En lo corrido de este 2022 muchos han sido los hechos noticiosos que pusieron en vilo a más de un colombiano o colombiana en el sillón de su casa mientras miraba la televisión o hacía uso del sistema radial, pero el tema de la aspersión con glifosato para acabar con cultivos ilícitos, lamento decirlo, no ha tenido el cubrimiento ni la controversia que merecía, al punto de que mucha gente no entiende el meollo del asunto debatido en la Corte Constitucional.
La controversia respecto a este tema genera una importancia monumental. Ya que no solo se trata de una riega aérea para combatir los narco-cultivos, sino que además se le suma los efectos nocivos que este componente químico (cancerígeno) genera en la población civil y en las siembras que no persiguen ningún fin ilegal.
Así pues, la discusión suscitada por esta cuestión en las entrañas de la Sala Plena del máximo ente constitucional, además de provocar una inmensa cantidad de papeles que copan las gacetas, angustia al campesino promedio, toda vez que con la irrigación de este componente tóxico pagarán justos por pecadores.
De mientras, el foro sigue abierto, contrario sensu a lo que opinaban la mayoría de medios informativos, que daban por hecho la resolución del asunto con la decisión de la corte. Dicha sentencia no dio por cancelada la aspersión de este nocivo líquido, sino más bien impuso a las entidades encargadas unos requisitos difíciles para filtrar mejor el perfil de quien lo realizará en su momento.
La suerte está echada. El tema del narcotráfico nunca parará hasta que se creen políticas firmes y garantistas para el consumidor final de los narcóticos; mientras no se solucione ese problema, seguiremos presenciando disputas por medidas tan barbáricas que son capaces de provocar efectos cancerosos a la población a cambio de unas pocas hectáreas de cultivos ilícitos erradicadas, cuestión que nunca llegará a los resultados que este país necesita.
