El reciente fallo de la Corte Constitucional sobre el Acuerdo de Paz y la imposibilidad de que los próximos gobiernos lo vuelvan trizas, puede tener importantes implicaciones que es necesario identificar. En primer lugar, la próxima elección del 2018 no será igual a las anteriores ni a las posteriores y tampoco serán iguales las políticas públicas. Es un cambio fundamental en un país acostumbrado a vivir en el corto plazo, a votar con la emoción o la necesidad y no con la razón y con grandes limitaciones para proyectarse en el futuro. Es decir, en las próximas tres presidencias, el Estado tendrá que respetar lo pactado con las Farc en el Acuerdo de Paz y para cumplir ese claro mandato, muchas cosas tendrán que hacerse de forma diferente en Colombia. Probablemente pocos se imaginan que al tomar esta decisión unánime que avaló el acto legislativo 02 del 2017, se puede estar dando inicio a una nueva forma de planear la política y el futuro del país.
No fue una decisión fácil de la Corte porque sus debates sobre el tema empezaron con grandes divisiones entre los magistrados de esta Corte, por sus distintas posiciones frente al hecho de darles estabilidad por tanto tiempo a estos Acuerdos. Pero finalmente llegaron a un consenso que cierra una de las divisiones más serias entre los dirigentes políticos del país. La pregunta es qué significa en términos de la organización del Estado y el gasto de los próximos tres gobiernos. Este punto puede ser ahora solo especulación, pero amerita iniciar el debate.
Tres presidentes o presidentas distintas y una sola ideología
y si esta es el odio del Centro Democrático, las posibilidades de que este fallo
de la Corte sea el principio real del posconflicto quedará realmente en veremos
El primer cambio realmente trascendental que tendrán que aceptar los colombianos es que, en las elecciones del 2018, van a elegir un tipo de gobierno que durará no cuatro ni ocho años sino 12. Tres presidentes o presidentas distintas y una sola ideología y si esta es el odio del Centro Democrático, las posibilidades de que este fallo de la Corte sea el principio real del posconflicto quedará realmente en veremos. Por eso a raíz de la decisión de la Corte Constitucional, las próximas elecciones exigen que los colombianos piensen muy bien a quien van a elegir. Y esta decisión trascendental la debe tomar al país con 30 candidatos, la mayoría sin reconocimiento ni liderazgo y con unos partidos políticos vergonzosos.
Como si lo anterior fuera sencillo, los Acuerdos de la Habana ahora llamados Acuerdo Final, son compromisos que tienen dos características, entre muchas, que adquieren especial significado al estar blindado durante 12 años ese Acuerdo. El primero es que toca temas fundamentales que además son muy sensibles y críticos en el país como son la Reforma Rural Integral, que es claramente el sector que puede reaccionar más rápido en este período de desaceleración de la economía, la reforma política que va a quedar a medio camino—si acaso-, el tema del narcotráfico hoy en medio de un crudo debate, la participación ciudadana que para muchos es un freno al desarrollo, entre otros. Es decir, por el fallo señalado los próximos gobiernos se enfrentarán a un reto que jamás se ha asumido con seriedad en el país; diseñar políticas que superen el período de un gobierno y por consiguiente trazar verdaderas políticas de Estado que tendrán que ejecutar 3 gobiernos, al menos. Aceptar de una vez, que estos problemas fundamentales y otros similares, no se resuelven en un solo período gubernamental.
Pero si son gobiernos democráticos, como toca, no tendrán más remedio que acoger el fallo de la Corte Constitucional lo cual debería cambiar la forma de planear el gasto público. Puede ser simplemente un sueño, pero sería ese cambio que ha sido imposible alcanzar en Colombia que además implica que se respeten programas exitosos de antecesores al mandato de turno. Sería otro país si eso se logra. Gracias señores magistrados de la Corte Constitucional.