Cuestionar la forma como se maneja un país no corresponde a una rutina de quejosos. Es el resultado de analizar con seriedad los aspectos más importantes de la vida nacional, en comparación con otras experiencias mundiales. En este campo, sobran las pruebas para afirmar que la orientación de Colombia va en contravía de una auténtica apuesta para mejorar la calidad de vida de toda la población.
Hacer que la economía funcione, y por ende el país, es una ecuación que tiene las características de lo expresado por el premio nobel de Física Richard Feynman: "se puede reconocer la verdad por su belleza y sencillez". En efecto, la historia, la teoría y los hechos demuestran hasta la saciedad que la principal forma de crear riqueza en una sociedad es la producción y el trabajo, que logran en conjunto una mayor dinámica de oferta y consumo. Además, el comercio es solo un mecanismo de materialización de la riqueza, pero no de generación de ella. ¡Así de sencillo!
Siendo esta ecuación tan fácil, hay que preguntarse: ¿por qué se importa el 30 % de los alimentos si hay más de 20 millones de hectáreas que no se cultivan?, ¿por qué el déficit comercial de la industria representa 40.000 millones de dólares al año, si el país tiene la materia prima y cerebros capaces de fabricar mercancías?, ¿por qué el ingreso per cápita es cinco veces menor que el promedio del de los países de la OCDE?
La única explicación lógica es que durante décadas Colombia ha sido dirigida por grupos y familias políticas cuyo único plan es lucrarse individualmente del atraso, el subdesarrollo y la pobreza del resto de la población. En ningún país rico del planeta los gobiernos actúan sistemáticamente para arruinar a sus productores y eliminar el ingreso a sus trabajadores, como lo hace la llamada Unidad Nacional de Santos-Vargas Lleras y sus alfiles Pardo, Peñalosa, Angelino, Armitage, Pérez Gutiérrez, solo por mencionar algunos.
Lo complicado —entonces— no es saber cómo hacer rico al país, sino conseguir que gobiernen quienes en verdad trabajan para eso. La primera tarea que tenemos quienes creemos que este país sí tiene arreglo, es no dejarnos embaucar. Una muestra de la nueva generación de dirigentes nacionalistas que necesita llegar a la dirección del Estado son Manuel Sarmiento, Leonidas Gómez y Wilson Arias, formadosy probados en muchas batallas por la defensa de la soberanía, la producción y el trabajo nacional.
Twitter: @mariovalencia01