Ya sea en la consulta interpartidista, primera o segunda vuelta, el líder de la Colombia Humana debe “conquistar” y ampliar su base electoral en el departamento más importante del país. Un bastión histórico de la tradicional mentalidad conservadora y en las últimas dos décadas retaguardia del uribismo, determinante en la victoria de Duque en 2018. Comprendiendo la importancia del electorado paisa en una elección nacional, considero que Petro no ha hecho lo suficiente para ganar terreno o extender su base de apoyo.
Desde que asumió en el Senado poco ha visitado el departamento; todas sus apuestas en las elecciones regionales de 2019 fracasaron estruendosamente; y, la eventual lista a Cámara de Representantes del Pacto Histórico todavía no ha podido cobrar forma. ¿Se repetirá el escenario del 2018?
¿Antioquia antiuribista?
Al igual que ha venido ocurriendo a lo largo y ancho del país, en los últimos tres años el uribismo ha venido perdido terreno entre los paisas y el relevo generacional se ha caracterizado por un marcado sello antiuribista; sin embargo, no se puede caer en el error de pensar que “el uribismo está acabado” o que los sectores alternativos se alzaron con el poder en el bastión conservador antioqueño. Para nada. Es más, hay que precisar que en las elecciones regionales del año 2019 al uribismo no le fue tan mal, pues con 408.905 votos, alcanzó la mayor votación a la Asamblea y también en el Concejo de Medellín (168.736 votos), y aunque el Centro Democrático perdió con sus candidatos a la Gobernación y la Alcaldía de Medellín, ambas derrotas no se pueden comprender sin analizar ciertas variables.
Por un lado, Aníbal Gaviria fue un candidato del establishment político y empresarial, encontró respaldo en sectores afines al uribismo (más cercanos a la “casa Gaviria” que al mismo Uribe) y nunca se ha caracterizado por ser propiamente un “alternativo”; y por el otro, un factor importante en la victoria de Daniel Quintero (un antiuribista de primera línea), se encuentra en la división de la derecha local entre cuatro candidatos. Dos muy fuertes (Alfredo Ramos y Santiago Gómez) y dos regulares (Valderrama y Rave).
Así que no hay que ser ingenuos, es claro que el uribismo pasa por su peor momento y que se espera que de cara al 2022 lo sacuda el látigo del voto castigo (carga con el lastre del presidente más impopular desde que existen registros), pero eso no significa que ese sentimiento, por pura y física inercia, se traslade masivamente a las toldas del Pacto Histórico o los sectores alternativos.
Petro no ha despegado en Antioquia
Si la fortaleza de Colombia Humana tras la derrota en la segunda vuelta presidencial se midiera en las elecciones regionales de 2019, solo habría que anotar que se encuentra en saldo rojo y con tendencia a la baja. En esas elecciones ningún aliado de Petro se alzó con una alcaldía de peso o si quiera alcanzó un escaño en la Asamblea o el Concejo de Medellín. Algunos podrían alegar que Quintero sí fue un logro de Colombia Humana; sin embargo, no hay que olvidar que Quintero se apoyó en elementos de la clase política tradicional y en una estratégica campaña de opinión (hasta bloqueó a Petro en Twitter).
Colombia Humana tuvo su propio candidato (que ya nadie recuerda) y que ni alcanzó el 2% de la votación; su lista al Concejo se quemó y el único diputado opositor que ingresó a la Asamblea (impulsado por la lista en coalición Queremos), le responde al sector de Dignidad.
Tampoco se podría esperar un resultado diferente, ya que, a grandes rasgos, Petro se “desentendió” de Antioquia y poco se le vio en los meses de campaña. Tan solo en unas pocas reuniones a puerta cerrada y sin nada de plaza pública.
