Cómo me atracaron en Bogotá

Cómo me atracaron en Bogotá

El gran problema es que todos observamos pero ninguno actuamos hasta que nos sucede

Por: Diego Alejandro Hernández
enero 21, 2015
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Cómo me atracaron en Bogotá

Fui hace algún tiempo víctima de un atraco, como muchas de las personas que tal vez lean esta nota, me robaron el celular, a algunos tal vez sus objetos personales u otra cosa en particular, mi historia menos trágica que muchas, pero indignante como todas, en donde deja ver no sólo la falta de seguridad ciudadana sino lo que me gustaría reprochar por este medio la intolerancia e indiferencia de las personas.

Me encontraba en el norte de Bogotá, en la intersección de la calle 192 con la Autopista Norte, subí por la ya mencionada calle, después de pasar la concurrida autopista, a dirigirme al sitio donde me estaba quedando, caminando rápido como acostumbro siempre que salgo, y en plenas once de la mañana nada más ni nada menos que un horario en donde la calle en que me transportaba estaba concurrida, no solo por la gente de a pie que va de transeúnte sino de personas que hacían ejercicio en la cicloruta, aprendices de Golf en un instituto cercano, hasta personas que trabajaban cerca del sitio. Me desplazó por ese lugar, y me encuentro repentinamente con una persona que estaba corriendo y estaba esperando pasar a la otra acera por donde continuaba la cicloruta, para mi sorpresa por más rápido que estaba caminando y sin sospecharlo me acecho un ladrón con puñal en mano, de mínimo veinte centímetros diciéndome que le diera todo, ante la mirada de toda la gente que transitaba, y con la desfachatez de decirme que me fuera hacia adentro de un parque en donde de lejos se veían sus compañeros en las artes de delinquir, sentí por supuesto que él y sus demás colegas acabarían dejándome en calzoncillos, sin un peso, o tal vez apuñalado en una calle, mis esperanzas estaban perdidas porque tenía en frente un cuchillo bastante grande, delincuentes muy cerca, y mis piernas no me respondían como para salir corriendo, ya que ni había un lugar al menos decente para correr, y para rematar un montón de gente que no hacía nada, ni decía nada y parecía que caminaran en pasarela tranquilos, actuando como si nada pasara, me sentía sólo en un mar de gente.

Por supuesto iba a adentrarme en ese parque, hasta que un hombre y una mujer en un taxi, gritaban al ladrón para que me soltara y me dejara ir, ya me había quitado el celular y me imagino que me iba a quitar lo demás, en realidad eso no importa y los acontecimientos son bastante rápidos como para detenerse a pensar, la gente empezó por fin a salir de su mundo en armonía para solidarizarse conmigo y seguir las voces del taxi, para que por fin los delincuentes me soltaran y me dijeran que me “Pisara”, el taxi me subió y yo con la adrenalina subí, sin contar que uno de ellos casi se sube al taxi quien sabe a hacernos qué, al taxista y a la mujer que me acompañaba y que me llevó muy cerca del lugar donde me quedaba. Todo pasó y el celular se perdió, eso no es lo que importa, lo que me importa es que yo no soy tan mal ciudadano para que la gente al ver las injusticias obvias no diga nada, no denuncie o al menos llame a la policía, la gente puede llegar a ser insensible, pensar en cosas como “No es mi problema” o esperar a que otra tome la iniciativa para así actuar, vivimos en un país en que los delincuentes hacen lo que quieren pero no por culpa de la autoridad en muchas ocasiones sino porque la gente no hace nada, no denuncia, y con esos actos simplemente son cómplices, porque a un ladrón no hay nada que le atemorice más que el escarnio público, y que sin duda la gente tiene el poder de impedir las cosas, uno no pide que linchen al ladrón pero si al menos que tengan solidaridad, en mi caso fu en teléfono celular, en el suyo puede ser hasta la vida, y a lo mejor puede ser en un escenario público en donde la gente viva en su mundo de fantasía y un milagro o un ángel llegue como aquel taxista y aquella mujer que haga caer en cuenta a la gente de su inconsciencia.
Sea solidario, sea buen ciudadano, y no permita que los injustos ganen, como siempre pasa en este país.

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