Dicen las malas lenguas (no las de la gente de bien) que el gobierno colombiano por fin aceptó una visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos; seguramente el presidente esperará una mediación de dicha entidad para que nos devuelvan la sede de la Copa América, única preocupación del presidente-presentador desde que su programa de comedia Prevención y acción tuvo que ser cancelado. Después de todo, aquí no hay nada que ocultar, todo se hace bien a la vista de todos. Y no pasa nada.
Imagino por un instante la visita de dicha comisión, atendida (no atenida) por la canciller vicepresidente, un verdadero ejemplo de emprendimiento naranja; dos empleos en uno. Para su desplazamiento, la vicepresidente hará uso de alguna avioneta de tipo comercial, quizás la aeronave del esposo de alguna miembro de la farándula; esas que son capaces de cubrir cientos de rutas hasta Sinaloa sin ningún inconveniente.
Al llegar al país, la comisión será recibida por un show de música de guitarra y cabecitas con un balón, y la primera frase que escucharán será “saludes del presidente Uribe, que los quiere mucho”. Ante la cara de estupefacción de la comisión, quienes llegan convencidos de que el presidente es Duque, los miembros del partido de gobierno explicarán la confusión.
—En fin… venimos a corroborar las denuncias de violaciones a los derechos humanos durante las protestas— afirma un miembro de la comisión.
—De acuerdo, más que de acuerdo —exclama Martuchis— mire usted a ese vándalo, tocando una trompeta.
—Allá hay otro vándalo, dizque con cuarenta años y aún en la universidad— asevera el presidente Duque.
— ¿Y ese señor que dispara a los manifestantes?— pregunta con asombro un miembro de la comisión.
—Ese es un ciudadano de bien; se les identifica por la camiseta blanca, la Toyota color ídem y las armas de grueso calibre.
— ¿Y por qué disparan?
—Tiene derecho a defenderse; escuche mañana la entrevista que él dará en la FM, Blu radio y la W. ah, y lea el reportaje completo de su heroica vida en Semana.
—Prosigamos, mejor— sentencian los estupefactos comisionados de derechos humanos. Mientras caminan, Martuchis tropieza. “Ella dijo que estaría cayéndose all my term. All my term” dice el presidente. A la par, uno de los comisionados indaga por las causas del paro. “Vandalismo” es la respuesta que recibe.
—Pero la reforma tributaria…— intenta decir uno de ellos
—Vándalos— interrumpe Duque
—Pero la reforma a la salud…—prosigue el miembro de la comisión
—Vándalos— vuelve a interrumpir Duque.
Hartos de violaciones a los derechos humanos a cualquier parte donde ellos vuelvan la vista, los miembros de la comisión interamericana de derechos humanos se aprestan a partir. Antes de ello Duque entrega un informe detallado de cómo va el cerco diplomático a Venezuela, e insta a la comisión a ir al vecino país, mientras promete un nuevo concierto en la frontera a cargo de Maluma, Carlos Vives y Juanes. Todo ello a cambio de que le devuelvan la sede de la Copa América. Martuchis lo interrumpe.
—No interrumpas, Martuchis. Tú eres una candidata que I defeated— dice Duque.
—Señor presidente, la avioneta que debía llevar a la comisión cayó con 400 kilos de cocaína. Otra tragedia familiar— susurra la canciller al oído del presidente.
