Después de varios meses de pandemia y adaptados (¿adaptados?) a ella ya quedó demostrado que el trabajo se puede hacer y bien, que los objetivos se cumplen y que podemos ser igual de eficientes desde el living, la cocina, la habitación, el parque o el balcón de nuestro hogar. Las empresas, por su lado, sobre todo las más reticentes a fomentar el trabajo remoto, también lo entendieron o por lo menos no les quedó otra alternativa.
Si bien aún no sabemos hasta cuándo vamos a seguir operando de este modo, la cuarentena empujó una serie de cambios de hábitos y comportamientos que llegaron para quedarse. Uno de ellos es la digitalización de las empresas y otro es el home office que, salvo para compañías como Google o Twitter que ya manifestaron no tener problemas con que sus empleados sigan haciéndolo hasta el fin de los días, va a llevar al resto a replantearse sus políticas.
Esto me lleva a reflexionar sobre la cantidad de personas que, en este contexto, cambiaron de trabajo e ingresaron a una empresa sin conocer probablemente el edificio y cara a cara a sus jefes y compañeros. Estamos básicamente experimentando con un grupo de personas que día tras día abren sus computadoras y se conectan para realizar una serie de tareas para una empresa cuya oficina ni siquiera han pisado, lidiando con clientes que no conocen más allá de una pantalla e interactuando con compañeros de trabajo que no vieron personalmente ni una vez. Entonces, ¿cómo se fomenta y aporta a una cultura corporativa que no pueden sentir personalmente?
La cultura corporativa se define como “el conjunto de creencias, valores, costumbres y prácticas de un grupo de personas que forman una organización” pero en la práctica es algo que se palpa, que se siente... Y es una de las razones por las cuales un talento elige trabajar y permanecer en una empresa, y en otros casos puede expulsarlo. Entonces, ¿cómo se transmite esa cultura a los nuevos ingresos? Y sumo otro desafío, ¿cómo mantenemos viva la cultura trabajando a distancia?, ¿puede llegar a cambiar la cultura?
Durante este tiempo fuimos descubriendo las respuestas a estas preguntas y la importancia de:
- Mantener viva la cultura, más que nunca, hablando acerca de los valores y costumbres de la empresa
- Crear instancias de comunicación constantes y abiertas con los colaboradores
- Buscar que se generen entre los equipos conversaciones reales, donde se pueda aprender o compartir vivencias o experiencias
- Fomentar el esparcimiento virtual, como after offices
- Contratar a personas con perfiles flexibles y adaptables
- Fomentar la colaboración, el intercambio y la resolución creativa de problemas
La buena noticia es que el mundo entero está en la misma situación, no hay persona a la cual no la haya tomado por sorpresa y estamos todos aprendiendo para tratar de salir mejores y más fuertes.
Hoy, creo que lo mejor que podemos hacer como líderes es ayudar a los colaboradores a adaptarse lo mejor posible a este momento, para que la vida laboral no se convierta en una preocupación más en este contexto y tratar de estar cerca, a pesar de la distancia.