La alarmante cantidad de abusos sexuales cometidos por sacerdotes a menores de edad y la pérdida de confianza hacia la Iglesia católica en el mundo por estos hechos pone de manifiesto situaciones inimaginables que resultan ser todo lo contrario a ejemplos a seguir.
Anteriormente se pensaba que la Iglesia católica era la salvación para muchos “pecadores”. No obstante, desde hace algunos años se han hecho públicos muchos escándalos a nivel mundial, los cuales venían sucediendo desde tiempos inmemoriales, con referencia a los sacerdotes (en su mayoría católicos) que han abusado sexualmente a través de los años de miles de menores de edad, lo cual ha deteriorado la confianza en los clérigos y por tanto en la Iglesia católica.
El papa Francisco se ha referido a los abusos sexuales ocurridos en la iglesia en varias ocasiones e incluso, hace tan solo dos meses a través de una carta, presentó una respuesta por medio de la página web del vaticano. Luego, el papa se pronunció nuevamente, esta vez con respecto a los abusos a 300 niños, según un informe de la Corte Suprema del estado de Pensilvania.
Uno de los apartes de la carta del papa dice lo siguiente:
(…) Estas palabras de san Pablo resuenan con fuerza en mi corazón al constatar una vez más el sufrimiento vivido por muchos menores a causa de abusos sexuales, de poder y de conciencia cometidos por un notable número de clérigos y personas consagradas. Un crimen que genera hondas heridas de dolor e impotencia; en primer lugar, en las víctimas, pero también en sus familiares y en toda la comunidad, sean creyentes o no creyentes. Mirando hacia el pasado nunca será suficiente lo que se haga para pedir perdón y buscar reparar el daño causado. Mirando hacia el futuro nunca será poco todo lo que se haga para generar una cultura capaz de evitar que estas situaciones no solo no se repitan, sino que no encuentren espacios para ser encubiertas y perpetuarse. El dolor de las víctimas y sus familias es también nuestro dolor, por eso urge reafirmar una vez más nuestro compromiso para garantizar la protección de los menores y de los adultos en situación de vulnerabilidad (…).
A pesar de lo anterior, cada día salen a la luz más casos escalofriantes de abusos sexuales y ningún pronunciamiento que haga la Iglesia de aquí en adelante bastará para reparar los daños ocasionados a estos menores de edad en su momento y a sus familias. Quién se imaginaría que la iglesia en vez de ser un lugar seguro, confortable, acogedor y lleno de paz, se llegaría a convertir en algún momento en un sitio aterrador para cualquier niño.
Por tanto, ir a rezar, participar en las actividades que realiza la Iglesia católica, tener problemas con los padres, ser huérfano, monaguillo, estudiar en una institución católica, querer ser sacerdote católico y tener alguna discapacidad (especialmente ser sordomudo e hipoacúsico) se convirtió para muchos niños en una probabilidad alta de sufrir violaciones recurrentes, posibles tratos degradantes hacia su vida y en consecuencia, y en el peor de los casos, transformarse en un potencial suicida.
Cifras de víctimas de abusos sexuales
Hasta el momento, y según datos de la organización mundial de activistas ECA, han sido abusados sexualmente más de cien mil niños. Una cifra espeluznante que claramente y con referencia a la defensa que deben tener los niños en el mundo es impensable, debido a la cantidad de normativa que existe que debería protegerlos.
Normatividad como medida de protección hacia los niños
Existen tratados, convenios, pactos y ordenamiento jurídico, en general, como los siguientes que deberían ser una herramienta de prevención a cualquier abuso que se pudiera presentar:
La Declaración Universal de los Derechos Humanos, establece lo siguiente:
Artículo 5. Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. (Naciones Unidas, p.12, 2015).
La Convención Contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, expresa en uno de sus artículos, lo que a continuación se detalla:
Artículo 1. Condena todas las formas de tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, incluidos los que se realizan mediante intimidación, que están y seguirán estando prohibidos en todo momento y lugar, y que, por lo tanto, no pueden justificarse nunca, y exhorta a todos los Estados a que apliquen plenamente la prohibición absoluta e irrevocable de la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes; (Asamblea General de las Naciones Unidas, 2016).
La Convención de los derechos de los niños, se refiere a lo siguiente:
Artículo 34. Los Estados Partes se comprometen a proteger al niño contra todas las formas de explotación y abuso sexuales. Con este fin, los Estados Partes tomarán, en particular, todas las medidas de carácter nacional, bilateral y multilateral que sean necesarias para impedir:
- La incitación o la coacción para que un niño se dedique a cualquier actividad sexual ilegal;
- La explotación del niño en la prostitución u otras prácticas sexuales ilegales;
- La explotación del niño en espectáculos o materiales pornográficos (Convención sobre los Derechos del Niño, p. 24, 2006).
Si está escrito, ¿por qué es injusto?
Entonces, existe normativa general en el mundo, además de constituciones nacionales que apoyan, protegen y defienden cualquier trato degradante contra los niños. Sin embargo, dicha normativa en muchos casos no se tiene en cuenta como herramienta, pues la Iglesia católica lo que hizo en su momento fue indemnizar al niño y a su familia (en algunos casos). Lo anterior, no incidía en la disminución del patrimonio de la Iglesia, pues como se conoce es bastante alto. Por ejemplo, en el caso de Colombia, no son contribuyentes del impuesto sobre la renta, como dice a continuación:
Artículo 23. No son contribuyentes del impuesto sobre la renta los sindicatos, las asociaciones gremiales, los fondos de empleados, los fondos mutuos de inversión, las iglesias y confesiones religiosas reconocidas por el Ministerio del Interior o por la ley (…) (Estatuto Tributario Nacional, 2018).
Además, como última medida, lo que hacía el clero para tapar los abusos sexuales era cambiar de lugar de trabajo al sacerdote que había cometido los vejámenes, medida completamente absurda que solo va en menoscabo de la salud mental de las víctimas de abuso y de sus familias.
Por mucho tiempo la Iglesia así lo manejó, porque hasta estos últimos años se está viendo algo de justicia para algunas de las víctimas y las familias que padecieron las consecuencias. Ayudó bastante que estos abusos sexuales fueran publicados por los medios, de igual manera, la intervención de algunas asociaciones y la presión que se ha hecho para ver finalmente una justicia real... Lo que es válido, aunque en primer lugar en este mundo, ¡no deberían pasar injusticias como esas!
De los casos más aberrantes
Uno de los casos más renombrados de abusos cometidos por sacerdotes se trata de lo sucedido a 20 menores aproximadamente (no se cuenta con el dato exacto, hasta que se impongan las últimas condenas), que fueron abusados sexualmente en el Instituto Antonio Próvolo, “una institución educacional gratuita dedicada al trabajo con niños con discapacidad auditiva y del lenguaje”, ubicada en la provincia de Mendoza-Argentina.
Para finalizar, y aclarar lo mencionado en el apartado anterior, en el Instituto Antonio Próvolo trabajaba el cura italiano Eligio Piccoli, quien confesó en un video lo ocurrido. Un periodista, que se hizo pasar por exalumno, le hizo algunas preguntas a Piccoli en relación con los abusos. El sacerdote le confirmó varios de los hechos, riéndose por estos, mientras le contestaba. Mientras tanto, ya hubo una primera condena por este caso en el mes de septiembre para Jorge Bordón, quien reconoció once abusos, según el diario La Nación.