Por: Julian Cortes.
Continuando con el tema de las prisiones colombianas donde constantemente se violan los DDHH, quiero recordar la famosa “terapia” carcelaria en Colombia.
“Terapia”, es el término usado por nosotros los prisioneros, para referirnos a la sumatoria de todas las medidas y órdenes lógicas o ilógicas, racionales o irracionales, legítimas o legítimas (en su mayoría ilógicas, irracionales e ilegítimas), aplicadas tanto para los internos como a sus familias con el solapado propósito de hacer dura la cárcel; tan suficientemente dura como nuestra constitución y convenios internacionales de Derechos Humanos no lo permiten, de tal manera que al interno nunca se le olvide lo duro que es pasar por una cárcel, o como decía un guardián: “Pa’ que no se amañen”. Como si el solo hecho de privarnos de nuestra libertad, de nuestros hijos, de nuestras mujeres, de nuestra cotidianidad no fuera suficiente.
Terapia es también hacer eternos los procedimientos judiciales. Es archivar en la oficina jurídica de la cárcel las solicitudes de los internos que piden la libertad, antecedentes, beneficios jurídicos, redenciones de pena, de tal modo que un procedimiento normal de 15 días aproximadamente, termina siendo un rosario de derechos de petición con acciones concretas pasados 4 o 6 meses, y hasta años.
Terapia es excluirnos de un sistema de salud digno sin ser atendidos adecuadamente y a tiempo. Es dejar avanzar las enfermedades, si es posible, hasta la muerte. O dejar morir a un interno, solo porque no hay un médico las 24 horas del día, mientras los guardianes deciden si lo llevan o no de urgencias a un hospital público. Sale más barato.
Terapia es no recibir los beneficios por ley estipulados de descuento en estudio o trabajo, inventando que no hay cupos y generando un mercado corrupto de descuentos de horas al mes. El que no tenga con qué pagar, ¡que pague físico toda su condena!. Mientras que los parapolíticos o políticos corruptos en casas fiscales descuentan por todo, como ya han denunciado algunos medios.
Terapia es revolver los guerrilleros presos con paramilitares, presos políticos con delincuencia, adictos a las drogas con pacientes psiquiátricos, todos con todos. ¡O conviven o conviven gran hijueputas, o es que dejaron las güevas afuera!, decía el director de una cárcel mientras recibía “amablemente” a unos internos.
Terapia es comida fría, mal preparada o en estado de descomposición. Es hacer de nuestra alimentación un negocio rentable con mano de obra barata o gratuita pues los internos mismos cocinamos y lavamos la loza y las ollas.
Terapia es dormir 8 o 10 personas en celdas destinadas para 4 seres humanos. Es acomodarse en el pasillo bajo la lluvia y el frio bogotanos, porque no hay cama pa’ tanta gente; y eso que en Colombia hay más cárceles que universidades públicas.
Terapia es guardianes malacarosos, represores, rencorosos, que aman usar el garrote y del “trufly”6, —por fortuna no todos— quienes nos miran y tratan con resentimiento, con odio, tanto que a veces pienso con seguridad, que quienes tienen primero que resocializarse son ellos.
Terapia son requisas exageradas y numerosas y eternas filas para nuestras ancianas madres, esposas embarazadas y niños quienes nos visitan. Morbosas guardianas que ilegalmente desnudan el pubis de las mujeres. cuando no las tocan exageradamente, aunque existan los medios adecuados y aprobados legalmente para requisarlas.
Terapia es recortar el agua cuando la temperatura supera los 35ºC y la mierda de los baños se seca, y se evapora ambientando el entorno, llenándolo todo de moscas que terminan parándose en nuestras comidas, dejando sus huellas visibles.
¡Pa’ que no se amañen!
El anterior es un fragmento del libro “Te cuento desde la prisión”: http://es.scribd.com/doc/146750088/Te-Cuento-Desde-La-Prision
