Corría la década de los setenta con su tramoya de pantalones bota campana y zapatos de plataforma. Ramón Marino Restrepo, un prometedor baladista oriundo de Ginebra (Valle del Cauca) combinaba los sueños de artista con su trabajo como empleado del Ministerio de Hacienda. Con una carrera artística en ciernes, integraba el elenco que por aquellos días llegaba a los estudios de televisión de la calle 24 con carrera sexta de Bogotá para grabar Galaxia Musical, una apuesta de la productora Arturo de la Rosa para promover talentos en la pantalla chica. Por esa época, según recuerda, conoció a un joven del Chocó, morenito y muy flaco, que llegaba con muchas ilusiones a triunfar en la capital. Era Jairo Varela Martínez, seis años antes de que fundara la agrupación salsera más grande de Colombia: el Grupo Niche.
Archivo de presentaciones en el programa Galaxia Musical de Arturo de la Rosa. Jairo Varela le entregó la letra de Cómo podre disimular a Juan Ramón para que la hiciera famosa.
« […] yo pagaba mi apartamento en la carrera diecisiete y subíamos a tomar tinto al Wimpy ―popular negocio de hamburguesas de los años 70 y 80― de la calle veintidós con séptima, ahí me lo presentaron. Me causó muy buena impresión y el maestro “Brando” ―Hildebrando Ortiz Lozano―, lo recomendaba porque pintaba para buen músico». Varela, agrega Marino, se hospedó en su apartamento mientras encontraba un sitio propio, al tiempo que buscaba cualquier oportunidad para hacer música.
Ramón Marino, ya «mojaba vidrio»“, es decir, había salido en televisión como baladista con bellas versiones del género romántico, como su interpretación de Échame a mí la culpa del cantante británico Albert Hammond. También lo buscaban para grabar coros de orquestas especialmente de Bogotá, en buena medida por el prestigio de los estudios del arreglista Hildebrando Ortiz. « […] nos pagaban cien pesos y Jairo era muy dispuesto. Una vez me lo llevé para hacer coros, estábamos grabando La ciudad cansada de Neftalí Martínez, que había ganado un festival en Villavicencio. El coro decía “la ciudad cansada busca ahora la mar…”, de pronto José Useche, el productor musical, nos hace caer en cuenta de que uno de los dos, estaba diciendo suidad. Entonces Jairo dice. “yo estoy diciendo bien, yo estoy diciendo la suidad, [sic]. Risas».
Otra situación jocosa que de manera recurrente repasa Marino se dio con ocasión del arreglo del tema El descubrimiento, una canción alusiva a la llegada de los europeos a América «en esa oportunidad Jairo bregó mucho para cantar el trozo que decía las carabelas, porque él insistía en decir “las calaveras”». En su momento, Juan Ramón, es decir, Ramón Marino, consideró que el problema de dicción de Jairo se debía al frenillo que usaba; entonces, tomó una medida radical al respecto.
«Yo lo veía enredado por ese problema en la boca y le dije a un amigo odontólogo que le iba a llevar a un muchacho cantante, para que con cualquier pretexto le quitara los frenillos esos. Y así se hizo». Al parecer, el resultado fue positivo, pues a los pocos días, agrega Marino, grabaron los coros del tema El aguardiente con la agrupación Los Ocho de Colombia. La pieza musical, contenida en el álbum Piensa corazón, fue un éxito nacional al lado de Mala mujer, composición de Restrepo.
Ramón Marino Restrepo recuerda con nostalgia los tiempos en que llevó a Jairo Varela a hacer coros de agrupaciones como Los Ocho de Colombia.
Canción en hoja de cuaderno
En ese periodo de experimentación y préstamo de artistas de un grupo a otro, ni siquiera importaba aparecer en los créditos. Jairo se veía inquieto, a pesar que ya hacía pinitos como corista. «Eso fue una mañana que él cayó ahí a los estudios de Brando en el centro ―refiere Marino―. El hombre sacó una hoja de cuaderno con la letra y me dijo: “Ramón, usted cómo cantaría este tema”». Era la letra de Cómo podré disimular; Ramón y su mentor, el arreglista Hildebrando Ortiz, le respondieron al unísono « ¡vamos a grabarla!».
Ese mismo día ingresaron al estudio. Brando ajustó acordes de guitarra, Ramón Marino puso la voz y la percusión. Le presentaron la canción, grabada a cuatro canales, a Varela, que quedó satisfecho con el resultado. «La canción empezó a sonar, pero especialmente llegaban reportes de que era muy solicitada en el Chocó y pensamos que se debía a que Jairo era oriundo de esa parte del país».
