A raíz de la justa lucha del Magisterio colombiano manifestada en el paro de docentes que tardó poco menos de un mes a comienzos de este año (2017), los docentes de Bogotá propusimos recuperar tiempo entre sábados y festivos. Sin embargo, la administración no solo no aceptó, sino que emitió la directiva ministerial número 40 fechada el 18 de julio de 2017, donde dejaba claro que los estudiantes no podrían estudiar 6 días consecutivos.
Ante ello, todos las instituciones nos acogimos a la resolución que fijaba claramente las fechas a reponer, ajustando los cronogramas en temas como evaluaciones finales, nivelaciones, grados, entre otras, las cuales se socializaron con la comunidad educativa. Estábamos cumpliendo, cuando de repente el jueves 15 de noviembre la Secretaría de Educación emitió una nueva resolución cambiando todas las reglas del juego, exigiendo que se dicte clase durante los sábados restantes, pasando por encima de la mismísima directiva ministerial que prohíbe trabajar con estudiantes 6 días consecutivos y obviamente finaliza con un punitivo: "comuníquese y cúmplase", como quien dice, sin importar pisotear a toda una comunidad educativa que ya se había programado de acuerdo a la resolución inicial.
¿Dónde está la Procuraduría, la Personería, la Defensoría del pueblo y demás estamentos encargados de la defensa de los derechos constitucionales? ¿Es legal emitir dos resoluciones contradictorias en un mismo tema, cuando ya se está cumpliendo la primera resolución emitida? ¿Es legal pasar por encima de las familias bogotanas obligándolas a cambiar toda su programación de fin de año por cumplir con los caprichos de un gobierno que amparado en la defensa de la educación cambia las reglas del juego después de iniciado?
Y eso que olvidaba mencionar que como siempre improvisando, los refrigerios que han enviado a las instituciones educativas en días festivos no son los más adecuados, pero obviamente de esto nadie se entera porque a los medios de comunicación no parece interesarles. A la mayoría solo les importa que el tiempo se reponga sin importar las condiciones en que se encuentran nuestros niños y adolescentes.