Colombia, este pequeño paraíso terrenal lleno del azul de los mares, del verde de nuestra hermosa vegetación y del dorado de todas nuestras riquezas, hoy solo se ve roja.
Roja de la sangre que me salpica de una cruda violencia que nunca nos ha abandonado y por la partida triste y sin sentido ya no solo de Dilan sino también de Brandon, de aquel joven que sirviendo a la patria solo encontró el silenciamiento de su voz, una voz que quería gritar fuerte solo para denunciar las injusticias de que fue objeto.
Esto no es de izquierdas ni de derechas, esto es del pueblo. ¿Cuándo cambiarás, Colombia? ¿Cuándo dejará la sangre de tus hijos de teñir esta amada patria que parece estar condenada al improperio de la violencia eterna?
Hoy oro para que el grito de paz, de justicia social y de amor a los congéneres de Dilan y de Brandon retumbe en los corazones de todo el pueblo y que su partida no sea en vano.