El presupuesto total de la OMS, con sede en Ginebra (Suiza), oficinas en más de 150 países y más de 7000 personas trabajando, para el ciclo de dos años (2018-2019) fue de 4.400 millones de dólares; dinero que proviene de dos fuentes: las contribuciones señaladas de sus 194 Estados miembros y 2 miembros Asociados; y de las contribuciones voluntarias. La OMS es el organismo internacional más grande después de las Naciones Unidas.
Dicho presupuesto “es menos que el de un sistema de hospital principal típico en los Estados Unidos” (National Geographic). Ahora bien, en el presupuesto ordinario de la OMS, cuyo “objetivo es construir un futuro mejor y más saludable para las personas de todo el mundo”, no se aprueba ningún rubro o partida para los planes de respuesta humanitaria y otros llamamientos, ya que los flujos de dinero para esos eventos están impulsados por los acontecimientos.
El mayor financiador de la Organización Mundial de la Salud son los Estados Unidos, por lo que de materializarse la salida de ese país, anunciada el 7 de julio ante la ONU, las finanzas de la OMS se verían seriamente amenazadas, cerradas decenas de oficinas y despedidos miles de trabajadores. Estados Unidos contribuyó a la OMS con más de 400 millones de dólares en 2019, aproximadamente el 15% del presupuesto anual de esa organización.
Con eso en mente, el retiro de EE. UU. de la OMS está previsto para el 6 de julio de 2021, un año después del preaviso dado por esa nación de su intención de desvinculación de la organización fundada en 1948. Sin embargo, esa decisión podría revertirse dependiendo del resultado de las elecciones de este año en el país del norte. Vale decir que no es la primera vez que EE. UU. decide retirarse de un organismo internacional; en otro hecho, desde el 4 de noviembre de 2020 opera la salida de esa nación del acuerdo de París, noticia dada a conocer 2 años atrás.
Así mismo, hay que agregar que el segundo mayor financiador de la OMS es la Fundación Bill y Melinda Gates; el tercero, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte; el cuarto, la Alianza Gavi para las vacunas; el quinto, Japón; el sexto, Alemania; y el séptimo, el Banco Mundial. Los Estados miembros aportan de acuerdo a su población y riqueza.
Para equilibrar la balanza de las finanzas la OMS, “la organización ágil y flexible que el mundo necesita”, acude a los Estados miembros para que aporten contribuciones señaladas de carácter voluntario; y a las contribuciones voluntarias, “propugnando modelos de financiación innovadores y una diversificación de los flujos de financiación”. Las monedas que se manejan para dichas donaciones son los dólares de los Estados Unidos y francos suizos.
Por otro lado, el mandato del actual director, primer africano director de la OMS, vence en mayo de 2022, fecha en la cual prevé despachadas favorablemente sus principales prioridades: combatir el VIH/SIDA, la malaria y otras enfermedades; reducir la mortalidad infantil de los niños menores de 5 años y mejorar la salud materna, y la lucha contra el coronavirus COVID-19, que de otra pate amenaza el control y eliminación de enfermedades infecciosas.
La OMS ha sido blanco de críticas como hace unos años haber subestimado la gravedad de la pandemia del ebola; “equivocarse al interpretar los datos de contagio” de COVID-19, en el caso de Suecia; la supuesta influencia de la industria farmacéutica mundial y la aparente condescendencia con sus donantes privados; incluso algunos la tildan irónicamente como la “Organización China de la Salud”. Hasta por no respaldar remedios es blanco de ataques.