"Si me lo salvas, virgencita, te prometo que le pongo tu nombre", dijo, entre sus oraciones a la virgen de Fátima, Teresa Martínez de Varela mientras su hijo se disputaba entre la vida y la muerte. Minutos antes palomas habían entrado a su casa y se habían posado en la imagen de la virgen de Fátima que tenía colgada en su casa. Jairo de Fátima Varela Martínez tuvo una infancia rodeada de la enfermedad y los nervios decidieron acompañar su vida de tal forma que durmió durante 15 años con su abuela. No era capaz de dormir solo. Vivía con miedo. Mientras más crecía, los bogas del pacífico se convertían en uno de sus principales referentes musicales para sentir sus raíces entre los huesos, y para olvidar de a poquitos el miedo. Muchas veces iban acompañados de las historias de los nativos, otras veces de algunos cantos grecoromanos y, sin siquiera darse cuenta porque tan solo era un niño, también se bebió por completo la cultura afrodescendiente. Quibdó, Chocó se convirtió en la cuna de lo que hoy día conocemos como uno de los más grandes de la salsa colombiana, todo un referente cultural.
La adrenalina musical que tenía lo hizo ir a escondidas varias veces a las rumbas de barrio, incluso cuando no podía entrar a ellas, pues espiaba los ritmos que se ocultaban en esos lugares. Había diversidad de sonidos, instrumentos y voces que lo llamaban, y aunque jamás le apostó a musicalizar los ritmos del pacífico directamente, los llevaba a todos y cada uno de ellos en la sangre. "Bogotá es la urbe melancólica que le ha dado siempre la espalda a la periferia", decían constante los músicos, pero a Varela jamás eso lo detuvo a viajar a Bogotá a buscar sus sueños. Humilde desde su nacimiento, en la capital tuvo que probar varias veces deambular sobre la 19 para buscar quién le ayudara, quién le colaborara y lucharse, como todo en la vida, una carrera musical que venía fortaleciendo hacía algunos años. Todos los sonidos ancestrales le pedían a gritos ser exteriorizados, que produjera e hiciera lo que él sabía hacer: volar como aquellas palomas que le habían inaugurado su milagro de poder vivir.
Entre coincidencias y caminatas por la calle, conoció a Alexis Lozano. La serendipia los unió: el uno era arreglista musical y él, un empedernido productor y compositor. Se unieron. Grupo Niche nació. Entre letras y largas charlas salió la primera canción que haría vibrar a todo un país, 'al pasito', el disco que terminó retumbando en todas las calles de Bogotá. Las radios no dejaban de poner replay y en cada esquina sonaba el ritmo "al pasito" que debían bailar los rolos. Varela bailaba, cantaba y creaba, llevaba con él un cuaderno que no desamparaba en ningún momento. Escribía las canciones que llegaban al son del tiempo que pasaba mientras grupo Niche seguía creciendo sin parar. Pedía oportunidades en cada ocasión que podía y golpeaba puertas. Codiscos le paró bolas y la orquesta estalló incluso más.
Llegar a Cali fue llegar a su hogar. Todos querían conocerlos, pensaban que eran de Puerto Rico o de Panamá, pero se sorprendían gratamente al descubrir que eran de todas partes del país: Puerto tejada, Buena Aventura y El Chocó. Se había reunido todo el sabor colombiano en un solo lugar y en un mismo sueño. Una anécdota inolvidable sería La feria de Cali de 1984 cuando 'Cali Pachanguero' se había convertido en la canción más sonada, artistas diversos la tocaban en vivo y ese día, específicamente ese día, cuando supieron que Grupo Niche estaba en la feria tuvieron que subirse al escenario inmediatamente. El escenario casi se cae. No había una sola persona que no se supiera la letra y que no quisiera dejarse seducir por el ritmo salsero. Cali se había apropiado de Grupo Niche. No había vuelto atrás. Tito Gómez entró al equipo y el grupo saltó incluso más a la fama. "Estamos que reventamos, cada vez que de frente nos miramos", y así fue, reventaron. América latina los aclamaba y la creciente popularidad del grupo sacó al mercado un álbum para recordar los grandes temas de la grupación, 'Historia musical'.
El grupo se acabó, pero el sueño de Varela no. En 1988 se construyó uno nuevo junto con el álbum 'Tapando el hueco' y que se convirtió inmediatamente en todo un éxito. "Necesitamos otro tipo de sonidos, Varela... otra cosa. Algo que le llegue a otro tipo de gente", "¿Pero como qué?", "Ya sé, ¿ves a esas dos niñas de colegio caminando? Cuando ellas estén cantando una de nuestras canciones, entonces sabré que somos un éxito", "entonces ya sé qué es lo que quieres, ya lo sé. Hice una canción hace años... veré qué hacer". Después de unas horas Varela hizo la llamada y le dijo a Álvaro Cabarcas "te tengo la canción. Ven y te la canto ya mismo por teléfono. Una mirada bastó, así sucedió, ausentes las palabras, mi cuerpo vibró", y así el grupo Niche renació. El Cartel de Cali lo perseguía, eso decía la élite de la ciudad. No soportaban que un hombre de piel negra triunfara de la forma en la que lo estaba haciendo, ni teniendo el éxito que tenía. Lo arrestaron y lo sacaron al año, luego volvieron a recluirlo en 1997 y hasta 1999 lo sacaron definitivamente. Los momentos más oscuros del artista fueron allí. La soledad y la injusticia se habían convertido en sus aliados.
Agosto del 2012. Un infartó le tocó la puerta del apartamento en el sur de Cali. El ídolo de la música falleció. Fue fulminante. Con sus 62 años no alcanzó a despedirse de la salsa, pero este ritmo de sabor supo agarrarse tan fuerte al legado de Varela que hasta el día de hoy el Grupo Niche sigue vivo, tan vivo que este sábado pondrá a bailar a los hipsters más radicales que no olvidan su sabor.
