Fue su única promesa de campaña. Oficialistas y opositores vieron cómo, sin un programa de gobierno, el joven event planner barrió en primera vuelta. Recordemos que durante la campaña de 2030 le dijo a Semana que a pesar del guiño del expresidente Uribe, iba a posponer cualquier aspiración electoral hasta después de la celebración, en 2033, del centenario del tercer reich.
La entrevista tuvo lugar en un reservado del Gun Club, junto a la vitrina que recrea un desfile militar del fuhrer. Cumplió su palabra: el polémico evento fue una bomba mediática que disparó su fama de buen ejecutor. Y como si el segundo guiño de su jefe político no fuera suficiente para embolsillarse la presidencia, los astros de la ciencia se alinearon a su favor: la tecnología de recombinación de ADN dio un salto en la detección precoz de ideologías políticas hereditarias en madres gestantes, haciendo posible, por primera vez, prevenir delitos mientras el feto está aún in utero.
Cabe recordar que el comunismo y bailar al ritmo de “Uribe, paraco hijueputa” fueron declarados delitos políticos, castigados con la pena de muerte en 2025, durante la presidencia de su mamá, María Fernanda Cabal.
Solo quedaba la batalla final, y como una epifanía, Juan José Lafourie Cabal se vio a sí mismo sancionando en Palacio la ley que volvía obligatorio el aborto de futuros comunistas. Con ello libraba a la Patria del ojo vigilante de la CIDH, y a la oposición le tiraba la migaja de desmontar el Esmad. “Ni un tuerto más”, dijo una vez en una concentración que fue ovacionada de pie hasta por los llamados tibios.
A partir de ese día todo entró con mantequilla. Ningún contendor pasó de 9 puntos en las encuestas; la izquierda y el centro se hicieron trizas solitos: los Verdes se durmieron, otra vez, con Fajardo, que a su edad está ad portas del sueño de los justos; la Colombia Humana entra a jubilación; los liberales de Gaviria se enfrentaron a los ahora rancios nuevos liberales Galán Pachón, mientras que Germán Vargas Lleras, mueble viejo, se tragaba su quinta y amarga derrota.
El 7 de agosto de 2034, el nuevo presidente juró cumplir la Biblia bajo la mirada vacía pero recelosa del senador Ernesto Macías, único vestigio del duquismo que quedaba en pie. Desde el sótano, brindando con Antioqueño rebajado con valeriana, la esposa del señor que presta la avioneta y el gran colombiano (esa especie de Dorian Gray paisa) vieron la posesión de su última encarnación por medio de un Facebook live. “Provida anticomunistas forever”, dijeron, y chocaron las tazas.