Antioquia es un territorio clave para la paz. Tras el proceso de desarme de las antiguas FARC-EP, se convirtió en el departamento con la mayor cantidad de espacios de reincorporación, con apuestas autónomas que buscaron complementar las dinámicas de implementación del acuerdo como la Gerencia de Paz y Posconflicto, el Consejo Departamental de Reincorporación y decenas de consejos municipales de paz.
Por un lado, aunque el exgobernador Luis Pérez manejaba una agenda política y salía con declaraciones públicas donde estigmatizaba a los exguerrilleros cuando quería llamar la atención (muy propio de su personalidad), sí dejó una institucionalidad y ciertos canales de diálogo (que Aníbal Gaviria piensa retomar y fortalecer, a excepción de fracasos monumentales como el programa de sustitución Antioquia libre de coca). Por el otro lado, Federico Gutiérrez siempre fue arisco con la paz, parece que nunca le interesó.
Ahora bien, con Aníbal Gaviria y Daniel Quintero se presentan dos perfiles más sensibles con la paz. Aníbal carga con la experiencia emocional de ser víctima del conflicto y continuar el legado político de un hermano que entregó su vida por la no violencia. Quintero fue uno de los principales voceros de César Gaviria en la campaña por el sí y por los días del plebiscito fue muy activo en la difusión del acuerdo en Medellín. Ahora, como los dos principales dirigentes políticos en Antioquia pueden hacer realidad su visión de la paz. Dentro de los anteproyectos de sus planes de desarrollo se encuentran los siguientes elementos.
Con Aníbal, Antioquia vive la paz
En el programa Antioquia vive la paz, de la línea estratégica Nuestra Vida, Aníbal Gaviria presenta su visión de la paz. Gran parte de la propuesta de Gaviria se sustenta en la creación y ejecución de una política pública que pretende agendar la paz más allá de la implementación del acuerdo (poniendo el lente en la no violencia) y dotar de mayor capacidad institucional la Gerencia creada por Luis Pérez. Esta gerencia cobra gran protagonismo porque es la encargada de coordinar todas las acciones interinstitucionales tendientes a implementar los cinco puntos del acuerdo, especialmente el punto de reincorporación y justicia transicional. También continúa la tarea emprendida por la exgerente Tatiana Gutiérrez con la creación de los consejos municipales de paz en todos los municipios de Antioquia, la concertación de una estrategia de comunicación y la promoción de actos de reconciliación.
Principales retos
Entre los principales retos que tiene Aníbal Gaviria en su visión de paz para Antioquia se encuentra la compleja situación de crisis humanitaria que se vive en el Bajo Cauca, conflicto que se siente con especial intensidad en los municipios de Cáceres y Tarazá, territorios donde la promesa de la paz se siente incumplida en la terrible contradicción de “la paz nos trajo más guerra”. En el Bajo Cauca se libran todas las guerras que históricamente se han librado en Colombia, con presencia de todos los actores del conflicto armado (ELN, disidencias de las FARC, AGC, Caparros) y paradójicamente sigue siendo el territorio más militarizado del país. A Gaviria le preocupa el Bajo Cauca y por eso su primer consejo de seguridad como gobernador fue en el Batallón Rifles en Cáceres; sin embargo, el conflicto no cesa y la violencia ha llegado a niveles de extrema degradación. El Bajo Cauca es el mayor reto de Aníbal en su visión de paz y seguridad humana, también será el medidor de su éxito o fracaso.
Con Quintero, el acuerdo ausente
Con Quintero se generó mucha expectativa sobre el tema de la paz. En su plan de gobierno la agenda propaz se presentó algo invisibilizada, tal vez fue una estrategia efectiva para desactivar cualquier ataque del uribismo en el marco de una campaña que Uribe se empeñó en polarizar. Con la promesa de crear una Gerencia de Paz y construir una estrategia de paz, Quintero delegó en su esposa, Diana Osorio, la tarea de implementar su visión de la paz. A Diana en un primer momento la acompañó la exconcejala Luz María Múnera, quien promovió la creación del Consejo Municipal de Paz y reconocida por su compromiso con el Acuerdo; sin embargo, tras la autorización del ingreso de la fuerza de choque del Esmad a la Universidad de Antioquia (un día después de instalar el consejo municipal de paz) ese apoyo se reventó porque Múnera cuestionó públicamente a Quintero. Sí, el de Quintero es un gobierno algo reactivo.
En su plan de desarrollo la paz se encuentra en la línea estratégica gobernanza y gobernabilidad. En el diagnóstico no se hace la más mínima referencia al acuerdo, el proceso de reincorporación de exguerrillero de las FARC en la ciudad (y eso que cada vez son más) o la citada Gerencia de Paz. Se plantea la creación de una política y un observatorio de construcción de paz, un párrafo sobre atención a las víctimas y un programa de memoria histórico que no se describe en detalle. Dista mucho de lo contenido en el plan de gobierno (así lo advirtió el Consejo Territorial de Planeación), ahora, para Quintero la paz resulta siendo solo un apellido de la gobernanza y la gobernabilidad. Al igual que Aníbal, un reto para Quintero se encuentra en la cantidad de víctimas que llegarán a la ciudad huyendo de la guerra en el Bajo Cauca y de los antiguos espacios de reincorporación asediados por grupos paramilitares. Por eso, la falta de articulación con la visión de Aníbal (que resulta más sólida) es preocupante. A todas estas, ¿qué pasó con la propuesta de crear una gerencia? En ningún lado del anteproyecto del plan de desarrollo se menciona.