Todo lo condenaba. La Fiscalía tenía huellas de sangre, huellas dactilares, reconstrucciones completas de lo que había sucedido. Hasta los videos lo condenaban, hasta el testimonio del conductor de la mamá de Mauricio Leal, afirmó que escuchó, mientras iban a la casa del estilista para descubrir el horror, a Jhonier Leal muy interesado en saber cuánta plata tenía su hermano y cómo haría para vaciar sus cuentas. Todo lo condenaba, la toalla llena de sangre, el rastro de su celular.
Entre el 21 y el 22 de noviembre Jhonier, según la primera versión que difundió, tomó valeriana y quedó profundamente dormido hasta el otro día. Sin embargo mentía, su celular registraba 58 movimientos. Además estaba la toalla, llena de sangre que tenía el ADN de su mamá. Y las zopliconas, por supuesto. Nueve de estas pastillas, que recetan los médicos para que la gente duerma, fueron encontrados en el cuerpo de Mauricio. Además, mientras debajo del cuerpo de Mauricio se notaba la sangre, la de Marleny no, por lo que quedaba claro que había sido removido el cadáver.
Si, acosado por las deudas, como probo la Fiscalía, Jhonier Leal se comportó como un monstruo, dopó y asesinó a cuchillo a su mamá y a su hermano. Fue todo tan burdo que incluso intentó limpiar los cuerpos con Fabuloso. Manipuló toda la escena del crimen. Fue todo tan horrible, tan frío, tan desprovisto de emociones que Jhonier inmediatamente enterró a su hermano quiso llevar la vida que tenía él: hasta usó sus chaquetas, su ropa, hizo posesión de su peluquería y ahí seguiría si los empleados de su hermano, asqueados por lo que sucedía, por lo que parecía evidente, no hubieran renunciado en masa.
Hasta una de sus exnovias afirmó que Jhonier no expresó ninguna pena al enterarse de la muerte de su hermano y su mamá, había llorado más a su perro que a su familia. A pesar de que negó todo en la audiencia de ayer lunes 17 de enero, un día después decidió contarlo todo. Señores, acaba de ocurrir uno de los crímenes más horrendo en la historia de un país de asesinos.