Escoger este camino es una tarea subjetiva, para algunos pudo ser una elección por descarte, por el supuesto ideal de la facilidad de la carrera; otros simplemente lo hicieron porque les llamaba la atención, aunque no estaban completamente seguros y algunos sabían desde pequeños que harían esto por toda su vida.
Mi caso es el último de ellos, desde pequeño siempre me interesé por todo el mundo del periodismo, miraba los noticieros para escribir lo que alcanzaba de las noticias, hacía un micrófono con cartulina y papel periódico, y simulaba que estaba frente a una cámara y comenzaba a contar las noticias.
Esto lo cuento porque, así como yo siempre supe que camino elegiría, para muchos de mis compañeros no fue así. Desde que entramos a la universidad, en los primeros semestres nos preguntaban por qué elegimos la carrera y todos contábamos razones diferentes, pero muy pocos decíamos que es algo para lo que creíamos haber nacido o que hacíamos desde pequeños como un juego, sin saber que sería algo que haríamos por el resto de nuestra vida, por ello quiero retomar a Jineth Bedoya en entrevista con la Universidad Central, quien dice que “uno necesita llevarlo en la sangre, en las venas, en el corazón. Si uno no siente el periodismo, si uno no siente la comunicación social, definitivamente es algo fallido”.
El periodismo no es una profesión sencilla, y requiere que el periodista esté completamente comprometido y enamorado de lo que hace, de lo contrario no va a realizar su trabajo de la forma en que lo necesita la sociedad colombiana, un periodismo de calidad, verídico, investigativo y contundente, que realmente cuente qué sucede en el país y no que se acomode a los intereses de los grandes poderes económicos y políticos.
¿Cómo un periodista va a contar un suceso sin sentirlo realmente? El periodista, además de amar su profesión, debe tener calidad humana y ser un profesional de pies a cabeza. Esto no lo enseña la academia, en mi carrera nunca vi una materia que se llamara “calidad humana y profesionalismo del periodista” o algo por el estilo, eso es algo que se adquiere involucrándose realmente y ejerciendo el oficio casi que de forma empírica, la universidad nos da clases para profundizar en los géneros periodísticos, aprender a redactar y sobre cómo realizar productos audiovisuales, pero un verdadero periodista se forma afuera, en la calle, con el día a día, con los sujetos que hacen parte de la sociedad, con la realidad que a veces no vemos dentro de la academia, pues, como dice Bedoya, “la universidad es como una fantasía del periodismo”.
Si queremos hacer periodismo de verdad, nuestra oficina debe ser el campo, la ciudad, el barrio, la finca del campesino, el congreso, la fiscalía… esos lugares donde realmente ocurren los hechos que nos afectan como sociedad y como país.
Con el pasar de los semestres, en la universidad nos proporciona diferentes herramientas para que más adelante, en nuestra vida profesional, de nuevo hagamos una elección: ¿me dedico al periodismo o a la comunicación social?, ¿periodismo judicial, ambiental, cultural?, ¿comunicación interna o externa?
Para todos aquellos que decidan dedicarse al periodismo, a aquellos periodistas emergentes, les espera una Colombia que los necesita realizando su trabajo con pasión, humanidad, sensatez y, sobre todo, investigación, pues como dijo nuestro Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez: “la investigación no es una especialidad del oficio, sino que todo el periodismo debe ser investigativo por definición”.