La mano tapando la boca y mirada de consternación. Fue la reacción del presidente de Chile, Gabriel Boric, al ver el resultado de la votación de las elecciones constituyentes del domingo 7 de mayo. El motivo: la derecha chilena consiguió 34 de los 50 escaños en el proceso. Y, lo que es aún más alarmante para el Gobierno, la extrema derecha liderada por José Antonio Kast —antiguo candidato presidencial— se hizo con 23 de esos asientos.
Era el nuevo intento del Ejecutivo para abandonar la Constitución heredada de la dictadura de Augusto Pinochet, en el que 15 millones de personas fueron citadas para votar obligatoriamente por los 50 consejeros constitucionales, es decir, a los encargados de configurar y redactar la nueva Carta Magna. Pero, tras la victoria del ultraderechista Partido Republicano con más del 35 % de los votos frente a 28,5% de Unidad para Chile —de Boric—, esta es una piedra más en el camino en el proyecto del partido de gobierno.
Y es que la nueva Constitución que había imaginado el presidente de izquierda cuando ganó las elecciones el 19 de diciembre de 2021 parece estar cada vez más lejos.
"El primer intento —en septiembre— fracasó y, debo decirlo, porque no supimos escucharnos los unos a los otros. Quiero invitar desde ya al Partido Republicano, que ha obtenido una primera mayoría incuestionable, a no cometer el mismo error que nosotros. Este proceso no puede ser de vendetas, debe poner por delante el interés de los chilenos y de Chile", apuntó Boric tras los resultados, en modo conciliador.
La primera propuesta de la entonces Asamblea Constituyente, votada el 4 de septiembre de 2022, estuvo lejos de generar consenso y no salió adelante. El 62 % de los chilenos que acudieron a las urnas la rechazaron. Un resultado que ni las previsiones más pesimistas vaticinaron y selló el primer golpe al Gobierno de Boric, ya que la reforma de la Constitución había sido una de sus promesas insignia durante la campaña presidencial.
Tras el fracaso, la Presidencia reconoció los errores y fijó fecha para un segundo intento, en el que las encuestas nuevamente no alcanzaron a augurar este ‘tsunami’ de la extrema derecha y la derecha tradicional —como se ha denominado el resultado—. De hecho, con este resultado podrán proponer, aprobar y modificar normas constitucionales. Porque unidos sobrepasan de sobra los tres quintos de quórum, que requiere 30 puestos en el Consejo Constitucional.
Desde el Partido Republicano ya han asegurado que su intención es que la nueva Constitución sea "bastante similar" a la actual, heredada de la dictadura y reformada 60 veces desde el inicio de la democracia en el país sudamericano.
"Es una gran paradoja: ellos estuvieron siempre en contra del proceso constituyente y hoy día tienen la oportunidad de escribir la Constitución que quieran", dijo Claudia Heiss, docente de ciencia política en la Facultad de Gobierno de la Universidad de Chile, a la cadena de televisión 'BBC'.
El estallido social, la génesis del proceso constituyente
Unas niñas corren para saltar las puertas de entrada al metro de Santiago sin pagar. Corren y gritan. No pueden permitirse pagar el tiquete, ni quieren, con la nueva subida de precios. Es la imagen del malestar social chileno y una de las más emblemáticas del inicio del estallido social en el país en octubre de 2019.
Lo que empezó como un descontento por la subida de los precios de los servicios y productos básicos terminó en manifestaciones multitudinarias en todo Chile. Tras meses de estas protestas masivas, abusos de los DD. HH. por parte de los carabineros —cuerpo policial chileno— y cientos de ojos perdidos en las movilizaciones, en octubre de 2020 llegó un punto de inflexión: el 78 % de los chilenos decidió cambiar la Constitución del país en un referendo popular.
Era la máxima victoria de todos los que habían salido a marchar, la oportunidad para que la nueva ley suprema incluyera medidas sociales más progresistas.
Pero ahora, bajo la dirección de la derecha, es poco probable que estos anhelos se materialicen en la nueva Constitución. Y muchas de las caras visibles de las protestas se repiten la misma pregunta: ¿sirvió de algo el estallido social ahora que la constituyente ha terminado en manos de la extrema derecha chilena?
¿Cómo se ha hecho la derecha con el fruto de un movimiento progresista?
"Retroceso" es como algunos expertos y politólogos denominan el resultado de esta votación.
