El domingo en el que Nairo Quintana ganó el Giro de Italia, la voz oficial de esa hazaña no era colombiana sino argentina. Como había sucedido dos años atrás, en las Olimpiadas de Londres, cuando Mariana Pajón, en la prueba BMX, le daba a Colombia la segunda medalla de su historia, Mario Sábato paralizaba al país con su encendido relato. Desde la época de Carlos Arturo Rueda no existía un narrador capaz de henchir el pecho de los colombianos de puro orgullo patrio.
Nacido hace 38 años, los primeros recuerdos de este argentino están asociados a la bicicleta. Su tío Carlos Reybaud, representó a su país en los Juegos Olímpicos de Munich y su papá también destellaba en los velódromos del mundo. Su mamá también contrajo la pasión y se volvió dirigente ciclística en Argentina. Mario se conformó con ver las carreras, con escribir sobre ciclismo y, desde el 2009, es la máxima autoridad en ESPN.
Hasta el 2014, cuando salía con su esposa y sus cuatro hijos por las calles de Buenos Aires, nadie lo conocía. Como él mismo lo dice, ni siquiera su familia sabía en qué trabajaba. Pero el espectacular Giro que tuvieron los colombianos fue el que lo convirtió en un ídolo en nuestro país, gracias a la emoción con la que nos contaba cómo, en una subida, Nairo arrancaba “Como una moto” fundiendo a los encopetados ciclistas europeos. Cuando el antioqueño Julian Arredondo ganó su etapa en la ronda italiana, Sábato no se contuvo, se levantó del asiento y empezó a gritar como un poseso. Sus compañeros de cabina lo miraban asombrado. Y es que él, quien nunca hizo un curso para presentar programas de televisión, siente el ciclismo no como un profesional sino como un fanático.
Mario Sábato nunca imaginó que esa transmisión lo convertiría en una estrella en un país que ni siquiera lo conocía. En el 2014 lo llamaron para que llevara las incidencias de la Vuelta a Colombia y en lugares tan inhóspitos para él como Honda y El Espinal en Tolima, y Arcabuco en Boyacá, tenía que destinar una hora para tomarse fotos y firmar autógrafos con las hordas de fans que lo rodean incesantemente cada vez que viene al país. Su agradecimiento y amor hacia Colombia se ven reflejadas en las fotos que sube con su familia. El menor de sus cuatro hijos, por ejemplo, no va al colegio cada vez que Nairo corre una etapa decisiva.
A la última vuelta a Colombia también volvió y ya son pocos los lugares del país que no conoce. Se quedó un rato en Boyacá y fue a la casa de los papás de Nairo Quintana y pisó el pavimento que ha forjado a tantos ciclistas.
Mario Sábato adoptó a Colombia, un país que, a diferencia del suyo, el ciclismo es una religión. Por eso en este Tour de Francia sus gritos de aliento se darán tan fuerte, que el propio Nairo los escuchará. Este argentino es el talismán que acompaña las hazañas de ciclismo en Europa. Con su aliento, un colombiano, por primera vez, andará por los Campos Elíseos vestido de amarillo.