Por estos días de tormenta petrolera, el joven príncipe saudí, heredero del reino más rico en petróleo del planeta, tiene razones para celebrar. Mohamed bin Salmán, hizo una apuesta fuerte y ganó. Bajo su liderazgo, el precio del petróleo ha subido 44 % en doce meses. Para lograrlo reclutó a Rusia y otros países no miembros de la Opep, como México, con el fin de reducir el exceso de oferta cuando los precios colapsaron, pasando de USD 100 en el 2014 a menos de USD 30 en 2016, presionados por la inundación de crudo que ellos mismos hicieron para sacar del mercado a los productores de esquistos de Estados Unidos. Hoy el Brent (referencia para el colombiano) fluctúa en los USD 75 por barril. Y Goldman Sachs ya se atrevió a pronosticar USD 82,50 a seis meses. Por eso, más de un candidato en Colombia, debe estar celebrando, porque si llega a la presidencia le tocarán las vacas gordas del petróleo.
Opep y sus aliados pueden cantar victoria porque seis meses antes de lo previsto están cerca de lograr lo que se propusieron, acabar los excedentes y reequilibrar el mercado. El barómetro que buscaron para medir el éxito fueron los inventarios de cinco años de 35 países industrializados de la OCDE. Y aquí están las cifras: a mitad de este mes, los inventarios totalizaban 2850 millones de barriles, 43 millones más que el promedio de cinco años, al iniciar el 2017 ese promedio superaba 340 millones de barriles.
Mohamed bin Salmán y Vladimir Putin lideraron el recorte de producción que se cumplió a rajatabla
Llegar de vuelta al equilibrio costó un esfuerzo grande. Opep y no-Opep cumplieron a rajatabla con los recortes de producción que se impusieron en Viena el 30 de noviembre del 2016. Contra los escépticos, el cumplimiento es de 150 %, lo que significa que la Opep ha recortado 1,8 millones de barriles diarios, 600 000 más de lo prometido. En ese resultado hay que tener en cuenta la debacle total de la industria petrolera de Venezuela que ha significado la reducción de su producción en 750 000 barriles diarios. El gigante latinoamericano, ¡ha tenido que importar petróleo!
Al alza de los precios también hay que sumarle las tensiones políticas que algunos dan como determinantes, aunque su peso es relativo en el contexto. Pero ahí están las sanciones a Venezuela, las amenazas contra el acuerdo nuclear de Irán, los misilazos a Siria, y la mostrada de dientes con Corea del Norte.
Quizá más importante ha sido la fortaleza de la demanda. Según muestran los economistas de Deutsche Bank y de la Reserva Federal de Nueva York, gran parte del alza se debe a una demanda más fuerte. Este renovado ímpetu por el consumo de petróleo se debe por una parte a la mejora del crecimiento económico a nivel global, auspiciado por uno muy fuerte en los mercados emergentes, pero también porque el crudo se ha mantenido a unos precios atractivos. De hecho, a mediados de febrero la Agencia Internacional de Energía -AIE- subió su pronóstico sobre el crecimiento de la demanda mundial de crudo en 2018 a 1,4 millones de barriles por día, luego de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) elevara su cálculo sobre la expansión económica global para el 2018 y el 2019.
Hasta cuándo se mantendrán los recortes de producción acordados hasta diciembre de 2018 es algo sobre lo que se tendrá certeza en la reunión de monitoreo prevista para el 22 de junio en Viena. Por ahora hay un run-run en el mercado que puede ser la clave. Reuters conoció de dos fuentes de la industria petrolera saudí que el reino quiere precios entre USD 80 y 100 para respaldar la venta de una parte de la gigantesca Aramco en su OPI (oferta pública inicial). Pero una vez que se realice la venta, Mohámed bin Salmán querrá precios más altos para financiar iniciativas suyas como Vision 2030 con la que piensa impulsar una economía no dependiente del petróleo, la guerra en Yemen, y la modernización del reino, que empezó permitiendo conducir automóvil a las mujeres y asistir al estadio a un partido de fútbol.