Con el tiempo Jairo decidió regresar a Cali para consolidar su propia agrupación. Cada uno siguió su camino. Para el quinto larga duración de Niche, su director contactó a Marino. La idea de Varela era que Restrepo se encargara de algunos boleros que quería grabar como novedad. «El hombre me hizo la propuesta para meterle la parte romántica, pero yo le contesté que no podía dejar mi trabajo en el ministerio donde ya llevaba años como funcionario de planta».
Según admite Marino, este incidente, y los compromisos de una orquesta que empezaba a tener proyección internacional, pudieron causar un distanciamiento con el maestro Varela. Recuerda que volvieron a tener contacto hacia 1988, cuando el grupo enfrentó el retiro de varios de sus integrantes. Jairo vinculó a Tito Gómez para hacer un trabajo diferente. Se trataba de Tapando el hueco, que incluiría una renovada versión de Cómo podré disimular en la voz del intérprete puertorriqueño recién vinculado a la orquesta.
«Yo estaba por ese tiempo en Cali y me vi con Tito para mostrarle cómo había grabado yo la versión en balada, el hombre se fue muy agradecido y yo orgulloso de tener a semejante artista internacional al frente». La canción se grabó en Miami con un resultado que, para los más acérrimos seguidores del grupo, marcó un hito en la trayectoria musical de la agrupación caleña».
«La orquesta llegó luego de unas giras y la canción era ya un éxito. A mí Tito Gómez me va a buscar a un apartamento de Prados del Norte en Cali para agradecerme porque yo puse la melodía original del tema. Me dijo que cuando la grabó, y en las presentaciones, la sentía muy intensamente». A Marino se le quiebra la voz y, como Varela cuando advertía su pueblo natal, se le aguan los ojos al recordar ese momento refundido en el calendario de 1988, cuando Niche se impuso en los listados de música nacional con el álbum Tapando el hueco.
Un legado
Con la consolidación de Niche como uno de los grupos salseros más famosos del mundo, Ramón Marino consideró que debía guardar como un tesoro esa pasta donde se imprimió la balada Cómo podré disimular en 45 revoluciones. Lo buscó en la casa, donde algunos familiares, llamó a los amigos…pero los resultados fueron infructuosos.
« […] estaba claro que el disco se había perdido en un trasteo, pero el afán empezó cuando nadie tenía ni una copia, y yo quería tenerla. No solo por el valor sentimental sino para contar con alguna prueba de mi testimonio». En el propósito de recuperar a su «hijo extraviado» contactó a un vendedor de música para que iniciara la búsqueda en el mercado de acetatos usados del centro de Bogotá.
Después de quince días apareció el vendedor con el encargo. El entusiasmado baladista de los setenta verificó que el disco era el correcto, con el tema Cómo podré disimular, por un lado, y Gigi ― también de la autoría de Jairo Varela―, por el otro. «Fue una emoción tremenda; tanto, que me porté bien con el hombre y le di un millón de pesos».
El acetato es una pieza de colección que hoy es buscada por melómanos de todas partes. Marino ha recibido en los últimos días llamadas de seguidores de Niche que quieren confirmar la historia de aquella exitosa canción, considerada un santo grial de las rarezas musicales colombianas.
Acetato original grabado en 1974 por Juan Ramón (Ramón Marino Restrepo). Le costó una millón de pesos recuperar esta joya de colección.
Marino, a la orilla de sus setenta años, pensionado y acompañado por su esposa María Isabel, atesora, además del acetato por el que curtidos coleccionistas le han ofrecido cifras de cinco ceros, anécdotas extraordinarias de los años en que Jairo Varela andaba con sus canciones escritas en cuadernos de estudiante.
Pensionado del Ministerio de Hacienda y dedicado a hacer arreglos, especialmente a músicos del género popular ―es el autor del icónico tema Me tire el matrimonio interpretado por Darío Gómez―, aún realiza presentaciones en las que hace gala de su calidad vocal y una armonía que le llevó a ponerle su voz, por vez primera, a una de las canciones más representativas de la salsa.
Muestra del talento de Ramón Marino Restrepo son las cuatrocientas creaciones musicales de su impronta como La sortija y Vete que son éxitos del género popular. Actualmente promociona los trabajos El cantante del amor y Aquí estoy”. Grabadas por Remy Rex, su nombre artístico.
En la actualidad Juan Ramón, asumió el nombre de Remy Rex y es un exitoso compositor de música del despecho.