A partir de esos resultados, se podría concluir que Colombia Humana es un actor marginal en la política antioqueña. Sin mayor trascendencia o peso estratégico. Pero una cosa es Colombia Humana como plataforma política en “tiempo frío” y otra el fenómeno Petro en campaña. Son dos procesos esencialmente similares, pero impulsados por lógicas diferenciadas.
¿Cómo se viene cocinando la lista a Cámara del Pacto Histórico?
Dos metas han caracterizado el proceso de concertación en torno a la conformación de la lista del Pacto Histórico a la Cámara: fortalecer su crecimiento electoral y convertirse en un fenómeno de opinión. Para ello, se han convocado perfiles representativos de sectores campesinos, indígenas, juveniles, mujeres y afros, la idea es construir una convergencia amplia e incluyente. El lio es que muy pocos perfiles reconocidos han manifestado interés por integrarse a la lista y cada semana se confirman o desconfirman diferentes nombres, entre ellos; Luz María Munera (la candidata del Polo), Felipe Palau (excandidato a la gobernación), Gerardo Vega o Juan David Roldán (politólogo de la línea de Hollman Morris). Nombres mucho más reconocidos como el de Gilberto Tobón o Isabel Zuleta, tienen la mirada puesta en el Senado. ¿Y qué pasará con la Cámara?
A veces, siento que los sectores alternativos concentran desproporcionadamente las energías en la carrera al Senado, pues es la Cámara alta y tradicionalmente se considera que un senador goza de mayor “prestigio social” que un representante, hasta se tiende a olvidar que ambos son congresistas y que en esencia hacen lo mismo. Ese énfasis exagerado en el Senado me parece un grave error, ya que el Congreso es bicameral. Si un gobierno conforma una mayoría en el Senado y pierde la Cámara, igual tendrá problemas de gobernabilidad. El mismo Petro inició su carrera política tras el desarme del M-19 siendo representante a la Cámara.
Volviendo a la lista a la Cámara del Pacto Histórico, se espera que en las próximas semanas se defina un asunto fundamental en su conformación: si será abierta con voto preferente o cerrada en modalidad cremallera. Como a la fecha no tiene nombres de mucho arrastre, lo más recomendable es que sea cerrada y que sus candidatos sean elegidos mediante un mecanismo interno de selección. Conservando la representatividad de todos los sectores que integran la coalición (Asi, Mais, Up-Colombia Humana y el Polo) y posicionando un logo o mensaje (en sintonía con la lista al Senado y la aspiración de Petro en la consulta interpartidista).
Si se logra que el ciudadano que vaya a respaldar a Petro en la consulta también vote por la lista a Cámara, reduciendo la bipolaridad electoral y asimilando las votaciones, los resultados se podrían derivar directamente del fenómeno Petro (en la consulta interpartidista de 2018 sacó 124.453 votos). Por eso, esa consulta es importante como “efecto arrastre” para impulsar las listas al Congreso y si van cerradas facilitarían las actividades de campaña.
¿Y cómo va la movida por la Cámara en los otros sectores alternativos?
Si la Alianza Verde se integra a la Coalición de la Esperanza, algo que todavía no es del todo claro, seguramente los verdes y Dignidad podrían concurrir en una lista en coalición (algo favorable para Dignidad porque le reduce la presión para superar un umbral). Los representantes Jorge Gómez y León Freddy Muñoz buscarán dar el saldo al Senado. En 2019 el Verde se convirtió en la cuarta lista más votada en la Asamblea con 192.878 votos (es el partido que viene registrando el mayor crecimiento electoral en Antioquia) y algunos de sus dirigentes tienen participación en la burocracia departamental y municipal en Medellín. De ahí que se presuma que será una lista sólida y competitiva. Con la meta de aumentar a dos los escaños en la Cámara.
Finalmente, el partido Comunes se la jugará con listas propias. En virtud del acuerdo de paz, los comunes tienen 10 curules aseguradas. Volverán a contar con un representante por Antioquia y su actual representante, Omar Restrepo (Olmedo Ruiz), dará el salto al Senado.