Faltaba media hora para que se acabara el partido del Junior contra el Medellín. Cinco minutos antes el equipo costeño había anotado el primer gol. La tienda estadero de la 8 con calle 52 estaba a reventar. Casi todos vestían la camiseta roja y blanca del equipo local. La alegría era mayúscula porque la estrella Juan Fernando Quintero se estrenaba como jugador. Barranquilla estaba de fiesta.
Las dos motos con los sicarios a bordo llegaron a las 9:15 de la noche. Una de marca Bóxer y la otra NKD. Ninguno de los clientes del lugar notó algo extraño cuando los pilotos se quedaron en sus motos prendidas. Los hombres que iban montados atrás como parrilleros se bajaron y se acercaron a la tienda. Una mirada rápida les bastó para saber quiénes eran los hombres y mujeres que estaban embelesados con los ojos puestos en el televisor.
Uno de los motociclistas se quedó afuera, casi en la puerta. El que disparó entró y pidió una cerveza. El policía Reinaldo José Orozco Picalua, Ever José Lizama Melgarejo, Javier Andrés Guevara Correa y Ronald José Zabala Sarmiento estaban sentados casi al frente del asesino. Antes de que le sirvieran la cerveza el motociclista se levantó la camiseta y sacó una mini uzi. Eso dicen los pocos que lo vieron. El sonido ensordecedor de la primera ráfaga fue lo que sacó a todos del embeleco del partido. El sicario disparó hacia la mesa donde estaba el policía y sus acompañantes. Los cuatro murieron. Una de las víctimas recibió seis impactos de bala.
En medio de los gritos y con el sonido televisor aún a reventar el sicario retrocedió y volvió a disparar. Sonaron tres ráfagas más. Por unos segundos todos estaban tirados en el suelo. Los sicarios volvieron a las motos y arrancaron a toda velocidad. La noche se convirtió en una sangrienta masacre. Al final hubo cuatro muertos y siete heridos.
Se ofrecieron cien millones de pesos de recompensa para dar con los asesinos. Los investigadores tienen varias versiones de lo ocurrido. Pero lo que dicen en las esquinas del barrio El Santuario, que se llenó de sangre y temor en lo que era una tarde de fútbol es que las muertes fueron por la pelea que se está dando en el territorio entre bandas que quieren controlar el negocio del gota a gota en el sector. Al menos uno de los muertos se dedicaba al cobro de préstamos de usura.
Esta masacre vuelve a enlutar a la Arenosa y recuerda la anterior masacre, que se dio en el barrio Las Flores, el pasado 12 de septiembre, cuando mataron a bala a seis personas. La matanza de aquella noche también se dio una tienda donde varios vecinos compartían cervezas y parranda, hasta donde llegaron varios hombres a bordo de una camioneta blanca de la que se bajaron armados y empezaron a disparar. Tres meses después ya habían capturado a tres de los cuatro sicarios. Todos pertenecían a la banda ‘los costeños’ y hoy están tras las rejas.
Para los Carnavales que arrancan el 16 de febrero Barranquilla se va a blindar. En las próximas semanas llegarán a la ciudad 1700 policías y un equipo de veinte hombres y mujeres que tendrán a cargo esclarecer los últimos esta masacre y otro comando especial de investigación criminal.