo hacen sin importar que el costo sea el bienestar de los colombianos.

Como se ha dicho, lo que se busca es reflexionar sobre temas de interés en la coyuntura política actual, no solo por el hecho de la inminencia, sino por la urgencia de que las personas asuman el poder que tienen como colombianos y como electores, por lo que el debate está abierto.

Fuentes:

• Constitución Política de 1991: http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=4125

• Entrevista a Jaime Araujo Rentería por el PST Colombia: http://www.pstcolombia.org/article/%E2%80%9Csi-el-voto-en-blanco-obtiene-la-mayor%C3%ADa-los-colombianos-pueden-hacer-una-revoluci%C3%B3n%E2%80%9D#.Uw4bNIGf9pU.facebook

• Ideología y Aparatos Ideológicos del Estado - Louis Althusser: http://detemasytemas.files.wordpress.com/2012/01/althusser-1989-ideologc3ada.pdf

• Perfilador de Candidatos de lasillavacia.com: http://lasillavacia.com/content/estos-son-los-candidatos-al-senado-46581

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