Es una estrategia de mercadeo, ya lo sabemos. El problema es que cae en junio, cuando todos ya empezamos a sentir los rigores del año aparece uno de los días en donde más duro se resiente el bolsillo. Es el día del Padre. Papá siempre es muy pispo. Papá siempre quiere lo mejor. Y no hay nada mejor que una buena pinta para sorprenderlo. El problema es que si vamos al Andino, a Titan Plaza, nada más un pantalón puede salir en 150 mil pesos. Ni hablar de los problemas que tiene pensar en unos zapatos, Los tenis están en el margen de los 400 mil pesos. ¿Qué hacer?
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San Victorino, en el centro bogotano, siempre ha tenido la mala fama de su inseguridad, de su fealdad. Sin embargo, tomar un Transmilenio y bajarse en el parque Tercer Milenio podría ser la solución a las afujías económicas para repartir regalos. Allí está el Gran San, la idea de un comerciante cucuteño llamado Yantsen Estupiñan quien organizó a los dueños de los almacenes y los convenció de hacer eventos de descuento tan importantes como el madrugón, que siempre sucede cuando se está cerca de una fiesta ya sea navidad o el día del padre. Estupiñan ya no está al frente de este proyecto pero montó rancho aparte con Neo, otro centro comercial que queda en la zona y le apuesta a los precios más baratos.
Encontramos este local en donde una vendedora muy convincente que nos mostró una elegante camisa manga larga, marca nacional, un pantalón jean, para combatir los rigores del día, pueden constar noventa mil pesos. Ojo, acá mismo se pueden conseguir unos tenis de ochenta mil pesos. La gente un fin de semana con puente en este lugar abarrota los pasillos hasta el sofoco. Pero vale la pena. Así nos llevamos una pinta de noventa mil pesos para dársela a Papá.