Para la mayoría de la población no es desconocido el amplio círculo de los problemas de actualidad relativos a la guerra, La Paz y la conservación de la vida en la tierra que estamos en mora de analizar a la luz de la creciente complejidad de la situación internacional y de la apremiante necesidad de refrenar la carrera armamentista y prevenir la catástrofe nuclear.
Los acontecimientos bélicos que han surgido en el mundo en los últimos dos años confirman la deducción de que la muy alta agresividad de los círculos de los países más poderosos de la tierra ha atribuido una dirección peligrosa a la situación internacional. El culto a la fuerza es elevado nuevamente a la categoría de política oficial: los principios de la coexistencia pacífica entre los Estados, de la paridad y la seguridad igual son sacrificados en aras de los conceptos imperiales y de las pretensiones al “Liderazgo Mundial”. Se adelantan concepciones estratégicas que parten de la idea aventurera de la admisibilidad de las guerras nucleares de distintas proporciones y de la posibilidad de vencer en estas guerras. Un absurdo total.
El creciente peligro de una tercera guerra mundial provoca con toda razón: la preocupación de los pueblos; obliga a millones de personas, en todo el planeta, a manifestarse cada vez con mayor actividad y resolución en defensa de La Paz y contra la carrera de los armamentos.
Los Estados de todo el mundo, las organizaciones no gubernamentales de la tierra y todas las fuerzas sociales, guiados por el deseo de hacer todo, lo que de cada uno dependa, para apartar de los pueblos el peligro de la devastación nuclear y excluir, en el fin de cuentas, de la vida de la humanidad la propia posibilidad de guerra nuclear, deben liderar ese objetivo. En fin, de que ningún Estado usará jamás la fuerza nuclear para la destrucción humana. La guerra nuclear, si llegase a estallar, significaría la destrucción de la civilización humana y, muy posiblemente, la desaparición de la propia vida en la tierra (reino animal y reino vegetal)
La acción específica para este objetivo es lograr que todas las potencias con armamento nuclear den un viraje hacia una Paz más estable, aumentar la confianza de los pueblos en que el incendio nuclear no prenderá jamás en ninguna parte. Y si los demás países coadyuvan a esa acción pacífica de las potencias, la posibilidad del surgimiento de la guerra nuclear sería prácticamente descartada. Precisamente esto es lo que no les conviene, por lo visto, a ninguno de los líderes de los Estados componentes del círculo del poder mundial, pues de parte y parte se ha anunciado el uso de la fuerza nuclear, es decir, por sus mentes no se les ha pasado, ni por un instante siquiera, la posibilidad de restringir su libertad de acción.
En el plano nacional colombiano, la sociedad ha dado un carácter contradictorio e irreal sobre el conflicto internacional actual; en efecto, es muy, muy fácil encontrar que, entre la población, las fuerzas internacionales en conflicto tienen sus seguidores dependiendo de la inclinación política de cada uno. Esto es una concepción irreal y peligrosa del conflicto porque aquí no habrá ganadores, una vez iniciado el cataclismo nuclear, nadie ni nada podrá detenerlo. ¡NO HAY COMO!
El tiempo mostrará si la humanidad fue capaz de revelar suficiente sabiduría para cambiar su postura unilateral y falta de realismo y unirse, sin discriminación alguna, sin odio alguno, en la causa universal de la conservación de la vida en el planeta o, si por el contrario decide por la destrucción y el odio. El tiempo apremia y cualquier obstáculo artificial y demoras en el camino hacia el objetivo de refrenar la carrera de armamentos nucleares para alcanzar la supremacía mundial, pueden costar muy caro a la humanidad.
Debemos partir siempre desde la convicción de que ninguna de las contradicciones entre los Estados o Grupos de Estados, ningunas diferencias del régimen social, modo de vida o ideología, ningunos intereses del momento pueden encubrir la necesidad fundamental común de todos los pueblos: salvaguardar La Paz, impedir la catástrofe nuclear. Una profunda fidelidad a esta convicción inspira a luchar por La Paz y la conservación de la vida en la tierra.