¿Siente agotamiento laboral?, ¿considera que sus compañeros son más ágiles y generan mejores resultados en el campo de acción?, ¿se le dificultad aprender nuevos métodos para la ejecución de un cargo?. Si la respuesta es sí, atención que renunciar al actual trabajo puede estar más cerca de lo que se imagina. Por lo anterior, tome lápiz y papel que Samilé Albarracín, entrenadora vocacional y financiera, le enseñará los pasos para llevar a cabo este proceso y no morir en el intento.
La palabra Burnout se susurra con frecuencia en los pasillos de las oficinas colombianas y en aquellos que ejecutan el teletrabajo a raíz del Covid-19. Esta definición de agotamiento laboral que afecta al 70% de las mujeres y al 56% de los hombres en Colombia, (Index Burnout 2021), se puede identificar de las funciones normales de un cargo, por la baja capacidad de ingeniosidad y creatividad que se puede generar en los trabajadores a la hora de realizar sus actividades laborales.
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Por lo anterior, Albarracín, afirma que en nuestro país existen algunas características de los empleados que indican el grado de inconformidad con sus trabajos:
“En general no hay trabajos específicos a los que renuncien, pero sí se ha logrado identificar que los cargos operativos producen menos felicidad en las personas. Por lo contrario, los trabajadores suelen durar más tiempo en sus obligaciones cuando estos son de tipo profesional no operativos, debido a la visión personal de ascender, crecer y generar nuevas oportunidades. En términos generales una persona renuncia cuando lo que ejerce no es compatible con sus talentos”.
Aunque la Ley 789 de 2002 Art.28, ampara la renuncia voluntaria, desde el punto de vista ético, la carta de retiro y el empalme con el sucesor del cargo, así como estar preparado financiera y emocionalmente se requiere de un debido proceso; el primer aspecto para el beneficio de la empresa y el segundo ítem para el bienestar del desertor.
Desde lo financiero, se puede recurrir a detalles que pueden hacer amena el proceso de retiro. En primera ocasión, realizar un Plan de Presupuesto donde se plasmen las deudas y el valor mensual de cada una de ellas, así como conocer los gastos fijos por cada 30 días, es esencial para designar capital de supervivencia para decir “no más” al empleo.
De igual manera, mientras se perciba el ingreso de dinero, se debe aplicar la norma financiera de ahorrar el 10% de las ganancias periódicamente para el sustento de un lapso de 5 a 6 meses, el tiempo que puede tardar -en promedio- una persona en conseguir un nuevo trabajo.
De las emociones, la orientadora y su grupo de trabajo han evidenciado que, el renunciar y entrar en el trance de desempleo puede ocasionar un Estado de Urgencias, un proceso en el que los individuos presentan baja autoestima conducidas por la angustia, la depresión e incapacidad de realizar labores.
Aunque en Colombia no exista una cifra oficial, la experiencia de Samilé en diagnosticar las habilidades en los individuos y conducirlos a la búsqueda de un empleo donde sea felizmente rentable, le permiten afirmar que, el miedo de abandonar un cargo laboral, recae especialmente en dos grupos poblacionales en Colombia: los adultos con una trayectoria de vida aceptable y los jóvenes con posibles frustraciones personales que afectan directamente a sus padres, los principales inversionistas de la educación formal.
Del primer grupo poblacional, navegar fuera del “Océano Rojo” o competencia letal, basada en las emulaciones de los mercados laborales actuales, es la mejor manera de evitar emociones encontradas.
De este modo, este rango de edad debe examinar nuevas herramientas de formación que les permitan abrir campos de exploración para resolver problemas reales, sin olvidar toda la experiencia, trayectoria, herramientas laborales y de vida, construidas hasta la actualidad, teniendo o en cuenta que la resolución de complicaciones en las empresas se ha convertido en un valor para las empresas, donde la edad, el género u otros factores, pasan a un tercer plano para ser contratados.
De la segunda población mencionada, se debe afirmar que, la frustración en los financiadores de la formación académica será evidente por los esfuerzos económicos y de tiempo que se requiere para culminar una carrera universitaria. Sin embargo, hay que resaltar que, son los jóvenes quienes trazarán su propio estilo de vida.
Al final, las cabezas del hogar serán felices al ver a sus hijos rentando sus vidas de manera exitosa sea en el campo de acción financiado o en labores del cual nunca imaginaron que desempeñarán.
Instagram: @samilealbarracin