Hace más de 90 años, tras la fusión de Cervecería Libertad fundada por Gabriel Ángel y Cervecería Antioqueña Consolidada creada por Carlos Echavarría el 1 de enero de 1930, nació Cervecería Unión (Cervunión) bajo la figura de sociedad anónima.
En aquel entonces, las ventas de Cervunión, que hoy hace parte del Grupo Bavaria, que fue de la familia Santo Domingo, se dispararon después de que el ministro de Hacienda de la época, Esteban Jaramillo, presentó un proyecto de ley para aumentar el precio del aguardiente y prohibir la venta de cualquier bebida destilada que tuviera más de cuatro grados de alcohol los días festivos entre las 6 de la tarde y las 6 de la mañana.
Los gobernantes buscaban disminuir los homicidios que, según las actas de defunción, eran frecuentes en las horas de la noche, con arma blanca y bajo los efectos del licor, pero la medida impuesta durante la presidencia del liberal Enrique Olaya Herrera sirvió fue para asegurar la rentabilidad de la empresa Cervunión en una época crítica de la economía porque la cerveza de Cervunión, tenía menos de cuatro grados de alcohol.
Esta es apenas una de las muchas anécdotas relatadas por la periodista Gloria Valencia Cadavid en el libro El GEA, la historia completa del Grupo Empresarial Antioqueño
que "recoge un siglo de vida empresarial" como lo afirma en el prólogo el decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Antioquia, Jair Albeiro Osorio Agudelo.
El libro del sello Aguilar que presentó la periodista y escritora, Valencia Cadavid el pasado domingo 15 de septiembre en la 18 Fiesta del Libro y al Cultura de Medellín cuenta también cómo se gestó el enroque de empresas antioqueñas para defenderse de tomas hostiles similares a la intentada por el banquero Jaime Michelsen, la que hizo Carlos Ardila Lülle para quedarse con Coltejer y Postobón o la más reciente protagonizada por la familia Gilinski.
Sin hacer juicios históricos, solo relatando con rigurosidad hechos de los que también fueron testigos cerca de 60 empresarios entrevistados por la autora, se comprende fácilmente el poder acumulado por los grandes conglomerados Nutresa, Sura y Argos, cabezas del GEA, que llegó a su fin en la forma como fue conocido hasta el primer cuarto de este siglo tras la toma hostil lanzada por los Gilinski y sus socios árabes que se quedaron con Nutresa.
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