El pasado 9 de marzo Gabriel González, residente en la ciudad de Bogotá y quien tiene una limitación visual, acudió a la mesa de votación asignada por la Registraduría para ejercer su derecho, pero al hacerlo, se encontró con varios problemas.
Gabriel tuvo que esperar alrededor de 30 minutos para hacer efectivo su voto, ya que su tarjetón no se encontraba disponible en esa mesa de votación, cuando llegaron sus tarjetones en el sistema braille, éstos estaban incompletos, pues faltaba el tarjetón de la consulta interna del partido Verde, por lo que no pudo ejercer su derecho de manera completa.
Gabriel es una de las 2.632.255 personas discapacitadas en Colombia, y una entre 1.143.992 que tiene discapacidad visual, según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE) publicadas en el 2005; las cuales, no pueden votar de manera normal y necesitan de un tarjetón braille o de la compañía de una persona confiable que les ayude a ejercer su derecho como todos los demás colombianos.
De acuerdo con Hernando Villalba, personero delegado para la coordinación de personerías locales en Bogotá: “La Ley 163 de 1994 es la que determina, que ante la ausencia de tarjeta braille, los sufragantes invidentes pueden votar con acompañante- además aclara que- la Registraduría Nacional convocó a un censo para proveer de tarjetas braille, pero quienes no se censaron para tal efecto, se les debe permitir el derecho al voto con un acompañante”.
Este es el caso de Martha Cossio, ciudadana de Medellín e invidente, quien acudió con una amiga para hacer efectivo su derecho, según ella “es más fácil acudir con un acompañante a votar, pues sólo se demora unos minutos, mientras que con el tarjetón braille se puede demorar mucho tiempo tan solo buscando a un candidato”.
Sin embargo, personas con discapacidad visual, como Gabriel González, prefieren votar de manera autónoma, pero en muchos casos, se encuentran con que su tarjetón para el voto no está disponible en la mesa, o que tiene que llamar con anterioridad para reclamarlo, según el documento publicado por la Defensoría del Pueblo en el 2003, indica que: “La Registraduría no puede desconocer que la capacidad de un invidente de comprender el sistema braille incide particularmente en su manera de ejercer el voto, pues comprender la información que se encuentra escrita en alto relieve, le permite marcar sobre la tarjeta electoral su decisión política, sin injerencias extrañas e indebidas a la luz de la Constitución”.
Por otro lado, el director del Instituto para Ciegos (INCI) Carlos Parra, quien es invidente, cree que las personas con discapacidad no solo visual, sino con otras limitaciones físicas, cuentan con un amparo por parte de la ley, la cual los protege en caso de que quieran votar de forma autónoma o los que necesiten de un acompañante para sufragar; sin embargo, asegura que el Instituto Nacional Para Ciegos es quien facilita la impresión de los tarjetones en braille, y la Registraduría es la encargada de difundirlos en las mesas de votación, además expresa que por lo general, el tarjetón en braille es difícil de leer en las elecciones para senado, cámara y parlamento, ya que contiene varios candidatos y muchas de las personas invidentes no tienen la capacitación para ejercer su voto en este sistema.
Hernando Celly, abogado invidente, interpuso una tutela en el año 2003, reclamando que en las elecciones del 10 de marzo de 2002, fue agraviado al no tener disponibles los tarjetones electorales en sistema braille, a diferencia de anteriores jornadas electorales y que a consecuencia de ello, no pudo ejercer su derecho al voto secreto, por lo cual, de acuerdo a la Defensoría del Pueblo, la Corte Constitucional le exigió a la Registraduría la expedición de tarjetas electorales impresas en alto relieve durante los comicios electorales, las cuales deben ser suministradas a quienes tengan alguna limitación.
Las personas con discapacidad visual cómo Gabriel González y Hernando Celly, reclaman su derecho al voto autónomo y si bien apoyan la ley que permite que los discapacitados asistan a votar con un acompañante, insisten en que ésta medida sea una opción para los discapacitados, más no un último recurso para ejercer su derecho constitucional.
Discapacitados en Colombia, Censo del 2005, el más actualizado:
A pesar de que el Dane no haya realizado un censo que actualice las estadísticas de las personas discapacitadas en Colombia, las cifras que reporta el Dane son las siguientes:
Total de personas censadas 41.242.948; total personas por lo menos con una limitación 2.632.255; personas con limitación para ver 1.143.992; personas con limitación para caminar 770.128; personas con limitaciones para oír 454.822; personas con limitaciones para usar brazos y manos 387.598; personas con limitaciones para hablar 340.430; personas con limitaciones para entender y aprender 315.601; personas con limitaciones para relacionarse con los demás 257.573; personas con limitaciones para el autocuidado 247.113; personas con otras limitaciones 494.683. Esto quiere decir que la limitación más frecuente en los colombianos es la visual.