El abogado Daniel Briceño descubrió el poder de las redes sociales que terminaron llevándolo al Concejo de Bogotá con casi 50 mil votos. Se abrió el camino con una dura y permanente crítica con denuncias concretas a través de trinos en su cuenta de X que comenzó hace año y medio con 250 seguidores. Sus mensajes conectaron hasta superar los 147 mil seguidores, de los cuales 1 de cada tres de estos, sí se mira solo el aspecto cuantitativo del fenómeno electoral, votaron por él y gastándose solo $ 80 millones en contraste con los rodos de plata que invirtieron muchos de los más de 400 candidatos.
En esta conversación con Juan Manuel Ospina, Briceño, quien tuvo el aval del Centro Democrático, da claves para entender los cambios en la manera de hacer política que pueden resultar más exitosos que las maquinarias tradicionales acompañadas de enormes presupuestos que después hay que pagar con contratos.
Juan Manuel Ospina: Daniel Briceño representa la nueva manera de hacer política que está apareciendo en el mundo y en Colombia, y si hay algo atrasado en nuestra sociedad, es la política. Estamos estancados en los últimos treinta años y Daniel viene a refrescar ese panorama. Así que, al grano, ¿Qué pasó el domingo?
Daniel Briceño: En primer lugar, sorprendido de confirmar que apostarle a una red social y a la calle, sí da votos. Acá había un misterio de si eso funcionaba. La pregunta que me establecí en campaña era: ¿será que uno puede conectar con la gente desde una red social? Mi teoría es que, si usted usa una red social para buscar un objetivo, también la puede usar para saber por quién votar y esa red social es la única posibilidad para penetrar en el electorado sin tener plata.
J. M. O.: ¿Cuánto te costó esta campaña?
D. B.: 80 millones de pesos.
J. M. O.: Esto es para pensar cómo se bota la plata en política.
D. B.: No hice una sola reunión grande, todo fue en publicidad.
J. M. O.: ¿Cómo hiciste el contacto con la gente?
D. B.: De manera digital. Durante un año tuve ese tipo de relacionamiento con la gente. La gente me veía y se sentía identificada conmigo. Luego, cuando entré en la campaña, le dije a mi equipo, probemos si esto es real. Así que publiqué un video e invité a la gente a tomarse un café conmigo, fueron 1.500 personas y me sorprendió. Una toma de café personal. Le dije a la gente, conozcámonos en la vida real y cuando la gente me conoció era como si me conociera de toda la vida.
J. M. O.: Si usted no hace relación personal, murió.
D. B.: Esa calidez se obtiene hablando, pero hoy está comprobado que esa cercanía se puede tener a través de una pantalla. Sí, nos vimos en la calle, pero esto era digital. Cuando me encontraba a alguien en la calle, la primera frase que me decían era: “Yo te sigo” y me reafirmó que esto era digital. Esta campaña fue digital.
J. M. O.: El relacionamiento directo es el cierre de un proceso.
D. B.: Esos cafés me ayudaron a convencer a la gente para que me apoyara a conseguir votos con sus amigos, su familia y así los comprometí. Era la única manera de hacer una campaña sin plata y de opinión.
J. M. O.: ¿Hiciste volanteo en la calle?
D. B.: Por medio de Big Data sabíamos dónde estaba la gente. En nuestra estrategia logramos que en el punto donde me parara, la gente me recibía el volante. Escogimos 100 puntos y ahí volanteamos varias veces.
Si ese punto era un punto de influencia del Partido Centro Democrático, había que ir tres, cuatro veces. Depende de lo que nos dijera la Inteligencia Artificial. Teníamos nueve personas volanteando. Iba y volanteaba allá y se lo entregábamos, pero había que hacer otra cosa: Entre semana, hicimos la campaña de caminar y caminé Bogotá. Entonces le dedicaba horas del día a caminar Bogotá. Caminaba 12 kilómetros diarios, casi 320 kilómetros en toda la campaña, esto alentó el voto silencioso.
Si la gente lo ve a uno en la calle puede reafirmarlo. Repartía volantes, pero era más para hacer presencia. Me metía en los trancones en hora pico y me empecé a dar cuenta de que la cosa iba bien cuando la gente me pitaba en los trancones.
J. M. O.: Ya elegido Concejal, ¿vas a seguir con este trabajo?
D. B.: El digital va a ser el más importante, pero hay que ir a las comunidades, sobre todo a encontrarnos con las que no fuimos muy fuertes en las votaciones
J. M. O.: ¿Te consideras un candidato de qué estrato?
D. B.: Las clases medias votaron por mí. Una persona que tiene un crédito hipotecario o la que está pagando un carro son las más preocupadas con el gobierno de Petro y sus reformas. En estratos 1 y 2, el Presidente tiene más control, hay más subsidios, más promesas. Una persona de clase media cuando pierde el empleo, pierde todo.
J. M. O.: ¿Hasta dónde puede uno hacer política sin tener el respaldo de la maquinaria, de una organización? Con tu experiencia, ¿se necesita tener el respaldo de una organización o lo sacas todo a pulso?
D. B.: Para aspirar a algo, hay que tener un Partido, eso no quiere decir que todas las campañas se manejen de la misma forma. Yo me manejé sin estructura, sin maquinaria. Hacia arriba, nadie me ayudó y hacia abajo, no era Jefe de nadie, ni de líderes comunales. Tenía un voto cien por ciento de opinión, eso me generó ansiedad en la última semana porque cerraron las campañas y veía que, en las reuniones de los políticos de cierre, eran 10 mil personas y yo estaba en Kennedy tomando tinto con tres personas.
J. M. O.: En este momento, ¿Cómo crees que debe evolucionar la política hacia adelante? Es que creo que es posible complementar el trabajo de organización política con la opinión.
D. B.: Hay una separación entre los políticos de opinión y los de estructura y la gente cree que no se pueden combinar. El problema es la dificultad de combinar estas mentalidades. Si es un político que siempre ha sido estructura, muchos hicieron eso, pero se quemaron. Entonces, hay otros, como lo que pasó en el Partido Verde, que llegaron de opinión y se dedicaron a hacer estructura y tampoco les funcionó. Esa combinación es difícil de hacer, pero se puede.
Todo depende de la forma como llegas, si llegas hipotecado, difícilmente vas a generar opinión. La opinión la genera el tema de la denuncia. Si muestras una denuncia, los medios de comunicación reaccionan. Al igual que las opiniones fuertes, si llegas muy comprometido, ya quedas maniatado. Es mejor llegar por medio de la opinión y luego armar una estructura. Ahora voy a hacer control político y quiero enseñarle a la gente a hacer control político, y eso se hace enseñándole a la gente.
J. M. O.: Te oigo haciendo control político, ¿no crees que hay que combinarlo con una capacidad de proponer? A veces nos quedamos en las críticas y quedamos sin propuestas. Sientes la necesidad de encontrar un equilibrio entre la denuncia y la propuesta.
D. B.: Dentro del plan que les propuse a los bogotanos, hacía esa combinación. La mayoría de mis denuncias es sobre el malgasto público, este malgasto es legal, lo puede hacer. Encontramos que en Bogotá hay $ 1,2 billones mal gastados y eso se lo mostré a la gente. Hay que hacerle control a esto. Nosotros tenemos una política de austeridad lista para radicar, para reducir gastos que se están yendo en funcionarios públicos. Es mala gerencia.
Aquí la conversación completa:
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