La producción de Venezuela, el gigante latinoamericano, se desfondó y terminó importando petróleo
En el mundo de los confidenciales del petróleo hay otra novedad. Que Arabia Saudita está buscando integrar a Rusia en un nuevo cartel para estabilizar los precios a largo plazo en detrimento de la Opep que preside actualmente, pero cuyo peso disminuye día a día. Una alianza del mayor exportador y el mayor productor convertiría al mercado mundial de crudo en un 'duopolio' de facto, otro motivo más para que los precios suban.
Pero las cuentas de los precios altos no pueden ser tan alegres. Hay riesgos sobre la mesa. El primero, que cumplido el objetivo, algunos miembros del cartel decidan su salida prematura del acuerdo. El segundo, que si bien la demanda de petróleo es relativamente rígida, los precios elevados pueden reducirla lo suficiente como para dar un susto a OPEP y sus aliados. La tercera y más importante, que podrían estimular la producción desde aguas profundas de México o Brasil, y sobre todo la de esquistos de Estados Unidos, “crecimiento explosivo” fue el calificativo que usó la AIE. Hoy el boom del petróleo no convencional ha disparado la producción de EE. UU. por encima de 10 millones de barriles diarios, niveles próximos a los de las potencias Rusia o la propia Arabia Saudí.
Si hubiera otro factor de incertidumbre ese se llama Donald Trump. La semana pasada lanzó el siguiente tuiterazo: “Parece que la Opep está en eso de nuevo. Con cantidades récord de petróleo por todas partes, incluidos cargueros a plena capacidad en el mar, ¡los precios del petróleo están artificialmente muy altos! ¡No es bueno y no será tolerado!”. Hasta hoy no se sabe en qué consiste la amenaza.
Y aquí surge la pregunta del millón: ¿podrá la Opep mantener unos precios relativamente altos y sostenibles sin estimular el crecimiento de la producción de esquisto en EE. UU? Goldman Sachs se adelantado a la respuesta y hace dos meses pronosticó que después de picos de 82,50 en seis meses, volverán precios de USD 75 en 12 meses. En las altas esferas de Opep se da por hecho que ahora “70 dólares es el piso para los precios del petróleo”.
Sea como fuere, precios en 70 dólares, o por encima, o en 100 si Arabia Saudí se sale con la suya, serán un alivio para las finanzas de Colombia que tendrán que llegar a capotear el nuevo presidente el 7 de agosto.
Porque el año pasado cerró con dos noticias preocupantes. El recaudo de impuestos no cumplió las expectativas de la séptima reforma tributaria desde 2010, y para acabar de completar, en el 2019 empezará a regir la reducción en la tarifa de renta. El déficit fiscal total fue $33,46 billones en el 2017 y el que Minhacienda proyecta para este año es de $29,6 billones.
Con este panorama, precios más altos del petróleo -la producción ha caído de un millón a 850 000 barriles por día- ayudarán a mejorar las cargas, porque representan más ingresos para el país. Minhacienda estima que por cada dólar que sube el precio los ingresos aumentan $350 000 millones. Que se traducirán en mayores ingresos fiscales, por el incremento en pago de impuestos de las empresas del sector petrolero.
Pero unas son de cal y otras de arena. Las exportaciones que estaban empezando a repuntar sentirán el peso de una revaluación en torno a 10 % porque al terminar diciembre el dólar estaba en $3000. Todo ello traducido en pérdida de competitividad en el 50 % de los destinos, los cuales pertenecen al área dólar.
Y a usted, cuando vaya a tanquear el carro, le tocará pagar $99 más por galón desde el 1 de mayo.
La carrera alcista del petróleo será la descolgada del dólar, dada la estrecha correlación que hay en Colombia entre ambos. ¿Hasta dónde caerá el dólar? Difícil predicción. Quizá el millennial saudí que heredará un reino tenga alguna respuesta.