Cuando la pandemia no ha llegado a su punto máximo de contagios y muertes en el país, cuando es evidente además el impacto tan desigual que el freno inmenso a la economía está causando en distintos sectores de la población, no es fácil ponerle buena cara a la situación. Solo pensar en los millones de desempleados y en la cantidad de gente que lucha por llevar comida a su familia, genera un gran desasosiego que se siente en sectores que aún tienen la fortuna de poder sobrellevar esta crisis que nunca nos imaginamos. El miedo a contaminarse y este encierro que ha eliminado la forma como estábamos acostumbrado a vivir, contribuyen a generar un estado de ánimo pesimista.
Pero precisamente los que hemos tenido la suerte de poder llevar mejor esta situación, tenemos la obligación como ciudadanos de empezar a pensar en dos temas. Primero, en ayudar a buscar alternativas y proponerlas con el peligro de que las autoridades no escuchen pero que dejan al menos la sensación de que estamos haciendo lo que toca. Segundo, en pensar en el futuro, en cómo será el camino a seguir de manera que no queden perdidas en la historia las profundas lecciones que nos está dejando esta pandemia.
________________________________________________________________________________
En otras latitudes, en crisis similares, se ha llegado hasta contratar personal para que abra y cierren huecos, pero además que arreglen jardines, con el fin de generar ingresos
_________________________________________________________________________
Sobre lo primero: nunca llegamos a imaginar que tendríamos estos millones de individuos, más mujeres que hombres y más jóvenes que personas mayores, que se vieran enfrentados a no tener la posibilidad de generar ingresos independientemente de todos los esfuerzos que quieran hacer. El gobierno se está tomando esta penosa realidad de manera lenta y la presión que debemos hacer nosotros es insistir en soluciones obvias que no solo el Estado sino los gremios de la producción que pueden ofrecer alternativas, se niegan a tomarlas en cuenta. Empleos de emergencia, se piden a gritos en sectores que en otras latitudes han resuelto situaciones similares. En crisis similares, se ha llegado hasta contratar personal para que abra y cierren huecos, pero además que arreglen jardines, con el fin de generar ingresos y de sacar hombres y mujeres a la calle para que generen salarios, pero con medidas de seguridad para que no se contaminen. Preservar nóminas de verdad vigilando el despido injustificado de trabajadores, lo que no se está haciendo. Y además, concretar la renta básica para los sectores vulnerables, pero empezando por reconocer que con un 14 % de impuestos sobre PIB no es posible. Esto se discute, pero el gobierno va a paso de tortuga. Como si no fuera su responsabilidad.
Sobre lo segundo: por fin claman distintas voces que nuestra desigualdad es inaceptable y que no basta con denunciarla, sino que se debe actuar de inmediato. Esto implica revisar nuestro modelo de desarrollo, nuestro injusto sistema impositivo, pero más importante aún, reconocer que el Estado y el sector privado no pueden actuar en beneficio de los segundos como se evidencia cada día más. También requiere revisar la política económica que no favorece sectores que generan empleo; la política social que se limita a construir unas poblaciones cuya profesión es ser pobres; que debe aceptar que la salud y la educación no pueden seguir siendo pobres para los pobres y llena de ventajas para los sectores pudientes que son una minoría. Una política que busque realmente reducir las numerosas e inmensas brechas que nos caracterizan y que se han hecho aún más evidentes en esta crisis. En fin, un replanteamiento serio sobre las verdaderas prioridades que debería tener nuestro modelo de desarrollo.
Solo si esta discusión se abriera, si estos y muchos puntos más formaran parte de un debate nacional, si el uso del poder dejara de tener las características actuales de exclusión y vetos, todos podríamos empezar a poner buena cara en medio de esta pandemia y de este encierro. A pensar en que el futuro puede ser mucho mejor que este doloroso presente.
E-mail [email protected]