Una de las principales recomendaciones es comprar el pescado en establecimientos reconocidos y de confianza, que cumplan con las medidas sanitarias establecidas para su conservación.
El pescado es una importante fuente alimentaria de energía, y de los productos más vendido y consumidos durante la semana santa, sin embargo, puede descomponerse fácilmente o ser fuente de sustancias dañinas adquiridas en el medio que habitan.
Este cuadro establece las características que deben presentar los pescados aptos para su consumo:
El pescado seco, uno de los productos que por tradición se consume durante la semana mayor, debe presentar color entre blanco y amarillo, sin manchas rojas y su olor debe ser característico y no aromatizado.
Los productos enlatados que en su interior contengan pescado deben tener un rótulo etiquetado completo y la siguiente información: nombre del producto, lote, registro sanitario, información del fabricante y/o importador y fecha de vencimiento; ésta última, en particular, debe estar impresa en el rótulo o la lata, y no mediante adhesivo o que presente señales de adulteración.
Verifique que el envase esté en buenas condiciones y no presente abolladuras, abombamientos, oxidación, perforación y siga las indicaciones de consumo una vez se destape el producto.
En el caso de los pulpos frescos y calamares deben tener deben tener apariencia húmeda y brillante, consistencia firme y olores suaves. Si el producto es cocinado o preparado para ser consumido, se recomienda que sea ingerido inmediatamente, no debe almacenarse ni congelar o recalentar nuevamente.
Los crustáceos muertos frescos (como langostas, camarones, cangrejos, langostinos y percebes) deben presentar color gris o ceniciento rojizo al ser extraído del agua y rojo vivo una vez cocido.