Se hace inminente crear una serie de estrategias que generen las condiciones para unir a los colombianos en torno a una sola plataforma de gobierno. Esa es la intención de este y una serie de artículos que continuarán.
Entendemos que es difícil generar en el tiempo que queda un espíritu de unidad e incluso una forma organizativa que defina una concepción del Estado que realmente necesita Colombia y que logre rodear como un solo pueblo al candidato que mejor la represente y garantice su aplicación. Pero si el tiempo es corto para estrategias convencionales, puede ser suficiente para estrategias no convencionales que se rieguen como pólvora por todo el territorio nacional y cautiven a la mayoría de la población. Esto se logra a través de lo simbólico, del despertar de lo que está adormecido en nuestras entrañas, de la evidencia de nuestros sueños.
La alcaldía de Antanas Mockus implementó una serie de dispositivos y artefactos que sin lugar a dudas desarrollaron la cultura ciudadana en Bogotá; algo similar se pretende con estas estrategias, pero buscando desarrollar una conciencia de país para lograr unidad en torno a las mejores propuestas para el próximo gobierno. Este es el fondo de todas las estrategias que vamos a presentar a partir de hoy y que ya estaban insinuadas en el artículo anterior: El que diga Colombia.
Estrategia #1: El juego de las aspiraciones profundas.
Esta estrategia tiene dos versiones: una en físico y otra en lo virtual.
En su presentación física se trata de un plegable tipo acordeón que al ser desplegado se convierte en una tira de papel que presenta una serie de casillas con propuestas tomadas de las diferentes campañas. Cómo es indudable que existen hoy dos grandes concepciones de Estado, las propuestas van apareciendo desde un extremo del papel con la versión más comprometida con una concepción y se van disolviendo hasta llegar al otro extremo con las propuestas más comprometidas con la otra concepción. Todo debe ser muy ilustrado en forma de tira cómica para que sea atractivo e invite a jugar.
El juego puede hacerse en forma individual, pero es preferible que se reúnan amigos o conocidos y tracen líneas horizontales a lo largo de la tira de papel creando tantas franjas como jugadores haya; cada uno escoge una franja por donde va a circular y coloca su ficha (o algo que lo identifique) en la casilla que más represente su pensamiento. El primer jugador lanza un dado y corre su ficha en el sentido de las manecillas del reloj, cuando terminan las casillas vuelve a iniciar en la izquierda del papel; si por ejemplo sale un tres, golpea las tres casillas con las que más se identifica y las marca con lápiz en su franja personal. Siguen los turnos y cuando le toca nuevamente al primer jugador, si no encuentra otras propuestas que lo convenzan puede seguir chuliando sobre las que ya marcó, pero es importante que trate de descubrir, ayudado por sus compañeros de juego, si hay otras propuestas con las que sienta cercanía; si no halla ninguna, la tira de papel tiene dos casillas vacías para escribir allí la propuesta que siente que hace falta. El juego termina cuando todos los jugadores están satisfechos con las marcas que han hecho.
El juego tiene varios resultados; uno que es muy visual: la zona de marcas sobre las que se movió cada jugador; eso le indica qué concepción de país tiene y a qué campaña se acerca más. Otro que es más importante: cada jugador tiene que decidirse sobre qué casillas marca sus puntos y esto en buena medida le exige consultar y discutir con sus compañeros de juego, lo cual genera una reflexión y una toma de conciencia sobre las propuestas. La posibilidad de escribir propuestas personales le imprime al juego un carácter creativo y participante en la construcción de país. Por último, de acuerdo con algunas pruebas que hemos desarrollado, se evidencia una sintonía con propuestas que no son del candidato con el que el jugador estaba comprometido. Esto demuestra que existía una preferencia un tanto ciega por un candidato pero a la hora de analizar las propuestas, hay mayor identidad con otra campaña, o sea, con otra concepción de país.
La versión virtual del juego requiere crear una aplicación que puede descargarse en celular con la ventaja de que refleja en los resultados el nivel de sintonía de los jugadores con las campañas. Además, cada propuesta puede enlazar con una breve explicación para facilitar la decisión del jugador. Es bien seguro que los desarrolladores de software, mediante un trabajo colaborativo, puedan producir una aplicación que se convierta en un juego popular durante el período preelectoral.
Otra ventaja de la aplicación es que puede recoger la información que produzca el juego —en particular las nuevas propuestas que surjan— y sobre esa base generar estrategias para que la gente comience a organizarse en torno a una sola plataforma y por tanto, en torno al candidato que mejor la represente. La suma total de resultados podría ayudar a definir El que diga Colombia.
Para seleccionar las propuestas que aparecen en el juego, existe un material en bruto en las campañas y bastante bien diseñado en una serie de test que circulan por internet.
El juego, tanto en su versión física como virtual, seguramente va a ser diseñado por la creatividad de las personas que tienen capacidades para hacerlo y difundido por toda la gente que quiere lo mejor para nuestro país. Se invita a todas las campañas a hacer una inversión también en este esfuerzo, pues si consideran que sus propuestas son las mejores para el país, seguramente el juego y las siguientes estrategias que vamos a proponer van a orientar a los candidatos en lo que realmente desea Colombia y a inclinar a las personas hacia las campañas que mejor los representen y es probable que finalmente el candidato de su campaña sea el que diga Colombia.