"Si gana la derecha, quienes se negaron por décadas a la posibilidad de un cambio constitucional y quienes representan hoy la principal amenaza para la democracia, tendrán la cancha abierta para escribir el nuevo texto sin mayores dificultades", era el pronóstico que Pierina Ferretti, directora ejecutiva Fundación Nodo XXI afiliada al Frente Amplio de Boric, daba al periódico El País. Ahora se ha hecho realidad.
Pero otros acusan que este suceso es simplemente fruto de la representatividad, ya que en el referendo a favor de la Constituyente de 2020 solo el 38 % de la población chilena dijo explícitamente que 'Sí'. No obstante, las votaciones de salida de la Constitución de septiembre de 2022 y la de este domingo han sido obligatorias para todo los ciudadanos, algo que ha podido ha arrojado luz sobre los conservadores más silenciosos.
"Chile ha derrotado a un Gobierno fracasado, y eso hay que decirlo fuerte y claro. Un Gobierno que no ha sido capaz de hacer frente a múltiples crisis", apuntó Kast tras los resultados.
Y es que, una vez más, el descontento es lo que está haciendo que el sistema político chileno se balancee y, con él, el cambio de la Constitución. Pero, en esta ocasión el contexto es diferente al de 2019. Para muchos expertos, como el analista Alfredo Joignant, este resultado no es una sorpresa "en absoluto".
"En esta elección convergieron una crisis de la seguridad pública, una crisis económica con efectos inflacionarios, una crisis migratoria en el norte de Chile y un escenario de violencia en el sur del país con actores radicalizados del pueblo originario mapuche. No puede entonces sorprender la irrupción de una derecha radical, todavía en el umbral del extremismo, la que pudo capitalizar el descontento ante un Gobierno titubeante para enfrentar estas cuatro crisis simultáneas", sostiene Alfredo Joignant, analista político, en una columna en el periódico El País’.
Se trata de un malestar que ha dejado un espacio vacío, que la extrema derecha ha conseguido ocupar. El Partido Republicano ha conseguido extender su influencia con un discurso basado en el orden, el control migratorio y la economía. Justamente, las preocupaciones actuales de la mayoría de los chilenos.
Algo que se ha sumado a la incertidumbre que trajo consigo la votación atropellada del plebiscito en septiembre de 2022, y que ha derivado en que ahora los chilenos quieran votar por una opción que "parece más estable", según analistas como el politólogo Cristóbal Bellolio.
"El clima político en Chile no es el mismo que en 2019 o 2020. Después de una pandemia, y en medio de una crisis económica y de seguridad, la gente está favoreciendo opciones que reduzcan la incertidumbre", apuntó Bellolio a la agencia Reuters.
Una problemática sobre la que el Ejecutivo de Boric es muy consciente y así lo ha hecho saber en sus últimas intervenciones públicas.
"Quiero que los ciudadanos sepan que se le está dando respuesta a estas crisis, que sé han calado profundamente en el ánimo de todos", aseguró el presidente tras ver los resultados de las nuevas votaciones.
No obstante, ya es un hecho que tendrán que negociar con los proyectos políticos de derecha y de extrema derecha para la nueva Carta Magna.
El incierto futuro de la Constituyente
¿Será la nueva Constitución más de derecha que la actual? Según algunos analistas, es improbable. Para apaciguar a los votantes y calmar el descontento generalizado, es probable que incluya mejoras en ámbitos como la ampliación de los derechos sociales, la protección de los consumidores y el reconocimiento de los indígenas.
"Si es más de derecha que la Constitución de Augusto Pinochet, la gente la va a rechazar", sostiene Patricio Navia, politólogo de la Universidad de Nueva York.
Pero eso no asegura que la nueva ley máxima incluya derechos fundamentales y banderas de la izquierda como la salud y la educación públicas, sometidas en la actualidad a las dinámicas del mercado en Chile. Por eso, junto a la caída en picada de la popularidad de Boric en su segundo año de mandato, esta es una nueva derrota para el mandatario de izquierda.
"No basta con ganar unas elecciones, lo que ocurre entre medias es muy importante", apunta al respecto Rossana Castiglioni, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad Diego Portales de Chile.
Pase lo que pase en diciembre de este año, cuando se espera que esté listo el borrador de la Constitución y se vuelva a someter a votación, el retroceso de la izquierda en el país bañado por el Pacífico ya es un hecho. Como lo es que los más de 15 millones de chilenos elegirán entre la Constitución dirigida por los aliados de Kast o la de Pinochet a finales de este año.