Alejandro Riaño fue el invitado VIP de Luisa Fernanda W y Pipe Bueno en la inauguración de su restaurante mexicano ubicado en las afueras de Bogotá. No todos se pueden dar el lujo de ir pues un plato puede cuesta alrededor de 300 mil pesos. El comediante se parece cada vez más a su polémico personaje Juanpis González, el gomelo clasista que lo lanzó al estrellato y al que le ha sabido sacar provecho. Riaño se jactaba de criticar a Juanpis bajo la premisa de que ejemplificaba todo lo que no se debía ser en una sociedad tan golpeada y con brechas socioeconómicas tan desiguales como la colombiana. Ayer, la mascara se le cayó -una vez más- cuando se codeaba con los patéticos y superficiales influencers colombianos, que tanto critica en su papel de Juanpis, que lejos de apórtale a la sociedad son conocidos por sus escándalos y cero sensibilidad a la realidad.
Sin mencionar que la popularidad de Riaño esta por el piso desde que defendió a capa y espada a Alejandra Azcárate y lo injusto que fue Colombia al juzgarla cuando una avioneta de su esposo, el empresario Miguel Jaramillo, fue hallada en el aeropuerto de Providencia con media tonelada de cocaína. El pobre argumento de Riaño, era su incondicionalidad con su gran amiga Azcárate, conocida por su elitismo desmedido y burlarse de los defectos físicos de los demás, sin mencionar su pésimo trato a meseros, empleados domésticos que la han acusado de ser la típica Juanpis González. La lengua de Riaño siempre será su peor enemiga. Cuando se reveló que el hermano de la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez había estado preso en Estados Unidos por narcotráfico, lejos de juzgar al hermano, se fue contra Martuchis, la criticó, se burló, eso si, sacándole jugo a su papel de Juanpis. Hoy, apoya a la Azcárate un personaje del mismo talante de Marta Lucía. Sin duda, para Riaño lo de Azcárate fue una tragedia familiar pero al menos sirvió para que sus ciegos seguidores descubrieran que no era Jaime Garzón quien se revuelca en su tumba cuando se atreven hacer la descabellada afirmación. Intentó defenderse, pero sus palabras reflejan que su lengua es su peor enemiga.
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