El 7 de agosto del 2022, será una fecha tan importante en Colombia, como lo fuera el 20 de julio de 1810, cuando se dio el grito de la independencia teniendo como antecedente el “florero de Llorente”. En esta ocasión fue la espada de Bolívar la que propició el grito de la dignidad; dignidad ausente desde la muerte del libertador de siete naciones.
Una fecha inolvidable, bajo un sol canicular y como testigo el cielo azul, en el marco del ágora de la Plaza de Bolívar de Bogotá, se posesionó el primer gobierno popular, en cabeza de Gustavo Petro Urrego y su vicepresidenta, Francia Helena Márquez Mina.
Este hecho icónico para Colombia estuvo antecedido en la impactante iconografía del reconocido fotógrafo Mauricio Vélez que mostró el conflicto colombiano desde todos los frentes. Entre las fotos se encontraban niñas y niños vinculados a la guerra; anuncios de minas en zonas rurales; infantes llorando; juguetes en zonas impactadas por el conflicto armando; muerte de recién nacidos; millares de nombres de gente asesinada en el marco de la barbarie, entre otros hechos que deja la cruel y fratricida guerra colombiana.
Fue una fiesta de derroche cultural, un carnaval de alegría, un canto a la vida con un pueblo venido de todos los rincones de Colombia para presenciar la juramentación de los "Nadie", “hasta que la dignidad se haga costumbre", como en efecto lo hiciera la vocera de esa otra Colombia oculta en 180 años por una élite excluyente que este 7 agosto desterró la ignominia de los mantuanos descendientes de la Corona española, en donde el Rey Felipe VI de España fuera testigo, por segunda vez, que la espada de Bolívar en pleno siglo XXI recorre con dignidad el pueblo latinoamericano.
A propósito, el Presidente saliente, Iván Duque, nunca quiso que la espada estuviera como testigo de la hazaña de un pueblo heroico que materializó la gesta y la lucha por otra Colombia posible sin el grillete de la humillación.
“Como Presidente de Colombia, le solicito a la Casa Militar traer la espada de Bolívar” fue la primera orden expedida por el Presidente Petro. Y dicha orden se cumplió.
¡Alerta, alerta, que camina, la espada de Bolívar por América Latina!, fue el grito de las miles y miles de voces multicolores que adornaban el escenario del principal centro de poder del país.
La misma espada que alguna vez alcanzó a estar arropada, en algún tiempo, en los versos de los poetas León de Greiff y Luis Vidales y, en la lucha partisana de los excomandantes encapuchados del extinto M19. Los intrépidos guerrilleros dejaron su verso de proclama cuando fuera hurtada:
"Bolívar, tu espada vuelve a la lucha. Con el pueblo, con las armas, al poder; Bolívar no ha muerto. Su espada rompe las telarañas del museo y se lanza a los combates del presente. Pasa a nuestras manos y apunta ahora contra los explotadores del pueblo."
El victorioso 7 agosto 2022 el cielo colombiano se engalanó con las mariposas amarillas de Mauricio Babilonia, renaciendo en el sueño de la esperanza acrisolada en la espada libertaria de Bolívar.
Un pueblo vestido de alegría, con ímpetu de resistencia sustentado en la lucha por la dignidad en donde “los nadie” enarbolaron la bandera de la paz con justicia social, la esperanza y los sueños del buen vivir, el entendimiento y la concordia de un pueblo despierto que, sin miedo, rompe las cadenas de la opresión.
De igual manera, la selva y los bosques - sus misterios- retumbaron de alegría. Los negros sintieron el espíritu de Benkos Biohó, en cuerpo de Francia Márquez, quien se juramentó ante sus ancestros africanos rompiendo las cadenas de la ignominia. Ese día también nuestros pueblos originarios se embriagaron con el Yagé de la sabia palabra.
Fue una fiesta por la justicia ambiental. Y un canto de libertad. Renace la ilusión y la fe del pueblo heroico, estampado en la lucha febril de nuestros jóvenes configurando la fiesta de los igualados, de los nadie y las nadie, dónde la paloma blanca danzó coqueta en la geografía de la Colombia profunda. Hoy los ríos, sujetos de derechos, son un caudal de alegría y los árboles dejan ver vistosas sus raíces de la igualdad.
No podemos pasar desapercibida la imagen de la vicepresidenta Francia Márquez como ella misma dice: “Soy parte de quienes alzan la voz para parar la destrucción de los ríos, bosques y páramos. De aquellos que sueñan en que un día los seres humanos vamos a cambiar el modelo económico de muerte, para darnos paso a construir un modelo que garantice la vida.”
Sí. El 7 de agosto del 2022, se alzó la voz de la conciencia de los negros junto a los indígenas y campesinos, así como de mujeres y jóvenes que en un sola juntanza se lanzó el segundo grito de independencia.
Colombia volvió a parir el legado de Bolívar, Nariño, Galán, Manuela Beltrán, Policarpa, Gaitán, Camilo y Gabo. Seguiremos cantando sus glorias hasta derrotar la guerra, el hambre y la miseria. Seremos harina de la dignidad y del vivir sabroso hasta la eternidad.
Este epílogo de la nueva historia de Colombia, se cierra con la salida del último representante de la oligarquía criolla, Iván Duque, donde abandona la Casa de Nariño con todo su séquito en remembranza de la fábula de El Flautista de Hamelin: "Todos sus habitantes vivían felices en Hamelin hasta que un día, mientras todos dormían, empezaron a llegar a la ciudad cientos de ratas.
Llegaron tantas que invadieron totalmente la ciudad hasta dejarla totalmente infectada". Fue así que estas empezaron a abandonar la madriguera que por tantos años había sido su guarida.
El 7 de agosto del 2022 empezamos a desinfectar la Colombia de los roedores que durante casi dos siglos carcomieron la dignidad de un pueblo...