La disputa para ganarse el papel fue larga y reñida. La primera opción, la más obvia, la que esperaban sus seguidores, era que Rafael Santos, hijo del ídolo vallenato, lo interpretase. No sólo poseía un evidente parecido físico con su padre, no sólo cantaba como él sino que además sabía actuar. Su interpretación de Iván René Valenciano en la segunda parte de La selección, sorprendió a medio mundo.
Lamentablemente el contrato de exclusividad que había firmado con Caracol para trabajar en esta serie, le impedía cambiar de orilla. Así que quedaba un plan B y este era Julián Román. Se estuvo muy cerca de llegar a un acuerdo con el talentoso actor, hasta que Orlando Liñan, un abogado nacido en Valledupar hace 26 años, empezó a darse a conocer en American idol, uno de los fracasos más sonados de la televisión colombiana en el 2014.
El cantante, conocido en el fragor vallenato como el Timbre, remoquete al que se hizo acreedor por su portentosa voz, se aprestaba a entrar a las instancias finales del reality cuando fue llamado por los productores. No se había sentado aún Liñan cuando una propuesta le estalló en el oído: él era el claro favorito para ganar el concurso pero, si abandonaba el mismo, podía aspirar a encarnar a Diomedes, su ídolo máximo, en la novela que RCN estaba a punto de empezar a grabar. Sin pensarlo mucho decidió arriesgarse.
En esa época Orlando Liñan tenía la voz pero no la figura del Cacique de la Junta. Pesaba 100 kilos y su cara abotagada distaba mucho de parecerse a la de Diomedes joven. La idea en un principio era usarlo para los capítulos en donde se mostrara la juventud del ídolo. Pero el carisma y la calidad interpretativa del debutante le hizo pensar a Henry Luna, director de la novela, que sería una mejor opción que el propio Roman. Contra todo pronóstico el abogado que alguna vez lloraba entre tragos de old parr por alguna canción del poeta vallenato, ahora se transformaría en él.
Convencido de que era la oportunidad de su vida, Liñan llegó, 20 días después de ser convocado, al set de grabación con 8 kilos menos. Sus botas y correa texanas, camisa colorida de seda, el pelo engominado y el acento inconfundible del llorado juglar. La decisión estaba tomada pero en los primeros días de grabación nada fue fácil para el novel actor. La presión le jugaba una mala pasada y a pesar de que estudiaba con minuciosidad sus textos, al llegar a la escena preparada lo olvidaba todo. Rápidamente se hizo de muy buenos amigos, como su madre en la novela, Adriana Ricardo, pero entre una parte de los actores hubo resquemores que fueron solventados felizmente gracias al talento innato de este cantante.
Porque Orlando Liñán sabe que este es su sino, la estrella que seguirá marcando su ascendente carrera como cantautor. Antes de que el éxito lo sorprendiera, El timbre compartía un dueto con el acordeonista Pipe Villabona en donde sacaron canciones que se alcanzaron a afincar en el corazón popular, como fue el caso de Quiéreme. Sabe que será muy difícil desmarcarse del rótulo de ser la némesis de Diomedes, pero con la potencia de su voz seguramente que logrará encontrar un estilo propio.