Ninguno de los cajones creados en el piso de un edificio de oficinas, en el que se creó una suerte de hotel, tiene el espacio suficiente para que los inquilinos puedan pararse; apenas necesitan ponerse de rodillas y estirar los brazos para tocar el techo. Estas son las imágenes que capturó el fotógrafo Won Kim, quien se coló en uno de estos hoteles-cápsula clandestinos.
En estos cajones no hay ventanas ni puertas, solo una cortina para su privacidad. Las cápsulas, que fueron pensadas para los que viajan cortos, con una sola mochila en mano y con poco presupuesto, solo tienen unos cuantos pasillos en los que apenas pueden poner sus pertenencias, y acomodarlas de tal manera que no les invadan su cama.
Todas las fotos son de Won Kim.